La hermanita de mi amigo. Amor en dos ruedas.

Exagerado

Abro la puerta de mi habitación y respiro hondo. Todo sigue igual, pero yo sé que Ethan sigue por aquí, esperando para molestarme.

Me acerco al sofá y dejo caer la mochila. Todavía puedo sentir sus ojos encima de mí cuando estaba con Evans. Maldito chico.

—¿Sabes que eres imposible? —me escucho decir en voz alta, aunque solo estoy yo y mi reflejo en el vidrio de la ventana.

Río sola, pero de repente escucho un golpe en la puerta. Mi corazón da un brinco.

—¿Qué demonios quieres ahora? —digo, poniendo cara de que no tengo miedo, aunque mis manos tiemblan un poquito.

La puerta se abre lentamente y ahí está: Ethan, con la ceja levantada y una sonrisa que no sé si me enfada o me mata.

—Te estaba buscando —dice, con esa voz que es molesta y atractiva al mismo tiempo.

—Claro… seguro que sí —respondo, cruzando los brazos, intentando parecer dura.

Él da un paso dentro y la puerta se cierra sola. Yo retrocedo un poco, pero no mucho.

—No puedes seguir escapándote así —continúa—. No me gusta cuando estás con otros chicos.

Frunzo el ceño, indignada. —¿Qué? ¿Celoso otra vez?

—…No —murmura, y casi me creo que lo dice en serio.

Miro hacia la ventana, cruzando los brazos, intentando que no se me note la sonrisa. Pero él se acerca, y yo siento que el aire cambia. Está demasiado cerca.

—Isa… —me hace mirarlo, y su voz se suaviza—. Solo quiero que estés segura.

—Ya lo estoy —respondo, un poco más baja de tono de lo que quiero—. No necesito que me cuides.

Él me mira y, por un momento, todo se queda en silencio. Su mirada dice algo que no entiendo del todo, y yo no sé si debería reírme, enfadarme o besarlo porque es lo que quiero a pesar de su rechazo hace años.

—Pues… yo creo que sí necesitas que te cuide —concluye finalmente, con esa sonrisa torcida que hace que mis rodillas se aflojen un poco.

Yo río nerviosa, sin embargo intento actuar muy natural; pero como me está costando, cada camiseta que usa hace que su tableta de músculos me haga salivar. —¡Qué exagerado!

Él se encoge de hombros, dando un paso atrás, pero no se va. Y yo me doy cuenta de algo: aunque diga que es “mi responsabilidad”, lo que de verdad está pasando es que no puede soportar que alguien más esté cerca de mí.

—Te lo advierto —advierte—. Esto no va a terminar bien si sigues escapándote y haciendo locuras.

—Uy, ¿y qué vas a hacer? —le sonrío, desafiante, con la barbilla alta.

—Verás —responde, acercándose otra vez—. Lo que voy a hacer… es asegurarme de que tú no puedas escaparte de mí tan fácil.

Suena a amenaza, pero a mí me hace cosquillas en el estómago. Me muerdo el labio y giro la cabeza. Él no se mueve. Y yo tampoco.

En ese momento, suena mi teléfono. Lo miro y veo un mensaje: “Entrenamiento hoy. No falles. —Evans”

Miro a Ethan y sonrío, un poco culpable.

—Bueno… tengo que irme… a estudiar —suelto lo primero que se me viene a la cabeza, intentando mantener la calma.

—Ajá —responde, con la ceja levantada—. Pero recuerda… voy a estar vigilándote.

Salgo del apartamento con el corazón latiendo a mil. Él se queda allí, apoyado contra la pared, con esa expresión de chico molesto, aunque interesado que me hace reír por dentro.

Mientras camino hacia la salida, pienso: esto apenas empieza, y que Ethan crea que me va a controlar… será divertido demostrarle que no es tan fácil conmigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.