ACTUALIDAD: TOMANDO UNA DECISIÓN
Amir intentó permanecer en la farsa tanto como pudo, siguiendo lo que esperaban, cuidando cada gesto, evitando cometer errores. Su padre, Su Majestad el Rey, no le quitaba la mirada de encima, analizando cada movimiento. No quería sorpresas, mucho menos después de la advertencia que habían recibido.
—La nuestra será una boda muy esperada —se acercó Yara a él—. Lamento mucho lo que sucedió. Espero que esta vez sí se pueda llevar a cabo.
Amir la miró de arriba abajo, sosteniendo la mirada hasta que logró ponerla nerviosa.
—¿Por qué me miras así? ¿No estás de acuerdo con lo que digo?
—No, no se trata de eso —fingió que no era molestia el saberla cómplice de sus padres—. Es solo que me siento avergonzado por lo sucedido, y que aún así quieras ser mi esposa, te hace muy valiosa.
—Espero que lo nuestro sea más que el acuerdo que nuestras familias esperan. Lo que pasó… lo quería hace mucho. Me parece que eres un hombre muy atractivo. ¿Qué piensas de mí?
Amir sujetó la copa con más fuerza de la necesaria y luego dio un sorbo.
—Pienso que eres una mujer muy hermosa, pero dime algo: cuando dices que quieres que lleguemos a algo más, ¿a qué te refieres exactamente?
Cuando ella se disponía a responder, fueron interrumpidos y cada uno tomó un rumbo distinto. Amir miraba disimuladamente su teléfono y en él la hora, que se le iba lenta, mientras la ansiedad por ir a ver a su hija comenzaba a ganarle. Sabía que ese día se complicaría. No tenía un número donde llamarlas, y pensar en que Abril pudiera darse por vencida y huir lo hacía perder la concentración en su objetivo.
Para Abril el resto del día tampoco resultó agradable. No podía dejar de pensar en lo que le había dicho la vecina y mucho menos cuando su hija no dejaba de esperar en la puerta a que su padre apareciera. Sentía no solo tristeza, sino también la confirmación del fracaso. Él iba a casarse, y aunque podía entender que lo hacía en busca de justicia y de un bien mayor, algo en su interior no lo entendía, y no solo por su hija.
Amir esa noche no pudo hacer nada. No logró escapar porque su padre mantuvo la mirada sobre él al regreso, y su madre, ocupada en los preparativos, lo obligó a que pausara sus ayudas en el pueblo. No tenía modo de hacerles llegar una razón, lo que dejó a Abril muy decepcionada. Ahora que Lia sabía la verdad, no dejaba de buscarlo: se despertaba más temprano, preguntaba por él, esperaba horas en la puerta, sin obtener respuesta.
Abril había decidido esperar, no irse, aunque permanecía muy preocupada, temiendo que el rey o alguno de sus hombres llegara por ellas.
No fue hasta dos semanas después, cuando faltaban 10 días para la boda, que Amir logró ir al lugar que había rentado. Usó el disfraz necesario, llevó consigo las cosas que tenía para su hija y llegó sin ser visto a la escuela.
Llamó a la puerta. Abril la abrió, esperando material para sus clases.
El corazón le quiso salir del pecho cuando Amir sacó las flores que disimuladamente llevaba consigo.
—¡Papá! —Lia corrió hacia él al reconocerlo.
Abril no pudo evitar los celos, más que la molestia.
—¿Qué haces aquí? ¿Te cansaste de jugar al príncipe perfecto?
Amir ignoró lo que decía, concentrado en su hija. Le dio regalos, la consintió con golosinas, le llevó helado. Cuando la niña se distrajo disfrutándolo, se acercó a Abril, quien fingía ignorarlo.
—¿Cómo estás, hermosa? —le habló en español.
Abril se sorprendió de su buen dominio.
—¿No vas a hablarme?
—No tengo nada que decir. Supongo que tuviste cuidado. Termina tu visita y…
La interrumpió con un beso.
—Está siendo muy difícil. Pero necesito que me respondas algo: ¿se irían conmigo a España? Faltan días para acabar con la farsa. Todo será complicado una vez que deje todo en evidencia. ¿Lo harían?
Abril lo apartó.
—Me encanta la forma en que sueñas despierto. ¿Crees que van a dejar que hagas eso y que puedas huir como si nada? Sabrán de nosotras y no descansarán hasta…
—Confía en mí. Sé que me siguen, que vigilan mis pasos. Sé que desataré un infierno, y por eso quiero que nos vayamos.
—Está bien, Amir, por Lia. Pero eso no cambia nada entre nosotros. Supongo que estás disfrutando mucho a tu esposa.
Amir rio, se acercó y la abrazó con fuerza, como si su voluntad no pudiera contenerse. Los celos la tenían caprichosa.
—Eres mi única mujer, Abril. ¿Estás segura de la decisión?
—No soy tu mujer. Y sí, todo por su bienestar. Además, así podré empezar de nuevo.
—Podremos. Quizás ahora dudes de mí, pero sé que me amas, y estoy seguro de que también quieres darme una oportunidad.
—Eres tan presumido. ¿Cuál es tu plan? ¿Cómo lograremos irnos?
—Contraté a alguien con tu mismo interés en ayudar a los niños para que te reemplace aquí. Pero es necesario que se trasladen al lugar que voy a indicarte. Estarán ahí hasta el mismo día de la boda. Yo las buscaré. Tengo todo bajo control.
Abril suspiró mientras él le explicaba el resto del plan. Ya decidida, miró a Lia. Quería intentarlo, irse, tener libertad.
—Va a funcionar —Amir le sostuvo el rostro entre las manos.
Esta vez Abril mostró un poco más de positivismo.
—¿Duermes con ella? —lo cuestionó, queriendo calmar los celos.
—No, pero… —esperó para ver su reacción—. Ella finge que lo hicimos. El plan es hacerme creer que está embarazada. Tengo evidencia de todo para exponer el día de la boda.
—Resultó igual que tu madre. Creí que era diferente.
Abril lo miró con atención.
—¿Entonces se interesó en ti? Qué tonta.
—¿Por qué tonta?
—¿No dices que eres mío?
Amir sonrió, intentó besarla, pero ella se apartó con gesto presumido.
—Vamos a hacer que todo funcione, que salga bien. Estoy segura de que traman algo más. También quiero una segunda alternativa, por si tu plan falla.