La hermanita de mi amigo. Amor en dos ruedas.

Después de la carrera

—Lo hubieses visto, de verdad —me río rodeando a mi amiga Evangeline.
Salí de la carrera directo a su mansión. Aún siento la adrenalina en mi cuerpo, pero siento más la mirada de desconcierto de Ethan; pensó que era intocable, pues que no lo crea mucho.

—Estuviste perfecta, Isa —Evans me levanta y luego toma una botella de champán, la cual bate y nos baña con ella.
Salto y grito eufórica; amo la velocidad, pero haberme cobrado, así sea en silencio, es algo maravilloso.

Sacudo mi cuerpo para quitarme el vino de encima. Ahora, cómo le explico esto a mi hermano.

—Me encantó la expresión de Ethan, pronto no quedará nada de su ego —se carcajea Evans y le sonrío.

—Bueno, debo irme, se supone que me quedé en casa leyendo —me despido de mi amiga.

—Vamos, Isa, te llevo —se ofrece el hermano de mi amiga y me subo a su auto.
La sonrisa en su rostro es enorme; debo agradecerle, sin su ayuda y sus equipos no podría.

—Y... ¿cuándo me regalas una salida al cine? —despega un momento la vista de la carretera para fijarla en mí, dejándome totalmente desconcertada.

—Eh... sí, claro, podría ser en cualquier momento. Estoy segura de que a Evangeline le encantaría venir —respondo sonando casual. Me encanta la amistad de Evans, pero odiaría que se confundiera.

—Sí, claro... los tres, sería maravilloso —devuelve la vista al camino y me siento culpable.

Por suerte no es mucho rato el silencio, porque estacionamos frente al apartamento de mi hermano y Ethan.
Conecto mi vista con la de él un momento y me despido saliendo del auto.

—Gracias por todo —agito mi mano huyendo igual que una cobarde. Tal vez deba darme el tiempo de conocerlo, es guapo, amable y...

—¿Ethan? —frunzo el ceño por el energúmeno que viene hacia mí, pareciendo un toro embravecido.
Acelero el paso para pasar por un lado, pero este me sube en el hombro como a un costal de papas.

—¡Bájame, Ethan! —golpeo el muro que llama espalda, pero es inútil: es pura roca sólida.

—¿Qué demonios hacías con Evans? ¿Fuiste a la carrera? —refunfuña y me lleva adentro del apartamento.

Mi sudadera enorme se sube y me abochorno al ver a una señora mirando por su ventana y negando con la cabeza. Al entrar, a diferencia de la fiesta que pensé encontrar, todo está en silencio.

Me suelta sobre el sofá sin mucho esfuerzo; parezco un paquete de papas fritas. Reboto dos veces antes de quedar sentada, con la sudadera subida a media pierna y el cabello aún húmedo de champán. Glamour total.

—¡Estás loco! —le grito, tratando de recomponer mi dignidad… que claramente se quedó en la vereda.

—Responde, Isa. ¿Fuiste a la carrera? —Ethan cruza los brazos, la mandíbula tensa. Si fuera dibujo animado, ya le estaría saliendo humo por las orejas.

—¿Y si sí? —levanto la barbilla, desafiante—. No veo ningún cartel que diga “Isa no puede divertirse sin permiso de Su Majestad Ethan el Controlador”.

Su ceño se frunce más. Maravilloso. Ahora parece un bulldog confundido.

—No es gracioso. Es peligroso. Y estabas con Evans —dice su nombre con mueca de asco.

—Evans es el hermano de mi amiga —respondo encogiéndome de hombros—. Además, si vas a cargarme como un saco, al menos asegúrate de que no haya vecinos mirando, porque ya bastante tengo con que la portera crea que soy tu novia secreta.

Ethan parpadea, confundido, y ahí está… esa pequeña grieta en su muro de acero. Lo conozco lo suficiente para saber que cuando se desconcierta, se le suavizan los ojos. Y odio admitirlo, pero… esa mirada me desarma más que la velocidad en la pista.

—No deberías estar con él —murmura, casi para sí mismo.

—¿Y tú quién eres? ¿Mi hermano, mi papá… o el Comité Internacional de Actividades Isa? —respondo arqueando una ceja.

Se pasa una mano por el cabello, frustrado, y de repente se ríe. Sí, ríe. Y es… malditamente lindo.

—Eres imposible —dice entre risas.

—Lo sé —le guiño, aprovechando que la tensión bajó un poco—. Pero admítelo, ¿estás celoso? —juego con él, pero es imposible que lo esté.

—No te quiero con Evans, o créeme que me verás celoso... —parpadea y luego se recompone de nuevo—. Eres mi responsabilidad.

Se aleja de mí y yo sonrío como tonta.

—¿Podrá ser posible?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.