Me encuentro en mi cama con los ojos cerrados; me duelen hasta las uñas. He estado practicando igual que una demente para poder enfrentarme al tonto de Ethan. Reconozco que es muy bueno; fui a verlo hace días y no se le puede quitar que tiene su puesto merecido. Lo que sí le voy a quitar es el título de rey: ese es mío.
Levanto las comisuras de mi boca sin abrir los ojos. Hoy quiero dormir hasta muy tarde.
Hago un esfuerzo sobrehumano para girar mi cuerpo y abrazar la almohada.
—Mmm, así está mejor —murmuro en un aliento y me preparo para perderme en los brazos de Morfeo, hasta que…
Coloco la almohada sobre mi cabeza al escuchar la música y las risas.
—Esto no puede ser… Es lunes apenas —sollozo con dramatismo, pero no van a interrumpir mi sagrado sueño.
Rebusco en la mesa de noche un par de tapones de oído y, al instante, hay paz absoluta.
Suspiro con una enorme sonrisa, cantando victoria por esta vez.
Mi cuerpo se relaja y lo siento liviano; mi mente viaja lejos, al mundo de los sueños. Nada importa, solo yo y…
—¡Ethan! —grito levantándome de un salto cuando me vacían una cubeta de agua helada con colorante rosado.
—¡Hijo de puta! —grito, moviendo manos y pies, sacudiendo el agua fría de mi cuerpo—. Te voy a matar —suelto en un grito psicópata. Y lo peor es verlo allí, riéndose con una bermuda azul y el torso expuesto.
Me desconcentro unos segundos, pero luego tomo lo primero que encuentro y se lo lanzo. Seguido a eso, corro tras él. No escucho bien lo que dice por los tapones.
El desgraciado huye cual cobarde y yo saco los tapones y comienzo a corretearlo. En este momento solo veo rojo. No le presto atención a la gente en la casa; solo me importa asesinar a ese animal.
Voy hacia el lado de la alberca y caigo en la otra trampa: hay una piscina de niño repleta de lo que parece talco blanco o harina, no lo sé.
El agua se empatuca con el polvo y, al minuto, parezco un desastre. Cada vez que trato de levantarme, me caigo, y el idiota se ríe de mí.
Mi rostro se enrojece al ver a mucha gente riéndose de mí. Matteo corre hacia donde estoy y le regala una mirada desaprobatoria a su amigo, aunque en este momento también lo odio a él.
—No me veas así, Matt, ella se pasó con el picante y se la tenía jurada —se mofa, y una pelinegra a su lado también se ríe.
—No te molestes, te ves mejor que antes.
Todo en mí se altera.
—¡Qué te pasa, animal! —Evans viene entrando a la alberca y lo empuja, haciéndolo trastabillar.
—No te metas, imbécil —ataca también, y mi hermano se mete en medio.
—Ya basta. Dejen la pelea. Y tú, Ethan, te pasaste —mi hermano lo observa serio, y él bufa, molesto.
—No pasa nada, Evans, estoy bien —se acerca a mí y me da la mano. Él sabe perfectamente lo adolorida que estoy por el entrenamiento.
—Vamos, para que te cambies —ofrece, y los ojos de Ethan echan fuego.
—No pasa nada, allí hay agua suficiente —lo miro con malicia y me acerco a la piscina para dañarles el día.
Los que están dentro y fuera del agua contraen el rostro al ver lo que voy a hacer.
—Evans, ve a mi habitación, tráeme una toalla.
Él no espera y va muy rápido.
—¿Qué te pasa? ¿Cómo le dices que…? —ignoro la pataleta de Ethan.
Quito mi sudadera gris y mi pantalón de algodón, acabando con las risas en seco. Debajo tengo unas bragas deportivas a juego con un sujetador que bien podría pasar por un traje de baño.
Me lanzo, llenando la piscina de todo lo que tengo encima, pero más en el cabello gracias a que me he quitado la ropa.
Muevo mi cabeza debajo del agua, sacando todo, y a pesar de todo, sale muy fácil.
Salgo a respirar y me hundo de nuevo, hasta que estoy limpia.
La alberca ahora está sucia, al menos un poco.
Paso mis manos por los ojos y bato mi cabello al salir del agua: estoy de fotografía.
Una vez me levanto para salir de la piscina, logro lo que quería: ver molestos a mi hermano y a Ethan por andar así frente a todos.
El rostro de él es un poema, mi ropa hancha habitual oculta mi cuerpo de deportista. Se pierde un momento mirándome cono idiota.
—Esto es guerra, imbécil —murmuro y camino delante de todos, hay murmullos y gemidos de asombro, y claro, es raro ver a una nerd convertida en un sexy sisne.