La loba en invierno

Capítulo 12

Wilfred

 

Después de despedirme de Ilenia, me dirigí a un restaurante cerca de mi hotel, tomé mi billetera y revisé cuánto dinero me quedaba. La realidad era cruda conmigo, no pensaba poder llegar ni hasta fin de mes. Me quedé un rato debatiéndome entre entrar o no al lugar para llenar mi estómago. Si ahorraba en alguna comida, podía durar más días en el hospedaje en el que me alojaba. Suspiré con cansancio, guardé mi cartera y puse en marcha mi automóvil.

Nuevamente en una habitación de hotel, no me podía dejar de plantearme la situación de esta tarde. Lo había pasado muy bien, con Ilenia, ella era muy agradable, además de hermosa, y era inteligente. En muchos momentos sentí que me miraba y pensé que quizás se sentía atraída por mí, pero luego dijo que yo era muy joven y entonces consideré que tal vez ella solo era amable conmigo y todas las veces que me pareció que yo le gustaba era porque a mí me resultaba tan atractiva, que me engañaba a mí mismo.

¿Cuántos años podría tener? Se veía joven, no podía tener más de treinta y dos o treinta y tres, exagerando demasiado. Yo no soy tan joven como ella parece creer, voy a cumplir veintiséis en marzo.

Me metí a darme una ducha, el agua caliente tardó en salir, esta vez tomé habitación en un hotel muy económico, pues mi padre estaba pronto a cortarme las tarjetas y yo tenía que resistir con el poco dinero que tenía encima hasta cobrar el trabajo que estaba realizando para Ilenia. Si no fuera por mi situación precaria ni siquiera le habría cobrado nada, era un placer para mí trabajar junto a ella.

Janis parecía no tener resentimientos hacia mí, ella estaba feliz con su pareja actual. Pero su novio, pude ver en su mirada que me odiaba, difícilmente me aceptaría como parte de su familia.

¿Familia? Por Dios, si apenas la estaba conociendo, ni siquiera sabía si ella querría salir conmigo alguna vez. “Debo dejar de fantasear o podría perder el único trabajo que tengo”, me dije.

El teléfono sonó y pude ver “Mamá”, reflejado en la pantalla.

 

Llamada:

— ¿Mamá?

¿Hijo, dónde estás?

— En un hotel, ¿qué necesitas?

Que vengas a casa, esto que haces no tiene ningún sentido.

— Mamá, creo que ya hemos hablado al respecto.

Ella guardó silencio un momento.

¿Has cenado?

— No — qué más quisiera que poder decirle que sí.

Ven al menos a cenar.

— ¿Y papá?

En una reunión de negocios, regresará tarde.

— No creo que sea lo mejor — cavilé, considerando que si él llegaba y me encontraba allí no sería una situación agradable.

Por favor.

— Por favor, te pido yo a ti. Imagina que mi padre llega y me encuentra en la casa. No quiero volver a tener una pelea como la del otro día.

Entiendo, pero… ¿Al menos podrías visitarme?

— Lo haré, te llamaré para saber cuando estás sola.

Gracias.

— Será mejor que descanses, mamá, yo también iré a dormir ahora.

Tienes razón, recuerda que te amo, hijo.

— Yo a ti también, mamá.

Fin de la llamada.

 

Mi madre se oía compungida y aunque me preocupé un poco, no pude evitar volver a Ilenia con mis pensamientos y seguí meditando en ella hasta muy tarde. Sus brillantes ojos verdes, su melena castaña y corta, que se mecía con ondulante suavidad, acariciando su mentón… Me sentía cómo un niño enamorado, jamás había experimentado un sentimiento igual. Si hubiera tenido algún sentimiento parecido a este por Jan nunca me hubiese portado como lo hice.

 

***

 

Ilenia

 

La puerta de mi habitación sonó por causa de unos golpes firmes. El aroma de mi hermano me anunció su presencia.

— Pasa — le dije.

Yo estaba secando mi cabello con la toalla mientras observaba las luces de la ciudad desde mi ventana.

— ¿Qué fue eso con el ex de Janis? — Todos los sentidos posesivos y lobunos de mi hermano estaban reaccionando a nuestro reciente encuentro, era obvio que le molestaba la situación.

— ¿Acaso tengo que darte cuentas de todo? — Repliqué, irónicamente, emulando una conversación que habíamos tenido cuando él comenzara su relación con Janis.

— Pues sí, resulta ser que soy tu alfa.

Lo único que me faltaba en esta caótica etapa era que mi hermano usara su rango sobre mí.

— ¿Ah, sí? Creía que éramos hermanos — contraataqué.

— Por qué no me dices lo que sucede de una vez y ya — gruñó pasando sus dedos por el cabello, en un gesto muy común en él.

— Es mi pareja destinada –afirmé y él hizo un gesto de hastío.

— ¡Lo sabía! — Se removió en su lugar. — ¿Y desde cuándo lo sabes?

— Hace un par de semanas nos conocimos en un evento de caridad — contesté rememorando el momento.

— ¿Por qué no lo mencionaste antes? — Mi hermano estaba en plan alfa, sin duda, su forma de hablar lo demostraba.

— No sabía que era el ex de Janis — mentí, mientras llevaba la toalla al baño. — Me di cuenta cuando nos encontramos el día de su desaparición — completé al regresar.

— ¿Y le has dicho algo?

— No. Recién nos estamos conociendo, no quiero apresurarme ni espantarlo, ya sabes que los humanos no son como nosotros.

— Él debe sentir el lazo, con Janis me pasó eso — comentó.

— Sí, eso pensé, pero lo tomaré con calma. Además, él comenzará a manejar mi contabilidad, nos estaremos viendo seguido.

— Admiro tu paciencia, hermana — su voz me dijo que su enfado había pasado.

— Mi loba no es tan salvaje, podemos manejarlo — sonreí.

De repente él se acercó y me abrazó con fuerza.

— Me alegra mucho que hayas encontrado a tu destinado.

— Gracias — dije respondiendo a su abrazo y disfrutando de la sincera calidez de mi hermano.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.