La hija de mi amigo

7. Aprovechándose de mis sentimientos.

No sabía qué hacía ahí sentada con ellos, y aunque intentaba prestar atención lo único que realmente deseaba era marcharme en busca de mis hijos.

En el poco rato que mi mente se aclaró pude escuchar como mi padre le decía a Jacobo que debía trabajar en el restaurante, en otra ocasión Jacobo se fuese quejado, aludiendo que prefería buscarse un trabajo por sí mismo y no estar bajo las alas de ellos. Pero ahora… había aceptado trabajar para ellos en el restaurante, mostrando entusiasmo. 

 

— ¿Y dónde estás viviendo? — Preguntó mamá a Jacobo. 

 

— En una habitación, pero ahora me quedaré aquí con Adi. — Dijo y reaccioné mirándolo. 

¿Cuándo quedamos en ello? yo nunca dije que pudiera vivir conmigo. 

 

— Mi Adela te adora. — Habló mi madre. — Me parece magnífico que estéis juntos conviviendo con la pequeña Deva. 

 

— Yo opino igual. — Dijo Jacobo sonriente y me miró agradando aún más su sonrisa, haciendo que mi corazón tontamente diera un bote. 

¿Se estaba aprovechando de la situación? ¿De que tenía sentimientos por él? 

 

— Mañana puedes ir al restaurante y te pongo al día. — Comentó mi padre colocando su mano en el brazo de Jacobo. — Cuanto antes empieces a trabajar con nosotros, mejor.

Jacobo asintió a mi padre colocando su mano sobre la de él. 

 

— Es lo que más deseo, quiero demostrar a Adi que no me marcharé de nuevo, que puede confiar en mí. — Pronunció Jacobo, mirándome después. — Sé que me costará tener de nuevo su completa confianza cuando le he ocultado muchas cosas de mi vida. 

Por lo menos sabe que me ha ocultado cosas y que mi confianza en él estaba dañada… Cómo iba a poder confiar en alguien que se había largado dejándome a su hija, y que no había tenido las agallas para disculparse por tenerme lejos de su vida de esa manera, como si nosotros no fuéramos nada. 

 

— Hija. — Me llamó mi padre y lo miré. 

 

— ¿Sí? — Pregunté y él se agarró las manos jugando con dos dedos. — ¿Qué pasa, papá? 

 

— ¿Recuerdas anoche al hombre que atendiste en el restaurante? — Me preguntó. 

Había atendido a demasiados hombres anoche ¿cómo me iba a acordar de todos?

 

— ¿Cuál de ellos? — Pregunté intentando recordar a cuál de esos hombres se estaría refiriendo. 

 

— El único al que salí a despedir. — Me dijo mi padre, pareciendo preocupado.

Entonces lo recordé, ese hombre era extraño y lo más extraño fue ver como aquella mujer, la mujer que rechazó la pedida de matrimonio, lo miró directamente a él antes de marcharse corriendo del restaurante. 

 

— Sí, me acuerdo. — Contesté seria. — ¿Qué ocurre con él?

Mi padre se mantuvo callado, llegando hacer el silencio incómodo. 

 

— Verás, él quería tener una cita con nuestra hija. Contigo, Adela. — Habló finalmente mi madre, viendo que papá no abriría la boca. 

 

— ¿Conmigo? — Pregunté, entonces, ¿ese hombre sabía que yo era la hija del chef Adolfo? 

 

— Nos tenemos que ir. — Habló Jacobo que se levantó interrumpiendo la conversación, y agarrando mi mano me levantó del sofá. — Iremos a mi habitación a por mis cosas y después a por los niños, así que, padres, podéis quedaros en casa el tiempo que deseéis. 

No me dio tiempo a nada, Jacobo tiró de mí sacándome de la extraña conversación con mis padres. 

Pero, me preguntaba por qué ese hombre quería una cita conmigo, cuando dejé de darle vueltas estábamos en el ascensor y sentía la mano de Jacobo apretar la mía, la expresión de su rostro era de angustia, pero… ¿por qué? 

 

 

Realmente Jacobo quería que fuéramos hasta la habitación donde había estado viviendo pero, cambió el órden de sus planes y antes quiso que recogiéramos a los niños de la casa de tía Fabiola. 

 

— Gracias, tía. — Le agradecí, cogiendo en mis brazos a Deva que se enganchó en mi cuello. 

Biel se agarró a mi mano cargando con su mochila en sus hombros. 

 

— La próxima vez dile a Jacobo que entre en casa. — Comentó mi tía Fabiola. — No tiene que quedarse lejos de la casa. 

Eso mismo le dije a Jacobo cuando llegamos al barrio de mi tía Fabiola, pero él insistió en que no quería visitar por ahora a mi tía. Así que se quedó en el coche, esperando a que llegara con su hija. 

 

— Se lo diré tía Fabiola. — Contesté. — Te llamo después. 

 

— Vale. — Tía Fabiola acarició el cabello de Biel. — El lunes iré a la guardería a por ustedes. Y tú, no trabajes horas extras. 

El lunes no íbamos a quedar todos los profesores para preparar la excursión de primavera, debíamos elegir a dónde llevar este año a los pequeños, tenía que ser un sitio para que lo pasaran bien con sus padres y por supuesto que resultara de alguna manera educativo para ellos. 

 

— Bien, bien, tía. — Dije y obtuve de ella una media sonrisa. 

 

— Biel, cuida de mamá. — Le pidió mi tía Fabiola a mi hijo y Biel asintió tomándolo en serio. 

Mi tía nos dijo adiós desde la puerta y Biel correspondió a su despedida, nos alejamos lo suficiente para ver a Jacobo salir del vehículo y correr hacia nosotros, cogiendo casi a rastras a Deva de mis brazos. 

 

— ¡Deva! — Lloró abrazando a su hija y ella lo único que hizo fue llorar, para Deva se encontraba en los brazos de un extraño, no de su padre.

 

— Deva, no llores, es papá. — Hablé tocando la espalda de Deva. 

 

— Gracias… — Me agradeció Jacobo mirando a su hija a la cara, sonriendo al ver que había dejado de llorar y podía contemplar su carita. — Eres tan hermosa como mamá. 

Biel tiró de mi mano y lo miré, con su cara me estaba preguntando quién era ese hombre que tenía a Deva en sus brazos. 

 

— Biel, él es el tío Jacobo. — Le dije. Jacobo prestó entonces atención a Biel y se agachó con Deva en sus brazos. 



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En el texto hay: familia, hijos, amor

Editado: 02.01.2023

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