La hija del presidente

Capítulo 2. Nuez


Vaden

¿Desde cuándo  una desconocida puede hablarme de esa forma tan grosera? Me pregunto dónde quedaron sus modales porque a simple vista parece una campesina malcriada y berrinchuda. Primero, entra a mi habitación sin tocar, sin avisar y me descubre desnudó y en segunda, rompe mi estatua de la libertad, eso no es nada a comparación de la forma tajante en que me hablo, no tengo tiempo para soportar jóvenes de esa calaña. 

Al menos ha traído mi comida a la habitación prácticamente porque su madre la arrastró del cabello. Ximena hablaba muy bien de esa chica, se le olvidó el pequeño detalle de decir que está demente y tiene una lengua filosa. Veo la comida cuidadosamente, no espero mucho de esa chica pero sí que haya envenenado mi comida. La conozco desde hace menos de dos horas y logró lo que nunca nadie puede, sacarme de mis casillas. 

Pruebo el postre de vainilla, le pedí a Ximena que preparara esto para mi hermana. Yo me voy pronto de esta casa, no deseé usar mi penthouse porque está en remodelación, y los hoteles básicos me provocan alergia. Hay un sabor extraño en mi boca, sabe a algo que no me gusta y que no puedo comer. Salgo rápido hacia el baño a escupirlo. ¡Nuez! 

Ximena sabe que soy alérgico a la nuez, en qué maldito momento se le ocurrió meterle nuez. 

Enseguida empiezo a sentir que me falta el aire y mis manos a inflamarse. 

—Ximena — la llamo, no me escuchará basta la primera planta. —Ximena… 

—¿Señor? — ¡esa asesina! —¿Se encuentra bien? 

—Le pusiste nuez a mi comida. 

—No… bueno, solo una porque pensé que era una broma sobre que era alérgico. ¡Lo siento tanto! —se aflige —¿Qué hago? 

—Me querías matar— toso. Mis manos están rojas, la ropa me empieza a estorbar — vas a ir presa, muchachita. 

—¿Qué hago? Dígame qué tengo que hacer. 

—No puedo respirar —susurro. —Necesito aire. 

—¿Boca a boca? 

Abre mucho sus ojos. 

—Sí. 

—¡No puedo! — se asusta —. Sé cómo hacerlo pero no puedo, me da miedo. 

—No seas cobarde, Liv. Tu provocaste esto. 

Me hago aún más el adolorido, si me siento mal, pero no tanto para pedirle respiración boca a boca. Vamos a darle vuelta a su broma. 

—Esta bien, lo haré. No se mueva— me da risa su preocupación, esto le pasa por intentar hacerse la graciosa con algo serio. —Okey, ahí voy. 

Liv pone su boca sobre la mía y me pasa aire que no necesito, me gana la risa y se termina alejando de mí viéndome como si fuera un bicho raro. 

—¿Por qué se ríe, señor? Acaso estaba jugando conmigo y me ha utilizado para besarme. 

—Por supuesto que no— digo —O tal vez un poco. Quizá para darte una lección, a la próxima no te quedarán ganas de envenenar personas. ¡Y esto lo sabrá tú madre! 

Busco en el cajón mis pastillas, en serio moriré si no logro detener esta alergia antes de que me llegue  al corazón y aún tengo mucho por hacer en la tierra. Como por ejemplo, darle una lección a Liv. 

—¡Descarado! 

—¿Yo? ¡Me pusiste nuez en la comida! Tu mamá debió decirte que soy alérgico. 

—Fue un accidente.

—Y tu que sabes, si solo eres una chiquilla tonta e inexperta. 

Pega un grito de berrinche y se va dando grandes zancadas. 

Jodida chica, me caes como patada en los huevos. Tomo la bandeja y la llevo a la cocina, su madre no está pero si su papá. 

—Alguien ha puesto nuez en la comida. 

—Señor, lo lamento. Buscaremos al culpable y será sancionado. 

—Fue tu hija, no hace falta que busques al culpable. Ella lo hizo. —su padre sobre la altura de mi hombro, ella está a mis espaldas, no la puedo ver pero la puedo sentir. —Tu hija está demente. 

—Tendrá su castigo, señor.

—Eso espero. 

Me importa muy poco si la castigan o no. Debo aprovechar mis últimos días aquí para divertirme y Liv parece que es la única opción que tengo. 

—Que suba a limpiar mi habitación, es lo mínimo que puede hacer. 

Él asiente y yo me retiro. 

Sonrío sabedor de que en cinco minutos estará en mi habitación, con cara de culo y murmurando entre dientes. 

Voy por unas cosas al despacho, necesito terminar algunas cosas en el trabajo y otras para finalizar los estudios. Me he graduado ya, pero he tomado otro curso que finaliza en dos meses. Con eso podré postularme como presidente. Solo tardaré cinco años en poder postularme, mi abuelo fue presidente y antes de morir le prometí que también lo sería como él un día lo fue. 

Ingreso a mi habitación y como sospeche, está aquí refunfuñando y haciendo la cama. En esa cama podemos hacer más que arreglarla, me gustaría más desordenarla. 

—¿Castigada? 

—¿Y usted más idiota o como siempre? 

—Un día te haré tragarte todas las palabras o tal vez algo más… 




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