La línea invisible

Capitulo 15

Últimamente había un calor horrible y eso me ponía insoportable porque odio el calor y sudar.

Matt<3:

Estás ocupada??

Yo:

Nop por que?

Matt<3:

Quieres ir a comer helado??

Yo:

Síii a qué hora??

Matt<3:

A las 4 te parece??

Yo:

Mmm si claro, donde nos vemos?

Matt<3:

Yo te paso recogiendo.

Yo:

Okis.

Dejé el móvil en la cama y salí corriendo al baño para tomar una ducha y arreglarme.

Al salir de bañarme me mire al espejo pensando en que me iba a poner para la cita con Mateo.

Estaba nerviosa? Si

Y si solo juega Conmigo?

Sacudi la cabeza ahuyentando los malos pensamientos y segui arreglandome.

......................

Ya eran las 3:50 faltaba poco para que llegara Mateo a recogerme.

Estaba viendo la televisión esperando a que se hiciera la hora cuando me llega un mensaje.

Mari<3:

Tenemos que hablar es sobre Mateo.

Iba a responderle cuando escuché el timbre.

Debe ser Mateo -pense.

Me levanto del sofá llendo a la puerta cuando me llega otro mensaje.

Mari<3:

Es urgente Val.

Yo:

Ahora no puedo Mari voy a salir hablamos después.

Mari<3:

Está bien, pero ten cuidado con Mateo.

Yo:

Ok?

Suspiré profundamente, sin entender muy bien qué era lo que Mari quería decir con eso, pero no quería darle vueltas en ese momento. Dejé mi móvil sobre la mesa cercana a la puerta y salí al encuentro de Mateo.

—¡Hola, Val! —me saludó entusiastamente.

—¡Hola, Matt! —respondí con una sonrisa.

Él se acercó para abrirme la puerta del auto, siempre tan caballeroso. No podía evitar pensar que Mateo era un chico realmente especial. Subí al auto y me acomodé mientras él entraba y encendía el motor.

—¿Lista para refrescarnos con un buen helado? —preguntó con entusiasmo.

—Más que lista, este calor me tiene loca —reí.

El trayecto hacia la heladería fue ameno. Mateo sabía cómo llenar cualquier momento de conversación interesante y risas. Hablamos de nuestras series favoritas, de aquel examen complicado que tuvimos la semana pasada y, por supuesto, sobre lo mucho que ambos odiábamos este calor sofocante. Era tan fácil hablar con él, que a veces sentía como si el tiempo pasara volando.

Al llegar a la heladería, el aroma dulce y fresco del lugar nos recibió como una bienvenida a un pequeño paraíso. La decoración era sencilla pero acogedora, con paredes pintadas de colores pastel y luces cálidas que creaban un ambiente relajante.

—¿Qué helado vas a pedir? —preguntó Mateo mientras observaba el menú.

—Creo que elegiré fresa con trocitos de galleta, es mi favorito. ¿Y tú?

—Yo voy por el clásico chocolate con avellanas, no puedo resistirme a él —dijo con una sonrisa que parecía iluminar todo el lugar.

Después de pedir, encontramos una mesa junto a la ventana, donde la luz del atardecer entraba con delicadeza, dándole un toque mágico a la tarde. Mientras disfrutábamos de nuestros helados, seguimos hablando de todo y de nada al mismo tiempo. Cada sonrisa, cada risa compartida hacía que el tiempo se sintiera más ligero.

—Val, hay algo que quiero decirte —dijo Mateo de repente, adoptando un tono más serio.

—¿Qué pasa? —pregunté, un poco intrigada.

Él tomó un pequeño respiro antes de hablar.

—Es que... realmente disfruto pasar tiempo contigo. Siempre logras que todo sea mejor, incluso en días como estos, llenos de calor y locura. Eres alguien muy especial para mí.

Mis mejillas se sintieron cálidas, pero no por el clima, sino por sus palabras. Mateo siempre había sido alguien importante en mi vida, pero escuchar eso de él era algo completamente diferente.

—Yo siento lo mismo, Matt —respondí con una sonrisa tímida, pero sincera.

Ambos nos quedamos en silencio por un momento, pero no era un silencio incómodo. Era un silencio lleno de emociones, como si las palabras no fueran necesarias en ese instante. Solo estaba la conexión entre nosotros, una que no necesitaba explicación.

La tarde continuó con risas, miradas cómplices y conversaciones que fluían naturalmente. Mateo seguía siendo él mismo: amable, divertido y atento. Yo me sentía en paz, algo que no experimentaba con frecuencia. Incluso después de terminar nuestros helados, nos quedamos un rato más hablando y disfrutando del momento.

Cuando salimos de la heladería, el sol ya se estaba ocultando, pintando el cielo con tonos naranjas y rosados. Mateo me llevó a casa, pero antes de despedirnos, me miró directamente a los ojos.

—Val, gracias por aceptar venir hoy. En serio, me haces muy feliz —dijo, con esa sonrisa que siempre lograba desarmarme.

—Gracias a ti por invitarme, Matt. Yo también me siento muy feliz contigo —respondí, con una calidez en mi voz que no podía ocultar.

Mientras él se alejaba en su auto, entré a casa sintiendo que algo había cambiado. Esa tarde no solo compartimos helado, sino también algo más profundo: una conexión que prometía convertirse en algo aún más especial con el tiempo.

Me dirigí a mi cuarto y vi el mensaje de Mari en mi teléfono.

Sus palabras resonaban en mi mente, pero en ese momento no quería preocuparme. Tal vez Mari sabía algo que yo ignoraba, pero esta cita había sido perfecta, y prefería dejar las dudas para otro día.



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En el texto hay: desamor, preparatoria, posible romance

Editado: 17.04.2025

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