La herencia maldita

Capítulo 52.

Paola.

- Querido, no quiero que me ames como un hermano, ámame como un hombre, al que tanto amo. - Dije y traté de abrazarlo de nuevo.

- No, Paola, eso no está bien, - trató de alejarme de nuevo.

Miré y vi en sus ojos una lucha increíble entre su deseo y moral, la que comprendí de inmediato, porque yo misma la tenía hace un poco. Mamá tenía razón. Su madre lo convenció de que éramos hermanos y en su código moral, nuestra relación sería un pecado mortal.

- Cariño, no soy tu hermana. - Dije lentamente sacando cada palabra, paraque entiende mejor. - No tengo hermanos en absoluto, como dijo mi madre. - Me reí.

- ¿Cómo es esto? ¿No eres la hija de mi padre? – Preguntó Felipe, todavía sin creer.

- No, Felipe, no soy hija de tu padre. - Dije con confianza.

Se cubrió la cara con las manos, exhaló ruidosamente y me atrajo hacia él.

- ¡Dios! Sabía, esperaba, que esto era solo un mal sueño, una mala broma, un malentendido fatal. - exclamó y comenzó a besarme la cara.

- Soy la hija de Paul Von Buol.

Felipe retrocedió de mí, como de una víbora.

- ¿Qué significa eso?

- Muy simple. No eres el hijo de Paul. Él mismo le dijo eso a mi madre y no veo razón para no creerle. - Expliqué.

- ¡No! ¡¿Esto no puede ser?! - exclamó, empujándome lejos por tercera vez.

- Bien. Ahora podemos ir a la clínica y hacer pruebas de ADN. - dije y lo arrastré hasta el auto.

No se negó, sino que caminó como un robot. Luego se detuvo y preguntó:

- Bien. ¿Quién es mi padre entonces?

- Eso, querido, no lo sé. Deberías preguntarle a tu madre, pero no dejaré que vayas con ella solo. Mira lo que ha hecho. - le dije, abriendo la puerta de su auto. - Vamos, todavía tendremos tiempo de dejar las pruebas hoy.

Estuvo en silencio todo el camino, no insistí en una conversación, dándome cuenta de que ahora estaba juntando fragmentos de recuerdos de la infancia en su mente. Además, no le iba a decir nada sobre el bebé, porque en esta situación obviamente no estaría feliz con esta noticia, y nuestro pobre bebé ya había escuchado suficientes barbaries de mi parte. ¿Por qué hacerle más daño? Tendré el tiempo adecuado para contarle la noticia. Ahora era más importante asegurarle a Felipe que no estábamos emparentados, ni tan siquiera lejos.

Llegando a la clínica pasamos las pruebas y ya a la salida nos encontramos con el doctor que me revisó y dijo que estaba embarazada.

- ¡Señorita Monti! ¿Está aquí de nuevo? ¿Algo pasó? ¿Otra vez mareos? ¿Náuseas? - preguntó.

- No, doctor, todo está bien. - le dije, haciéndole señas para que se callara, pero al parecer no entendió o no quiso.

- Debe registrarse inmediatamente para el seguimiento de su…

No me quedó más remedio que fingir una tos increíble para que Felipe no escuchara nada.

- ¿Que te pasó? - preguntó mi corazón.

- Nada, solo me atraganté con la saliva. - Agarré su mano y lo saqué a la calle. - Por supuesto, doctor, haré todo lo que usted diga. - le grité al médico, que se puso de pie con cara de completa incomprensión.

- Lo siento, ¿ni siquiera te pregunté cómo te sientes? Ayer quise verte y hablar contigo, pero tu madre no me dejó. – dijo él mientras nos subíamos al auto.

- Escúchame, Felipe. Entiendo muy bien cómo te sientes en este momento. - Dije con calma, sosteniendo su rostro entre mis manos. - Toda mi infancia crecí sin saber quién era mi padre. Mamá nunca habló de él, me aseguró que murió antes de que yo naciera y que le resultaba difícil recordar el pasado. Entonces descubrí que era Paul. En ese momento, perdí el conocimiento, porque también estaba segura de que eras mi hermano. Pero mi madre explicó, que ocultó mi origen por miedo a enfadar a tu madre. Ella consideraba a Paul una persona débil, incapaz de protegerla ni ella ni a mí.

- Tu madre tiene razón, mi pad... es decir, Paul era un debilucho. Recuerdo cómo se arrodilló frente a mi madre y con las lágrimas y suplicios le pidió el divorcio, pero no pudo conseguirlo. Yo tenía entonces cuatro años. Después de esa conversación, simplemente desapareció de nuestras vidas. Mi abuela, su madre nos obligaba a comunicarnos, pero nunca sentí de él ni una gota de amor por mí, él no se interesaba en absoluto por mí, al contrario, siempre estaba irritable e insatisfecho conmigo. Cuando murió mi abuela, dejamos de vernos por completo. Ahora entiendo por qué actuaba así. Se vio obligado a estar lejos de su propia hija y aceptar un sustituto en mi forma. – dijo Felipe y respiró hondo.

Me di cuenta de que estaba muy, muy herido y ofendido. Después de todo, no era su culpa, que tenía una madre así.

- No te atrevas a decir eso. No eres un sustituto, eres el hombre mejor que conozco, más amable, más hermoso, más inteligente y más fuerte del mundo. Estoy muy feliz de haberte conocido y enamorarme de ti, porque es imposible no amarte. Paul lo sabía, por eso dividió la herencia entre nosotros dos. Estaba seguro de que tan pronto como te conociera, inmediatamente perdería la cabeza. Eres la única persona con la que quiero casarme. - Dije y lo besé.

- ¡Espera! - estalló.

- Esta bien. Esperaré cuarenta y ocho horas mientras se hacen los análisis. - Estuve de acuerdo, pensando que él todavía estaba avergonzado por nuestro posible parentesco.

- Estúpida, no estoy hablando de eso. No necesito resultados, ya entendí que Paul nunca fue mi padre. - sonrió y sacó una cajita roja del bolsillo de su chaqueta. - Sólo quería hacer las cosas bien.

Abrió la caja y vi un anillo increíblemente hermoso.

- ¿Quieres casarte conmigo?

- Por supuesto, te dije que solo tú, eres el único con quien quiero criar a nuestros hijos, nietos y bisnietos. Sólo contigo quiero cumplir mi vejez y morir en un día, porque sin ti no necesito la vida. - dije y le tendí la mano para que me pusiera el anillo.



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En el texto hay: humor, odio amor, finalfeliz

Editado: 15.05.2023

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