La línea invisible

Capitulo 14

El regreso a la rutina escolar después de unas vacaciones de verano tan increíbles no fue fácil, pero Mateo y yo estábamos decididos a mantener la chispa de nuestra relación. Sin embargo, había algo que me preocupaba: mi mejor amiga, Mariana. Había estado tan envuelta en mi relación con Mateo que me había dado cuenta de que no había pasado tanto tiempo con ella como solía hacerlo. Decidí que era hora de arreglar eso.

Una tarde, después de clases, me acerqué a Mariana en la cafetería. Estaba sentada en nuestra mesa habitual, leyendo un libro.

-¡Hola, Mari! - dije, sentándome a su lado.

-¡Hola, Vale! Hace tiempo que no hablamos. - respondió ella, levantando la vista de su libro con una sonrisa.

-Lo sé, y lo siento. He estado tan ocupada con Mateo y todo lo demás... Pero realmente quiero ponerme al día contigo. - dije, sintiendo una oleada de culpa.

-No te preocupes. Entiendo que las cosas cambian. Pero me alegra que hayas venido. - respondió ella, cerrando su libro.

-Pensaba que podríamos pasar el día juntas este fin de semana. Como solíamos hacer. - sugerí, esperando que aceptara.

-¡Me encantaría! ¿Qué tienes en mente? - preguntó ella, emocionada.

-Bueno, podríamos ir al centro comercial, ver una película y luego hacer una pijamada. - respondí, recordando nuestras antiguas tradiciones.

-Suena perfecto. - dijo Mariana, sonriendo.

El fin de semana llegó, y Mariana y yo nos encontramos en el centro comercial. Era como si no hubiera pasado el tiempo; nuestras risas y conversaciones fluían con la misma naturalidad de siempre. Pasamos horas probándonos ropa, mirando escaparates y disfrutando de la compañía mutua.

-Realmente extrañaba esto. - dijo Mariana mientras caminábamos por el centro comercial con bolsas en las manos.

-Yo también. Prometo no dejar que pase tanto tiempo la próxima vez. - respondí, sonriendo.

Más tarde, fuimos al cine y elegimos una comedia que prometía hacernos reír. Nos reímos a carcajadas durante toda la película, y cuando salimos, nos sentíamos ligeras y felices.

-¿Qué te pareció la película? - pregunté mientras caminábamos hacia mi casa.

-Me encantó. Necesitaba una buena risa. - respondió Mariana.

Esa noche, en la pijamada, nos pusimos al día sobre todo lo que había estado pasando en nuestras vidas. Hablamos de la escuela, de nuestros sueños y, por supuesto, de Mateo.

-Entonces, ¿cómo van las cosas con Mateo? - preguntó Mariana mientras nos acomodábamos en nuestros sacos de dormir.

-Van muy bien. Estoy realmente feliz con él. Pero quiero asegurarme de que también estoy aquí para ti. Eres mi mejor amiga y no quiero que sientas que te he dejado de lado. - respondí, sintiendo una oleada de sinceridad.

-Gracias, Vale. Significa mucho para mí. Y quiero que sepas que estoy feliz por ti. Mateo es un buen chico y se nota que te quiere mucho. - dijo Mariana, sonriendo.

-Pero dime, ¿y tú? ¿Hay alguien que te guste? - pregunté, curiosa.

-Bueno, hay un chico en clases de matemáticas... Pero todavía no estoy segura de qué siente por mí. - confesó ella, sonrojándose ligeramente.

-¡Dime más! - exclamé, emocionada por la noticia.

Pasamos el resto de la noche hablando sobre el chico misterioso de la clase de matemáticas y haciendo planes para que Mariana pudiera acercarse a él. Me di cuenta de lo mucho que extrañaba estas conversaciones y prometí a mí misma que nunca más dejaría que algo así se interpusiera entre nosotras.

Los días siguientes fueron un borrón de actividades y estudios, pero me aseguré de pasar tiempo con Mariana siempre que podía. Nuestra amistad se fortaleció aún más, y me sentí agradecida por tener a alguien como ella en mi vida.

Un día, mientras Mateo y yo estábamos en el parque, decidí hablarle sobre mis preocupaciones.

-Mateo, hay algo que quiero decirte. - comencé, sintiendo una ligera punzada de nerviosismo.

-¿Qué pasa? - preguntó él, mirándome con preocupación.

-He estado pensando en lo mucho que he estado dedicando tiempo a nuestra relación y en cómo he descuidado a Mariana. Es mi mejor amiga y no quiero que se sienta relegada. - confesé, esperando que entendiera.

-Entiendo, Valentina. La amistad es importante y nunca querría que te sintieras culpable por eso. Si necesitas más tiempo para estar con ella, lo entiendo completamente. - respondió él, con una sonrisa comprensiva.

-Gracias, Mateo. Eso significa mucho para mí. - dije, sintiendo una oleada de alivio.

A partir de ese momento, me aseguré de equilibrar mi tiempo entre Mateo y Mariana. Aprendí que, aunque las relaciones románticas son importantes, las amistades también lo son, y no quería perder ninguna de las dos.

Las semanas pasaron y Mariana comenzó a acercarse más al chico de su clase de matemáticas, con mi apoyo constante. Era emocionante ver a mi mejor amiga tan feliz y emocionada, y me sentí orgullosa de poder estar allí para ella.

Un día, mientras estábamos en la cafetería, Mariana se acercó a nuestra mesa con una sonrisa radiante.

-¡Vale! Tengo noticias. - dijo, casi saltando de emoción.

-¿Qué pasa? - pregunté, sonriendo ante su entusiasmo.

-¡Carlos me pidió que saliera con él! - exclamó, con los ojos brillando.

-¡Eso es increíble! ¡Felicidades, Mari! - respondí, abrazándola con fuerza.

-Gracias. Estoy tan emocionada. - dijo ella, riendo.

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Ig:Albertoz



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En el texto hay: desamor, preparatoria, posible romance

Editado: 10.01.2025

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