Al terminar sus deberes, Jack volvió a su celda.
—¿Dónde estabas? -preguntó Kevin.
Kevin era un tipo, bajito moreno, que había terminado allí, al inmolarse en una comisaría de policía.
—Ahora trabajo en la cocina. Tengo que pagar el permiso que tuve, para regresar al mundo real.
—Ya veo.
—Mañana -continuó Kevin- vamos a hacer una huelga de sangre.
—¿Huelga de sangre?
—Así es, vamos a entrar al comedor, todos sangrando por un brazo.
—Como ahora trabajo en la cocina, no puedo ayudarlos.
—Que lástima.
Al día siguiente, Jack realizó todos sus deberes en la cocina, hasta que llegó la hora de comer. Poco a poco, los prisioneros fueron ingresando con el brazo sangrando.
—¿POR QUÉ ESTÁN TODOS SANGRANDO? -preguntó Asmodeo al aparecer de repente.
—Es una huelga de sangre -respondió Kevin.
—¡PUÑO EN LA BARRIGA! -exclamó Asmodeo.
De repente, Jack sintió que le sacaban todo el aire y terminaba en el piso. Rápidamente Jack se volvió a ver a Sara, y vio que ella también estaba en el piso.
—¿TODAVÍA TIENEN GANAS DE HACER ESTUPIDECES? -preguntó Asmodeo.
En ese momento, Jack comprendió que la libertad era solo una ilusión.