La hija del príncipe

5

ACTUALIDAD: CORRIGIENDO EL PASADO

El rostro de Amir se iluminó con una sonrisa, mientras Lia, sentada sobre el regazo de Abril, lo miraba.

—Hola —sacudió la mano.

Amir se acercó con el corazón desbordado de dicha.

—Hola —dobló las rodillas para quedar al nivel de ambas—. Hola, princesa. ¿Crees que pueda darte un abrazo?

Lia miró a Abril, quien asintió. Los brazos de Lia se extendieron luego de mirarlo con curiosidad. Con emoción desmedida, Amir la estrechó contra su pecho, cerró los ojos, permitiéndose experimentar el sentimiento a fondo.

—Mi hija —balbuceó al abrir los ojos para mirar a Abril, quien, sin comprender por qué lo permitía, los observaba.

Amir se apartó lento.

—Estoy muy feliz de conocerte. Siento mucho no haber podido hacerlo antes, fui un tonto y dejé que mami se fuera, sin saber que te esperaba. ¿Me permites ser tu papá?

Lia no dijo nada, pero lo abrazó.

—Papá —se apartó emocionada—, papá, papá, mami.

Abril sonrió mientras, nerviosa, los miraba interactuar. Lia se apartó, bajó de sus brazos y le extendió la mano. Le mostró sus juguetes, lo llevó de un lado a otro en la escuela. La emoción podía más que ella, y en su inocencia solo podía pasearlo por el lugar. Le mostraba cosas; Amir eligió cargarla para evitar la mala postura.

Emocionados ambos, recorrían el lugar, mientras Abril esperaba que la espontaneidad y carisma de Lia permitieran que pudieran seguir hablando. No dejaba de mirar la puerta, de asomarse.

—No vendrá nadie —le dijo él al notar su preocupación y su actuar.

—No confío en tu familia. ¿Por qué viniste a este sitio?

Amir sonrió. Pensó que el destino lo trajo hacia ellas, pero omitió decirlo.

—El rey está enfermo —se sintió estúpido al pensar que, después de todo lo que había descubierto, esto también podría ser una mentira—. Me sentí culpable. Regresé porque, al no casarme, me culparon por las consecuencias del escándalo. He sido un idiota.

Se disculpó por el término y bajó a Lia.

—Tiene sentido. Elegiste ayudar a los más necesitados —dijo ella, sintiendo cierto alivio—. Aun así, es peligroso que estés aquí, que lo sepas. No puedes reconocer a Lia y ser príncipe.

—Es mi hija y estará siempre por encima de todo, Abril. De todo. No te preocupes, no pienso reclamarlas exponiéndolas. Ahora sé que son capaces de todo. Atentaron contra su propia sangre solo por las malditas apariencias.

—¿Qué piensas hacer? Lia lo sabe, y créeme, no me la pondrá fácil ahora que lo sabe. Es aferrada, eso lo tiene de ti.

Amir sonrió. Le gustaba que estuviera bajando la guardia. Dio un paso adelante.

—Van a estar bien, lo prometo. ¿Puedes confiar en mí? Por favor.

—Todo esto es muy peligroso.

—Me haré cargo. Para empezar, el lugar no es apto para ella. No te estoy juzgando, pero quisiera que me permitas llevarlas a un lugar más seguro. Puede ser aquí en Salt, donde tú quieras, pero que no sea en estas condiciones.

—Que acepte que eres su padre y que merecen convivir no cambia nada, mucho menos el que pienso que no puedes protegerla contra tu familia.

Amir se acercó con su sonrisa necia.

—Lo sé. Es por eso que te estoy pidiendo la oportunidad. Por el tiempo que hemos perdido. Debería raptarlas y llevarlas conmigo, pero tengo cosas que solucionar antes. Me aseguraré de que mis padres reciban una lección por sus actos. Jugaré su juego. Estarán tan felices y a gusto con todo que no pensarán en ti.

—Aquí estamos bien.

—Por favor, no seas necia.

Abril quiso evitarlo, pero su acento le arrancó una leve sonrisa.

—Sigues teniendo la sonrisa más hermosa que jamás haya visto.

—Tenemos que ver cómo puedes visitarla sin ponerla en peligro. Por ahora, nos quedaremos aquí. Estamos bien aquí. Es un lugar al que tu padre jamás vendría. Tu madre, quizás ella…

Amir eliminó cualquier distancia entre ellos. Le acunó las mejillas entre sus manos.

—¿Podrías darme un voto de confianza? No soy el de antes.

Detuvo su mirada en sus labios, deseando poder demostrarle más que con palabras o los planes que tenía.

—¿Puedes por lo menos intentarlo? No hay mucho que discutir. Perdóname por no haber pensado en esa posibilidad, por haber intentado odiarte todo este tiempo. Espero que sigas soltera.

Al escuchar eso, Abril lo apartó.

—Lo único entre tú y yo será Lia.

—¿Solo Lia? —Amir se acercó decidido—. No sé tú, pero dado que aún te sigo amando, que tenemos una hija y que ya sabemos la verdad que nos separó, yo pretendo insistir por un lugar en tu corazón. Te lo dije, Abril Sanabria, tú serías mi única esposa, mi reina. Tú, nuestra princesa y yo escribiremos el destino que quisieron negarnos.

—Estás loco.

—Sí, sigo estándolo por ti. Mucho más ahora.

Abril negó con la cabeza y se apartó. Amir sonrió.

—Mis planes incluyen hacerles creer que me casaré con Yara. Quiero que lo sepas, para que no te pongas celosa.

Abril se rio hasta que notó que él disfrutaba de esa sonrisa.

—Princesa —llamó a Lia. Corriendo, esta llegó ante él—. Sabes, papá tiene un lugar muy bonito para que mami y tú vivan. Tendrá juegos, muchas cosas para ti, princesa.

—¿Así que crees que puedes manipularme si le dices todo a ella? —Abril se acercó buscando coger a Lia.

Misma que, dejándola sorprendida, se negó.

—Hay lazos y vínculos muy fuertes, y el nuestro lo es. Lo será en adelante. Lia es mi hija y quiero lo mejor para ella. Le daré lo mejor, incluso si tengo que renunciar a quién y a lo que soy.

—Sigues siendo tan testarudo. No quiero poner a Lia en peligro. Podrán recuperar el tiempo, como mejor convenga, pero por ahora, debemos tener cuidado.

—No tengas miedo. Confía en mí. Déjame llevarlas a un lugar más seguro, cómodo. Debe haber un lugar en el pueblo que sea mejor que esto. No pido nada más. Así no solo podré verlas más seguido, podré llevar a cabo mi plan.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.