La hija de la Madre Luna

Capítulo 14

La Mansión Höller era más bella a la luz del día. Unos tímidos rayos de sol aparecieron en el firmamento limeño, y ese tenue brillo hacía que los jardines y frontis de la mansión lucieran como una locación perfecta para una sesión fotográfica. Stefan tomó mi mano y la besó mientras subíamos la loma. Un rayo de sol iluminó su rostro, se veía más bello de lo que ya era. Jugué con mi imaginación, y lo vi en el jardín con un esmoquin. El viento jugaba con su cabello y sonreía estirando su mano para tomar la mía. Era el día de nuestra boda.

Stefan había parqueado el auto en la cochera e ingresamos a la mansión por un pasadizo que conectaba con la cocina, el jardín posterior y una escalera que subía hasta la terraza. El personal de cocina estaba terminando los últimos detalles para el almuerzo, mientras que en el comedor estaba el mayordomo con dos personas de servicio preparando la mesa. Preguntamos por los miembros de la familia y fuimos a encontrarlos en el jardín posterior.

  • Buenas tardes, familia. Aquí Amelia y Stefan Höller llegando -lo miré sorprendida porque ese aún no era mi apellido-. Hay que ir practicando -me susurró al oído.
  • Hijos míos, qué gusto tenerlos en casa -saludaba Maximiliam dando un abrazo a Stefan-. Querida Amelia, gracias por venir. Es un enorme placer tenerte entre nosotros -tomó mis manos, las besó y posó su frente sobre ellas en señal de veneración.
  • Gracias, pero soy yo quien debe pedir su bendición, por ser mayor que yo y la figura paterna de esta familia –dije algo apenada por el gesto que tuvo, aún no me acostumbraba a la idea de que era una especie de deidad.
  • Tú nos bendices, Amelia. Eres hija de nuestra Madre Luna y nuestra divinidad en la tierra, no lo olvides -dos personas del servicio doméstico estaban cerca de nosotros cuando Maximiliam mencionó lo de mi divinidad. Agrandé los ojos a la vez que puse el dedo índice sobre mis labios en señal de que debía callar-. No te preocupes, Amelia, todo el personal que trabaja en la mansión es parte de la manada. Es más, todo Renania está poblado solo por miembros de la manada.

(…)

Ya en el comedor, me presentaron a los nietos que faltaban. Kiram era el hijo mayor de Marianne y Ravi. Era muy parecido al padre, salvo por los ojos verdes que heredó de su madre. Tenía dieciocho años y estudiaba Ingeniería Industrial y de Sistemas en una prestigiosa universidad peruana. No estuvo en la cena porque necesitaba estudiar para el último examen parcial que esa mañana acababa de rendir.  Aún no tenía compañera, por ello en las vacaciones de verano viajaría a Alemania, ya que Ravi había visto su futuro, y afirmaba que era allí donde la encontraría. Heredó los genes licántropos en un porcentaje mayor, así que se podía transformar en lobo, pero con un padre brujo, demostró tener una intuición superior a la de cualquier licántropo.

Cassie tenía quince años y era hija de Marion y Haldir. Aunque era menor que yo, era un poco más alta. Se parecía mucho a Marion, pero con los ojos verdes de Haldir. Aún estudiaba en la escuela, pero en esos meses estaba de vacaciones. Ella era una licántropa que no dejaba rastro ni huellas, como su padre elfo, y aún no estaba en edad para encontrar a su compañero.

Ania era una jovencita de catorce años, hija de Marianne y Ravi. Ella era idéntica a su padre, y resultó ser una bruja, pero con una fuerza sobrenatural que controlaba muy bien para no ganar sospechas de los humanos. Estudiaba en uno de los colegios más prestigiosos del Perú a la par que era aprendiz de Ravi. Aún era muy joven para conocer a su predestinado.

Lena era una niña de siete años, la hija menor de Marianne y Ravi. Era una copia en negativo de su madre, ya que había heredado el hermoso tono de piel de Ravi. En ella aún no se manifestaba ninguno de sus genes sobrenaturales, así que se la pasaba bien porque aún no tenía nada que ocultar sobre sus habilidades a sus compañeros de colegio.

El menú de esa tarde era una mezcla de platillos peruanos, alemanes y vegetarianos. Después llegaron los postres, entre ellos la leche asada que tanto reclamaba Stefan. Entre él y Ravi iniciaron una batalla, hasta que de la cocina trajeron un molde para cada uno.

  • ¿No es mucho un molde para una persona? Estamos hablando de un kilo de postre a base de leche, azúcar y huevos -estaba sorprendida de ver cuánto podía comer.
  • Un licántropo necesita muchas calorías. La transformación y la temperatura superior a los 40° C demandan una enorme cantidad de energía, por ello comemos bastante –explicó, y luego se quedó callado porque el sabor de la leche asada le agradó tanto que se concentró a comer, y nada más.

Terminado el almuerzo, regresamos al jardín posterior. Lena quería mostrarme trucos de magia humana que estaba aprendiendo por internet. Todos reíamos cuando se le caían las cartas o era obvio en donde estaba la moneda. Como ninguno de los actos que preparó le salieron como ella quería, desistió y al final decidió ir a ver en la televisión una de sus series animadas favorita.

Con Cassie y Ania congeniamos muy bien. La diferencia de edad era mínima, por ello podíamos conversar de muchas cosas, como los problemas en la escuela. Cuando les dije que había estudiado en colegios solo para mujeres se sorprendieron.

  • Entonces, ¿el tío Stefan es tu primer amor? -preguntó Cassie asombrada.
  • Sí, aunque diría que es el único –dije sonriendo tímidamente porque cada minuto que pasaba yo ya estaba tomando más en serio la relación predestinada que tenía con Stefan.
  • Bueno, entre los pueblos sobrenaturales no es muy frecuente eso de tener amores antes de que llegue nuestra alma gemela, aunque sucede, pero lo que definitivamente no se da es dejar a tu predestinado por alguien más -comentó Ania.
  • Creo que los humanos tampoco queremos dejar a nuestra alma gemela cuando la encontramos, pero a veces tomamos decisiones empujados por la presión de la familia o de la sociedad, alejándonos de esa persona especial –señalé al reflexionar rápidamente sobre el mantener las relaciones amorosas.
  • Pero ese no será tu caso, tía Amelia -decía Cassie-. Nosotros amamos que hayas aceptado a nuestro tío Stefan. Se le ve tan feliz a tu lado que nos parece un vago recuerdo haberlo visto triste cuando íbamos a visitarlo a Saffron Walden.
  • ¿Acaso podía rechazarlo? –pregunté al par de jovencitas híbridas.
  • Pues, eres humana, así que no tienes la cualidad que compartimos los hijos de las especies sobrenaturales: el percibir a tu alma gemela –dijo Ania respondiendo mi pregunta.
  • Imagino que en un principio el tío Stefan debió parecerte un loco que no podía contralar su ímpetu amoroso –comentó Cassie seria, yo me puse roja como un tomate al recordar el primer beso que nos dimos.
  • Sí. La verdad es que es un poco chocante que un completo desconocido te mire… -ellas se quedaron expectantes porque siguiera hablando; yo no pude continuar porque recordé que tenían catorce y quince años, por lo que no podía comentarles abiertamente la primera impresión que tuve de Stefan- …con notoria familiaridad, como si te conociera de toda la vida.
  • Pensé que lo que más te pudo afectar fue el pedido de consumar la unión predestinada y compartir la alcoba con tío Stefan –dijo Ania sin ningún problema, algo que a mí me dejó muda. Yo cuidándome de no hablar subido de tono, y ellas lo decían sin ningún reparo.
  • Bueno, sí. A eso me refería con lo de “notoria familiaridad” –dije y ellas rieron, por la cara de nerviosa y espantada que puse.
  • Te entendemos, Amelia –dijo Cassie con una mirada muy comprensiva-. Nosotras mantenemos estrecho contacto con humanos de nuestra edad desde que empezamos a ir al jardín de niños, a diferencia de nuestros padres, quienes recién socializaron con los humanos siendo adultos. Sabemos que todo esto del amor de pareja se da mucho más lento entre los de tu especie, que equivocarse al elegir al compañero es algo que se da frecuentemente, y por ello es para nosotras maravilloso que no hayas salido corriendo de la mansión cuando tío Stefan corrió hacia ti ni bien percibió tu aroma –ambas rieron imaginándose ese momento que sus madres narraron, ya que no formaron parte de los invitados a la cena.
  • Es que hay algo en mí que hace que no quiera alejarme –dije sin tomar atención de que un pensamiento muy íntimo lo estaba verbalizando y dando a conocer a Cassie y Ania.
  • Debe ser tu esencia divina –mencionó Ania utilizando un suave tono de voz y una sonrisa para que tome a bien sus palabras-. Dentro de todo, no eres completamente humana, y creo que es cuestión de tiempo para que se manifieste ese lado que ha permanecido dormido en ti todos estos años.
  • ¿Por qué esa carita, Amelia? –dijo Caroline al llegar a donde estaba conversando con Cassie y Ania. Yo no me había dado cuenta que había puesto mi expresión de niña tímida y algo miedosa.
  • Estábamos diciéndole a tía Amelia que nosotras comprendemos que ella aún no quiera unirse a nuestro tío Stefan porque su lado humano la limita –comentó Cassie a su cuñada.
  • Ay, Amelia, no te sientas mal por haber puesto condiciones a Stefan –dijo Caroline tomando una de mis manos para consolarme-. Sé cuán dentro de ti están interiorizados las costumbres y tradiciones humanas, así que es cuestión de tiempo para que dejes de pensar como una y comprendas a aquellos que pertenecemos a las especies sobrenaturales.
  • Gracias, Caroline –dije abrazando a mi amiga, con quien no había podido conversar a solas para conocer más sobre el encuentro de almas gemelas-. Gracias, Cassie y Ania –dije después de soltar el abrazo con Caroline-, por entenderme y de alguna manera apoyarme.
  • Recuerda que siempre puedes contar con nosotras, Amelia –agregó Caroline con una sincera sonrisa, y sin esperármelo, las tres me rodearon y dieron un abrazo de grupo. La alegría de sentirme querida y aceptada era inmensa, tanto que quería llorar, pero me aguanté las lágrimas para disfrutar por completo de ese instante con ellas, mis sobrina-amigas.




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