La hija de la Madre Luna

Capítulo 27

¿Quién era esa mujer y por qué nos odiaba? ¿Su Alfa sabía de sus sentimientos? Necesitaba conocer más sobre ella, así podría tener argumentos para discutir y decidir con Stefan qué haríamos al respecto. Lo miré y noté que quería decirme algo.

  • ¿Sabes quién es esa mujer? -le pregunté estando aún entre sus brazos, después del beso que cegó a todos y desató su transformación.
  • Sí, lo sé -respondió serio, como si asumiera la responsabilidad del comportamiento de esa mujer.
  • ¿Podemos lidiar con eso? -pregunté tratando que me diga nuestras opciones.
  • Siempre que creas en mí, todo lo podemos -su mirada seguía seria y me di cuenta que él necesitaba sentir que lo apoyaba ciegamente. Jalé de las solapas de su esmoquin para que se incline hacia mí para besarlo. Ahora era más alto, y por más que tuviera tacones ya no alcanzaba sus labios como antes. Al darse cuenta que quería besarlo, se agachó para concretar el beso, y, con el brazo rodeando mi cintura, me cargó para estar a la misma altura sin encorvarse.
  • Te amo, mi Alfa -dije cuando dejó mi boca para besar mi cuello-. Juntos siempre estaremos y podemos enfrentarlo todo -ahora su agarre era más fuerte y me quejé tras apretarme con sus brazos. Me soltó y se excusó, aún no se acostumbraba a su nuevo cuerpo. Los Höller y demás invitados vieron ese último beso y comenzaron a aplaudir. Kurt se acercó a preguntar si podía seguir con el protocolo.
  • ¿Qué debemos hacer ahora? –le pregunté a Stefan.
  • Lo siguiente en el protocolo es que cada delegación invitada y la manada por grupos saluden al nuevo Alfa y Luna -en eso temblé al sentir una ráfaga de viento frío penetrar por mi descubierta espalda-. Creo que mejor será recibir los saludos en uno de los salones de la mansión -propuso Stefan cubriendo con su brazo mi espalda-. No quiero que te resfríes.

Acordamos recibir el saludo de los invitados y manada en el salón más cercano al jardín posterior, que era el de juegos. Kurt dio el anuncio y excusó el cambio de escenario mencionando que era para cuidar mi salud. Bajamos por la escalera que conecta la terraza con el interior de la mansión y caminamos hacia el salón de juegos. Con mucha facilidad Stefan movió las dos mesas de billar y los dos futbolines para tener el espacio adecuado para las delegaciones y grupos de la manada.

Primero ingresó nuestro séquito. Estaban felices por nosotros y los chicos no dejaban de bromear con Stefan sobre su nuevo aspecto.

  • Ahora soy más alto y grande que Gonzalo. Quiero ver si ahora me puedes cargar y lanzar contra Patrick como siempre lo hacías -retaba un risueño Stefan a su Gamma.
  • ¡Eso no! -comenzó a protestar con humor Patrick-. Si me caes encima con ese tamaño voy a necesitar hospedarme en esta mansión para que Ravi sane las contusiones y sangrados internos que ese choque me provocaría -todos reímos.

Mirando a Stefan, le pedí al séquito que nos acompañen a recibir los saludos. Él entendió que no quería que estemos solos para cuando tengamos que recibir a Los Barone, así que apoyó mi propuesta y todos se quedaron.

Los siguientes en ingresar fueron Los Höller y el séquito saliente. Intercambiamos abrazos y besos con todos ellos. Haldir, Ravi, Elrond y Kiram se sumaron a las bromas de nuestro séquito sobre la nueva apariencia de Stefan. Ravi ya quería recitar un hechizo para saber las nuevas medidas de talla, peso y fuerza del nuevo Alfa, pero él le pidió que no lo hiciera, quería que más tarde sea yo la primera en conocerlas, y todos rieron al ver que nuevamente estaba sonrojada.

Las delegaciones iniciaron su paso. La primera fue la de las hadas. El Gran Hada había venido personalmente, ya que, además de tener hijas e hijos que se habían unido a miembros de la Manada Höller, quería saber más de mí. Con la demostración del poder de la piedra de luna y la transformación de Stefan, a él no le quedó duda de mi divinidad.

La delegación de los brujos hizo su ingreso y el Brujo Supremo nos saludó con mariposas de luces de bengala revoloteando a nuestro alrededor. El hermano de Ravi, Ranjit, estaba en la delegación como el Brujo Superior del sur asiático. Con Stefan se conocían desde que él era un niño, así que se saltaron el protocolo y se dieron un fuerte abrazo. A todos nos pareció bien, eso significaba la proximidad entre nuestra manada y el pueblo de los brujos. El Brujo Supremo reconoció mi divinidad y ofreció su apoyo para todo lo que necesitemos.

La delegación de la manada Baranov fue la primera en saludar por ser familia de Stefan. Su primo Iván era el Alfa, y cuando se vieron se volvió a romper el protocolo, ya que se dieron un fuerte abrazo. Me presentó al Alfa Baranov y a su Luna, Natasha, quien era la hija del anterior Beta Baranov. Stefan e Iván se comprometieron a continuar con la alianza que se había forjado tras la unión de Maximiliam y Marie. Iván y toda su delegación se arrodillaron nuevamente ante mí y reconocieron mi divino linaje.

Luego de ellos llegaron cada una de las restantes delegaciones. Con algunas el trato no era muy cercano, pero por la Profecía aceptaron la invitación, ya que querían comprobar si el nuevo Alfa Höller era el compañero de la hija de la Madre Luna. Todas aceptaron mi linaje divino y ofrecieron su apoyo si Los Höller tuvieran la necesidad de ir a la guerra como lo indicaba la Profecía.

Cuando fue el turno de la Manada Barone, sentí tensión en Stefan. Apreté su mano, y cuando me miró me dijo que nadie me dañaría, que antes de creer lo que se diría en esa breve reunión le dé la oportunidad de explicármelo todo. El séquito apoyó lo que Stefan acababa de decir, había ruego en el rostro de cada uno de ellos. «Tú saldrás airosa si haces a un lado tus emociones humanas. No caigas en su juego. Confía ciegamente en el Puro que Aúlla», repetía la voz en mi cabeza. «Confío en ti, Stefan», dije y lo abracé rodeando su cintura. Los Barone ingresaron al salón y nos encontraron en esa cálida escena.

  • Felicidades, Stefan. Por fin el amor y el mando alfa han llegado a tu vida -dijo ofreciendo su mano a Stefan un hombre alto, de cabellos negros ondeados, ojos color ámbar, muy fuerte, era el Alfa Barone.
  • Gracias, Gianluca -respondió Stefan a la par que estrechaban las manos-. Espero que tu buena voluntad se refleje en toda tu manada -la mirada de Stefan se tornó sombría, amenazadora.
  • Como el Alfa Barone respondo por los miembros de mi manada, así que no dudes de mis sinceras felicitaciones -sonreía, pero había preocupación en su mirada.
  • Habla por ti, hermano. A mí no me vas a obligar a felicitar ni sentir alegría por otros -habló la mujer que el Alfa Barone obligó a arrodillarse.
  • Fui muy claro cuando detallé el comportamiento que debías seguir en nuestra visita al nuevo Alfa Höller, hermana -dijo el Alfa Barone con voz de mando al acercarse a esa mujer. Era notorio que la voz de alfa la afectaba, obligándola a ser sumisa, pero ella luchaba contra esa imposición de mando-. Disculpe a mi hermana, hija de la Madre Luna -el Alfa hizo una reverencia-, está un poco nerviosa. Por favor, no tome en cuenta sus palabras como parte de la Manada Barone -dijo todo ello manteniendo la reverencia. Una mujer, su Luna, se acercó e hizo una reverencia.
  • No se preocupe -dije sintiendo lástima por ellos-. Como Luna Höller entiendo que con quien debo tratar directamente es con la Luna Barone -me acerqué a ella, y tomándola del brazo la hice enderezar-, y ella, además de hermosa, está muy enamorada de su Alfa. Por el amor que ella le tiene -toqué el hombro del Alfa para que me mire- tomaré lo último dicho solo como un exabrupto personal, mas no como el sentir de la Manada Barone.




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