La Jaula

Capitulo Único

Había una vez una casa enorme que parecía un palacio, tenía todo, pero ninguna de nosotras quería estar ahí, era triste ver como nuestras alas no se levantaban más allá de las murallas de marmol, pero entonces lo logramos. 

 

Todo comenzó la noche que encontré aquel pedazo de papel pegado sobre el centro de mi espejo, “me voy, pero tú debes ser libre ahora”, ¿Libre?  ¿A que se refiere?, la noche anterior había estado llena de gritos y lágrimas, pero no recordaba el porqué de los acontecimientos. 

Bajé las escaleras con mi toalla en mano, entré al baño y me desnudé para posteriormente entrar en la tina, cerré los ojos por un momento y apareció Mel al otro lado de la bañera, con una gran sonrisa y su cabello rubio radiante. 

 

—¡Hola Mel! ¿A qué hora llegaste? — le pregunté, ella solo seguía sonriendo y hacía una seña con sus manos que indicaba que no sabía, yo solo le dije con la mirada que todo estaba bien y comencé a lavar sus piernas y tararear una canción, después ella me ayudó con la esponja sobre mi espalda, cuando terminamos de ducharnos me levante, supongo que me distraje al poner la bañera a desagüe y no vi cuando Mel se fue.

 

—¡Busca cómo ser libre! — gritó la rubia desde la parte alta de las escaleras, yo me enrollé en la toalla y corrí para saber la respuesta, se metió en una de las habitaciones de otras chicas, entré de golpe y vi como en camas gemelas dormían plácidamente cuatro de ellas. 

 

—Si quieres ser libre, debes ayudarle a ellas a serlo primero. — susurró Mel a mis espaldas, ¿Pero como lo hacía?, Mel me arrojó una almohada y sonrió de nuevo, ella corrió hacía una de las chicas, la puso sobre su rostro y empujó, la chica comenzaba a moverse como una mariposa, ¿era la libertad? Supuse que sí, así que apretó más fuerte para que pudiese volar, hizo lo mismo con las otras que estaban en la habitación, todas volaron muy alto gracias a Mel, por fin había llegado lo que todas anhelábamos. 

 

Corrí por las escaleras de la mano de Mel, ahí estaban Charly y Marcos, tenían sus armas al lado de sus cinturones, ellos eran los malos, los que cuidaban la casa, y con sus armas perforaban nuestras alas para mantenernos dentro. 

 

—¿Qué haces aquí abajo? — cuestionaron ambos.

—Quería salir a tomar aire. — respondí un poco temerosa, pero Mel apretó mi mano y vi en sus ojos que estaríamos bien. 

—No puedes salir, ve a arreglarte, los clientes llegarán pronto. — dijo Charly empujándome hacia atrás. 

—¡No! — 

—No me hagas ser malo contigo niñita. 

 Me tomó del cuello y me jaló hacia el primer escalón, me aventó y me gritó para que subiera, Mel lo miró con desaprobación, me extendió la mano para que me pusiese en pie y se dirigió hacia donde estaba él.

Lo arrojó contra la pared de una patada, el arma de Charly voló y Mel se quedó con ella, Marcos se apresuró a ayudarle, pero Mel fue más rápida, le disparó justo en la frente y en un rápido movimiento disparó algunas veces sobre el pecho de Charly.

 

—Es parte de la libertad, no tengas miedo— susurró sonriendo y besó mi frente.

 

Robamos las armas y las llaves del pantalón de Marcos, y entonces nos dirigimos al otro lado de la casa, estaban llegando los cerdos, esos tipos que nos hacían cosas asquerosas y nos tiraban con billetes, y para recibirlos estaba ella, Madam Roxa, con sus dos perros guardianes, ellos además de armas tenían unas cosas que arrojaban descargas de electricidad, siempre las usaban conmigo. 

—Ya casi terminamos Lina

—Así es, nosotras también ayudaremos, así como ustedes nos ayudaron. 

Eran ellas, las chicas que Mel había dejado volar como mariposas, por un momento me sentí como una superheroína, éramos un ejército de mujeres libres.

—Es hora. — finalizó 

 

Mel comenzó a disparar sin detenerse, otra de las chicas tomó el arma que yo guardaba y se le unió, las balas de la pistola de Mel por un momento se detuvieron en el aire y parecían pequeñas llaves brillantes que liberaron a las chicas que comenzaban a salir por la puerta principal, sin embargo, las balas de la otra arma se convertían en flechas con llamas que derribaron y consumieron a Madam Roxa, a los perros guardianes y a los cerdos.

 

Así es como terminamos con aquel infierno, todas estábamos en absoluta libertad. 

Tomé las llaves de Madam Roxa, y abrí las puertas principales de par en par, las chicas comenzaban a salir, se convertían en mariposas, eran de todos los colores posibles, ¿saben lo maravilloso que era?, lo habíamos logrado juntas. 

 

—Muy bien señorita, ¿es todo lo que tiene que declarar? 

 

—Sí señor, ¿Ya puedo irme? Ellas deben estar esperándome. 

 

—Seguro que sí, pero antes fírmame este papel — entregó el oficial de policía, acercándose a esta un bolígrafo. 

 

La chica con sus manos sucias tomó el bolígrafo y firmó aquel documento, lo entregó con una sonrisa en el rostro, posteriormente se puso en pie para salir de aquel lugar. 

 

—Acompáñala con la Dra. Looren, ella sabrá qué hacer. 

 

Esas fueron las últimas palabras del oficial, antes de dejar que Lina saliese de la sala de interrogatorios.

 



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En el texto hay: detective, feminismos, tratadeblancas

Editado: 10.08.2023

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