La Lluvia no Atraviesa el Concreto

XXIV. LA ARQUITECTURA DEL SUFRIMIENTO.

XXIV. LA ARQUITECTURA DEL SUFRIMIENTO. Dicen que la cárcel es necesaria. Que sin ella, la sociedad se desmoronaría, que el caos reinaría, que las bestias andarían sueltas devorando la paz de los ciudadanos decentes. Entonces la diseñaron con esmero, la pulieron como una joya maldita, la convirtieron en el monumento perfecto a su miedo. Pero la cárcel no es solo un edificio: es una obra maestra del castigo, una catedral erigida sobre los cimientos de la obediencia. Cada muro, cada reja, cada candado, cada centímetro de concreto fue pensado no solo para encerrar cuerpos, sino para reducir almas, para comprimir pensamientos, para limar hasta la última astilla de dignidad. Las celdas no tienen nombres, solo números, porque nombrar es humanizar y la cárcel no se construyó para humanos, sino para sombras. Las ventanas son angostas, no porque falte el espacio, sino porque demasiado cielo podría ser peligroso. La luz entra con racionamiento quirúrgico, como si el sol pudiera otorgar un perdón que el sistema no está dispuesto a conceder. Los arquitectos del sufrimiento no olvidaron nada. Sabían que el hambre duele más cuando se sirve en porciones minúsculas. Que la soledad perfora mejor cuando la única compañía es el eco de uno mismo. Que el tiempo pesa más cuando está diseñado para no avanzar. Y así, con la misma meticulosidad con la que se construyen templos y palacios, levantaron estas tumbas en vida. Con la diferencia de que aquí no se busca trascendencia ni gloria, solo silencio, sumisión y olvido. Porque la cárcel no es un error de la civilización. Es su obra más perfecta.



#362 en Joven Adulto

En el texto hay: cerdopoesia

Editado: 16.09.2025

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