La hija del Ceo

Capítulo 6

David

—¿Qué haces aquí, Mónica? —me molestaba ver que mi hermana se metiera en mis asuntos personales.

—Lorenzo no tiene la culpa —defendió a su pareja y siguió— pero te conozco David, ¿Qué haces tu aquí? ¿Y en este lugar? —me recriminó de manera despectiva.

—Por favor, Mónica, somos grandes, no tengo que darte explicaciones —ella blanqueo sus ojos y luego procedió a sentarse en el sillón de esta modesta habitación, que más parecía un departamento de soltero.

—Eso lo se, nunca me metí, ni cuando hace una semana supe que dejaste a Milagros, pero se que algo esta pasando aquí y exigo una explicación convincente —espeto y se cruzó de brazos esperando mi respuesta.

Camine hasta el ventanal y mire hacia la calle, apenas había dos personas caminando por la acera y muy pocos vehículos transitando por las calles, este lugar era tan tranquilo y me generaba paz, tanta que ni la presencia de Mónica me molestaba.

Me di la vuelta y mire a Mónica y Lorenzo, luego procedí a acercarme a ellos y me senté frente a mí hermana, tomé sus manos y dejé un beso en ellas.

—Recuerdas a Ana, mi novia, la que desapareció…

—Querrás decir la que te dejo con el corazón roto ¿esa Ana?

—No es tan así como lo pintas, ella tenía más dolor que yo, debido a mi traición, y eso es algo que no pude superar, porque debido a ello, la perdí.

—David, me estas queriendo decir que dejaste a Milagros, con quien ibas a casarte porque Ana apareció, eso absurdo —dijo furiosa Mónica y tenía razón, pero ella no conocía todos los detalles.

—Nunca quise a nadie como amo a Ana, ella es el amor de mi vida.

—¿Y Milagros? No entiendo porque si nunca la quisiste ¿Por qué le propusiste matrimonio?

—No me imagine encontrar a Ana y saber lo que ahora se.

—¿Y qué es lo que sabes? —mire a Lorenzo y supe que él no le había comentado sobre mi hija y eso lo agradecía, no porque quisiera negarla, sino porque esto me corresponde a mi contarlo.

—Los dejo solos, así puedan hablar. Mientras tomaré un café en el bar de abajo.

—¿Tu lo sabes? ¿verdad? —increpo Mónica a Lorenzo y este solo me miró y se fue.

—No te enojes con él, solo está cumpliendo lo que le pedí, esta haciendo su trabajo.

—Eso ya lo se porque en todo el camino evadió contarme lo que pasa, ahora habla David.

—Ana huyo embarazada de mi, cuando supo de mi traición.

Fui letal y contundente, no podía decir más que estás pocas palabras.

—¿Qué? —dijo sorprendida Mónica y luego se levantó y se sentó al lado mío.

—Así como lo oíste, tengo una hija de nueve años, se llama Sofía y espero que ahora me entiendas.

Me dolía tanto esta realidad, no la de ser padre, sino el saber que perdí muchos momentos con mi hija, a quien ahora quiero conocer más y darle todo lo que ella quiera, pero sobre todo pedirle perdón por llegar tarde a su vida.

—¿y como lo supiste? No entiendo como llegaste hasta aquí, este lugar está alejado y jamás hubiera invertido en esta zona.

—Fue el destino. Fue casualidad. No lo sé. Lo que si sé, es que en la última junta de accionistas se presentó un proyecto y el nombre me sonó familiar, le pedí a Lorenzo que investigue y cuando me entregó el informe reconocí a Mariela, sabía que era amiga de Ana y ese día algo dentro mío me dijo que tenia que invertir con ella, ya que me llevaría o no al paradero de Ana.

—Y vaya sorpresa que te llevaste al llegar —suspiré y Mónica me abrazó.

—Aun no lo puedo creer, y con respecto a Milagros, me dolió lo que le hice, pero ella merece algo mejor, mi vida cambió con esta noticia y no pretendo hacerla participe.

—Eso es porque amas a Ana y se que aunque te duelen sus mentiras, la amas y la odias al mismo tiempo.

Me levante del sillón y me serví un vaso de whisky, lo bebí de inmediato y sentí el sabor amargo recorrer mi garganta, nada podía calmar mi estado de ánimo. Estaba entre feliz y enojado.

—Amo a Ana, cuando la vi lo supe, después vino la noticia de mi hija, ella no fue directa, ya que ate cabos y la enfrente.

—Cuanto lo siento hermano, pero ahora Ana no importa, sacala de tu corazón y lucha por lo que sí es importante, tu hija.

—¿Y si no puedo?

—Como no vas a poder David, si ella pudo hacerte semejante daño al ocultar la verdad, tu también puedes.

—No pretendo quitarle su hija, nuestra hija.

—No lo hagas, pero ella no merece tu amor, fue egoísta y solo tu pierdes en esta ecuación, ya que no viste crecer a esa niña y peor aun, no sabes como lo tomará ella.

—Por eso le pedí a Lorenzo que venga, quiero iniciar todo lo legal lo más ante posible.

Mónica me miró con lágrimas en los ojos, pero esta vez no eran de tristeza, sino de orgullo. Y antes de que dijera algo más, terminé mi whisky de un trago, apoyé el vaso sobre la mesa con firmeza y dije.

—No vine a recuperar a Ana… vine a recuperar a mi hija. Y esta vez, no voy a rendirme.




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