ACTUALIDAD: TIEMPO EN FAMILIA
Tras el nuevo llamado, Amir intentó abrir, pero justo en ese momento Abril lo detuvo.
Negó con la cabeza y agregó:
—No permitiré que la pongas en peligro.
—Voy a defenderla con mi vida —le aseguró en un tono tan bajo como el que ella estaba usando—. Confía en mí, por favor.
Abril volvió a negar con la cabeza; solo podía imaginarse lo peor.
—No le tengo miedo a tu familia. Si fuera por mí, yo misma me encargaría de cobrarles lo que me han hecho. Esto se trata de ella, de Lía. Si llego a perderla, mi mundo se acabaría.
—Eso no va a pasar, te lo prometo —la atrajo contra su pecho y la abrazó. Cuando se apartó lo necesario para intentar abrir, escucharon una voz.
—Abril, soy yo, ábreme, por favor. Estuve buscándote en el evento. Me olvidé de ti y de la pequeña Lía.
Abril suspiró aliviada al reconocer la voz; aun así, no estuvo tranquila.
—Es mi vecina. Me estaba ayudando a buscar a Lía. Seguramente se preocupó y quiere saber que estemos bien. Abriré para tranquilizarla; de lo contrario, no se irá.
Amir asintió y se quedó allí hasta que ella le hizo señas de que se dirigiera a donde estaba Lía, que aún dormía.
Fingiendo somnolencia, Abril abrió la puerta apenas un poco, hasta comprobar que la mujer estaba sola.
—Abril, me preocupaste. ¿Están bien? ¿Encontraste a Lía? —la mujer quiso entrar, pero Abril se lo impidió.
—Sí, estamos bien. La encontré. Ya estábamos durmiendo; es tarde. Te cuento todo mañana.
—Sí, lo siento. Solo que estaba preocupada. Además, acabo de llegar y creo haber visto a alguien entrando aquí. Quería saber que no fuera alguien malo.
—No, no hay nadie más que yo aquí. Ya sabes que no tengo familia; somos solo ella y yo. Quizás fue una ilusión.
Entrometida, la mujer asomó su rostro; la notó nerviosa y sin creer lo que le decía.
—Es tarde, tengo que levantarme temprano para atender a Lía y organizar las clases para el resto de los niños —Abril intentó hacerle entender que debía irse, pero la mujer siguió asomando su rostro.
—Estoy segura de que alguien entró. Si estás en peligro, dímelo.
—No, no hay nadie con nosotras, pero te agradezco la preocupación. Buenas noches.
—Me quedo angustiada, pero si tú dices que están bien… Buenas noches.
Abril asintió con la cabeza y esperó a que la mujer se fuera.
Cerró de nuevo, asegurándose de que quedara bien asegurado, y volvió adonde Amir acariciaba el cabello de su hija, deseando poder compensar el tiempo perdido.
—La vecina te vio entrar. Por suerte, creo haberla convencido de que estamos solas aquí. Tendrás que irte.
—¿Irme? —Amir se puso de pie—. ¿Puedo quedarme con ustedes? Por favor, insisto. Quiero hacerle desayuno a nuestra hija, pasar mi primera noche a su lado. Te prometo no ser imprudente e irme antes de que todos se den cuenta de mi presencia. Tengo un plan de escape, como solíamos hacer antes.
—Amir, no puedes aparecer de la nada y querer que todo sea así de la noche a la mañana, y sobre todo sabiendo quiénes son tu familia.
—¿No me echas de menos? —Amir se acercó, ignorando la lógica de lo que ella decía—. Solo vamos a compartir una noche como familia, como lo planeamos en el pasado. ¿Lo recuerdas?
Abril suspiró; se dio cuenta de que no iba a lograr convencerlo de lo contrario y que quizás la vecina seguiría husmeando, a la espera de que alguien saliera, y no le convenía que comenzaran a especular.
—Ok, puedes quedarte, pero no hay espacio para los tres en la cama. Supongo que podrás dormir en una silla.
Amir sonrió, miró hacia la cama y dijo:
—Hay suficiente espacio allí.
Abril suspiró de nuevo, aunque esta vez con algo de exasperación. Recogió una pijama y se dirigió al baño, donde se cambió. Al regresar, notó que Amir ya estaba sobre la cama, sin zapatos pero completamente vestido, observando con ternura a Lía y besándole su pequeña manito.
Abril se subió al lado contrario, abrazó a Lía mientras intentaba ignorar la mirada de Amir, quien se acercó un poco más, con la pequeña en medio de los dos. Los sonidos de sus corazones acelerados retumbaban en sus pechos.
—Sigues estando tan hermosa… o incluso más que antes. ¿Disfrutas enseñar a los niños como lo decías?
—Es tarde, tengo que descansar; debo madrugar —dijo Abril, intentando evitar cualquier conversación.
—Lo sé. Buenas noches, Abril. Te amo como desde la primera vez.
Aquello la obligó a abrir los ojos. Se quedaron mirándose hasta que Amir sonrió y luego alzó su mano, le acomodó el cabello, le acarició los labios y suspiró fuerte.
—Desearía poder devolver el tiempo, haberte escuchado, no haberte dejado ir… quizás haber escapado contigo. Hoy seríamos una familia. Perdóname por no haber luchado por ti, contigo y por ustedes.
—Ya no importa, Amir.
—Por supuesto que importa. Ahora más que nunca. No voy a renunciar a la posibilidad de que seamos una familia. Buenas noches, hermosa.
Amir besó la frente de Lía y cerró los ojos. Abril se quedó observándolo, sintiendo cómo su corazón latía fuerte y acelerado.
Minutos después, cerró los ojos. Amir volvió a abrir los suyos para contemplarlas, al igual que su padre contemplaba sus planes, aprovechando que podía dejar de fingir. Miraba documentos y el modo en que podría obligarlo, esta vez, a casarse; un nuevo plan le surgió: no solo usaría su enfermedad.
De ese mismo modo, Amir, mientras observaba al amor de su vida y al fruto de ese amor, pensaba sin parar en cómo proceder, sin lastimarlas o perderlas de nuevo.
«Seremos una familia. Nos iremos tan lejos como sea posible… pero antes tengo que hacer esto. No puedo pasar por alto lo que nos hicieron».
Había cierto rencor en su pensar, pero la presencia de la mujer que amaba y de la hija de la que se había perdido años lo obligaron a pensar con sensatez, a dejar de lado los sentimientos negativos. Ya había aprendido que no lo llevaban a ningún lado. No quería hacer nada que arruinara de nuevo su oportunidad. Suspiró y cerró los ojos, y aunque no dejó de pensar, logró conciliar el sueño.