Capítulo 30
Tras hablar con William y Abigail, entendí lo peligrosa y descontrolada que era Laura. En ese momento solo podía pensar en la seguridad de la manada y de la ciudad. Regresé a la terraza con la intención de encontrar a Marion o a Marianne, ya que no quería involucrar al séquito. Faltaba algunos escalones para llegar a la terraza cuando Marianne bajaba por las escaleras.
- Marianne, necesito tu ayuda -la tomé del brazo y la llevé a una de las habitaciones desocupadas del tercer piso. Su expresión era de sorpresa, no entendía mi actuar.
- ¿Qué sucede, Amelia? -miraba detrás de mí, esperando que alguien aparezca-. ¿Dónde está Stefan?
- Marianne, por favor, escucha atentamente lo que te voy a decir y no me cuestiones -seguía mirándome como si me desconociera-. ¿Cómo podemos cerciorarnos, sin que nadie lo sepa, que Laura Barone está en el apartamento asignado para su manada? -su cara de desconcierto aumentó al 1000 %.
- Bueno -titubeaba, quizás no se esperaba que de mi boca saliera ese nombre-, podemos preguntar a Ravi si hay algún hechizo que nos pueda ayudar, o quizás Haldir puede ir y revisar, él es casi indetectable.
Llamamos a Marion para pedirle que lleve a Ravi y Haldir a la habitación donde estábamos. Volví a repetir lo que le pregunté a Marianne, y todos me miraron como si no me conocieran.
- Amelia -decía Haldir con un notorio entrecejo producto del asombro-, aplaudo ver que puedes ser muy decidida, pero ¿por qué la necesidad de verificar la ubicación de Laura Barone?
- Eso se los explicaré después, primero quiero tener la certeza de que Laura Barone está con su manada, bajo la atenta mirada de su Alfa. Quiero evitar algún altercado que la involucre -todos se miraron con expresión de no entender, pero igual me dieron opciones.
- Puedo hacer un conjuro de seguimiento -dijo Ravi dando vueltas por la habitación-. Utilizaría a uno de los espíritus de la naturaleza que viven en Renania para que sea el espía.
- Espera, en la delegación Barone está Sasha -alertaba Haldir-, y él es tan buen brujo como tú, podría detectar al espía -Ravi se cogió la cabeza, se sentía atado de manos-. Lo que podemos hacer es que prepares un hechizo que anule mi olor y yo iría a verificar si Laura está con su manada.
- Así Sasha no detectaría la magia porque estaría contenida en ti, ¡perfecto! -aplaudía Ravi al reconocer la astucia de Haldir.
- ¿Cuánto tiempo toma hacer el hechizo? -pregunté, ya que Los Barone habían dejado la mansión hace más de tres horas, y era tiempo suficiente para que Laura haya perpetrado alguna maldad.
- Dame diez minutos y lo tengo listo -Ravi salió corriendo de la habitación.
- ¡Solo tienes cinco! -le grité para que entendiera la premura con la que debía trabajar.
Marion y Marianne trataron de sacarme información sobre por qué quería tener seguridad sobre la ubicación de Laura Barone, pero me negué, en ese momento no necesitaban saber más, solo aportar para estar seguros de que ella no sería un peligro en Lima. Ravi regresó a los cinco minutos con un brebaje.
- Preferí preparar una pócima, así será más efectivo e indetectable -explicó Ravi entregando el matraz a Haldir. Este se lo bebió y partió.
La espera fue corta, pero se me hizo eterna. No tenía referencias sobre las habilidades de Haldir, así que me preocupé por él también, más cuando reparé que se fue sin ningún arma. A los cinco minutos regresó.
- Está en una habitación de uno de los dos apartamentos asignados a la Manada Barone. Noté que la tienen dormida por medio de un hechizo. El Alfa Barone y su Luna están en la habitación haciendo guardia.
- ¿Ahora puedes explicarnos lo que sucede? -presionó Marion, se notaba que perdía la paciencia.
- Necesito a toda la familia reunida, incluyendo a sus hijos menores. Si Lena está dormida, mañana le podemos explicar, pero al resto los quiero en la biblioteca. Y, por favor, que nadie más sepa de esta reunión.
(…)
Fui a nuestra habitación, y Stefan me esperaba molesto. Aún traía el esmoquin, aunque ya se había deshecho el corbatín. Caminé hacia él, y percibí que estaba dolido.
- Te demoraste mucho. ¿Dónde estabas? -me preguntó con notoria molestia.
- Ahora lo sabrás -lo tomé de la mano y lo llevé hacia la biblioteca.
Los invitados y miembros de la manada ya se habían retirado, el personal de servicio descansaba y toda la familia, incluyendo bisabuelos y abuelos, estaba en la biblioteca. Entré junto con Stefan, y mis cuñadas comenzaron a hacer preguntas.
- Calma. Responderé después de que me escuchen -dije cerrando la puerta de la biblioteca con seguro-. Deben estar haciéndose mil preguntas, ya que mi comportamiento escapa de lo usual, pero después de que Stefan me revelara quién era la mujer con la que tuvo una relación durante sus años universitarios, una alerta se activó en mí, y por ello he hecho algunas averiguaciones que necesito compartir con ustedes -todos me miraban expectantes y preocupados-. Antes de revelarles los secretos que han sido compartidos conmigo, les pido, no, les exijo completa reserva de esta información, ya que prometí proteger a mi fuente.