La historia de Emmy Kell

5, Querido Director.

—Ya nos vamos. —Anunció papá desde la sala.

Anny yo salimos apresuradas. La emoción corroía mis venas, mientras que la preocupación inundaba a mi hermosa Anny.

El viaje fue largo y tedioso. Todos estábamos en silencio. Mamá pocas veces me miraba, dirigiéndome una mirada que no podía descifrar, y papá sólo se concentró en la carretera. Pero nada importaba, no mientras supiese que mi venganza estaría a punto de cumplirse.

                                      *****

Todo estaba cómo antes... Las calles no habían cambiado, el ambiente seguía igual.

Los recuerdos de aquel día invadieron mi mente, corrí hacia mi antigua recamara, y cerré mis ojos con fuerza, pensando cada detalle de lo que haría. Nos quedaríamos alrededor de cinco días, eso sería más que suficiente para llevar a cabo mi plan.

Cenamos en familia, y al caer la noche mamá y papá se encerraron en la que antes era su habitación, y yo hice lo mismo.

12:45am.

Anny dormía plácidamente, quizá no pensó que cumpliría mi venganza tan pronto, pero no podía perder más tiempo. Aún recuerdaba la dirección del director. Sólo unas cuadras después del colegio.

Las calles estaban solas, no habían ruidos que la adornasen, ni luces que la acompañasen, la brisa alborotaba mi cabello, caminé con prosa hacia su dirección, un dolor inmenso se apoderaba de mi cabeza, pero no podía parar estando tan cerca, me detuve unos segundos para acariciar a un pequeño gato que descansaba en el frío pavimento, y luego seguí mi camino.

Su casa lucía diferente, tenía algunas remodelaciones, sin embargo aun la distinguía entre la multitud de viviendas.

El director vivía con su familia, su esposa, y su hija.

La adoración del director.

Pensé durante varios minutos la forma de entrar. Hasta que encontré la solución. La ventana de una de las habitaciones estaba abierta. Era una oportunidad formidable. Caminé sigilosamente hacia ella, y me asomé.

>La habitación era de la hija del director. Una música resonaba en el lugar, ella estaba en ropa interior, y sobre la cama habían varias combinaciones de ropa, al parecer escogía algo para salir... Lástima que no lo haría.

Entré rápidamente cuando ella se encontraba de espalda, y cubrí su boca, la desmayé con un golpe, y la amarré.

Salí con cautela, y escuché ruidos en lo que al parecer, era la cocina... Era él, tarareaba una canción, me imaginé que estaba solo, así que decidí buscar en las otras habitaciones, tenía que encontrar a su esposa.

Y así fue, en la habitación del medio estaba ella, dormía tranquilamente, así que coloqué un pañuelo con cloroformo, e hice lo mismo que con su hija... La amarré, luego la llevé a la misma habitación en la que se encontraba su hija.

Allí dentro, ambas estaban indefensas, golpeé a su hija hasta dejarla tan débil, que le era imposible moverse, y a su esposa la amarré con todas mis fuerzas, dificultando su respiración.

Salí en busca de mi objetivo. El director estaba tan distraído que no percibió mi llegaba, tomé un vaso de vidrio, y lo estrellé en la pared, un trozo de vidrio cortó un poco su rostro. Volteó pasmado, y sus ojos se agrandaron cuando me vio.

— ¿Sorprendido, director? —pregunté con malicia.

— ¿Quién...—tragó con dificultad—¿Quién coño eres y qué quieres?

— ¿Ya me olvidaste?, tanto que te hice disfrutar, es una lástima.

Caminé en dirección al teléfono, y con rapidez lancé otro vaso de vidrio.

—Creo que no querrás llamar a la policía, estando la vida de tu esposa e hija en mis manos, director. —reí a carcajadas, y disfruté al ver la cara de horror del director.

—Dime que están bien, por favor. —Sus patéticas lágrimas comenzaron a rodar.

—Acompáñame.

Caminamos hacia la habitación de su hija, y cayó de rodillas cuando vio la condición en la que se encontraba su familia.

—Tienes cinco minutos para remediar tu error, o tu esposa morirá asfixiada, y terminaré de matar a tu hija.

— ¿Qué mierda quieres que haga? —percibí que se quería acercar a mí. Supongo que notó la ventaja que tiene sobre mí. Es mayor, y mucho más fuerte, así que saqué el cuchillo que siempre llevaba conmigo, y me coloqué al lado de su hija, apreté el cuchillo en su garganta, logrando que saliese un poco de sangre.

—Dime lo que deseas, maldición. —suplicó.

—Amarra tus pies a una silla, un buen amarre, o tu hija paga las consecuencias. —ordené.

La esposa del director hacia ruidos extraños, y su rostro se tornaba más blanco de lo que realmente era.



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En el texto hay: paranoia, dolor, no me dejes

Editado: 29.11.2018

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