Volviendo real lo irreal

Cuando finalizo el colegio, decidió iniciar a estudiar ingeniería, aunque nunca fue algo que realmente no le llego a llenar. A sus 19 años, en 2011, se creó la GT Academy a cargo de Darren Cox, un ejecutivo de la marca Nissan y con ello la posibilidad de convertir a un gamer en un piloto profesional. Para poder llegar allí, primero los participantes debían obtener los 20 mejores tiempos en la región.

Jann estuvo entre los 90 mil aspirantes, lo cual reducía las probabilidades de pasar el primer parte, pero eso no lo detuvo. Desde el momento en que apareció la opción de las pruebas en la academia en su PlayStation. Esto lo llevo a pasar casi cinco horas en el juego, durante dos semanas, así logro marcar uno de los mejores tiempos en Reino Unido. Por lo tanto, la siguiente ronda fue celebrada en Brands Hatch, donde logro usar el simulador de Gran Turismo.

Seis semanas largas fueron las que paso el joven Mardenborough para poder ser elegido por Nissan. Así comenzó el programa de seis meses en Silverstone, el cual lo convirtió en piloto profesional. El mayor obstáculo fue la poca creencia de la gente en que un chico que es bueno en un juego de computador lograra ser bueno en las carreras reales. Las personas que fueron escépticas, terminaron tragándose sus palabras gracias a Jann, quien al pasar la GT Academy, compitió en las 24 horas de Dubái, donde termino en tercer lugar.

Desde ese momento, lo que muchos incluso el propio Jann creyó imposible, se convirtió en una realidad. Aquella academia no solo ayudo a cumplir el sueño de Jann, sino que demostró que al mundo que los videojuegos pueden ser el primer paso para convertir algo en la realidad.

Después de Dubái, Jann estuvo en diferentes competencias, luchando día a día con los prejuicios y las malas críticas. Incluso frente a quienes lo subestimaron en las pistas por ser un jugador y no un piloto formado igual que los demás: desde la realidad y no la virtualidad.