Y aquí comienza por fin después de tanto tiempo la continuación de esta emotiva historia. Legna y Daniel necesitan un desenlace y lo van a tener. Esto es por ustedes mis amados lectores. Los quiero mucho y espero de todo corazón que les guste este capítulo y si es así espero sus comentarios 😘
Cuando podemos ver no percibimos ni le damos la importancia que ameritan las palabras. Estamos tan ocupados captando otras emociones que pasamos por alto muchos detalles importantes de nuestro día a día. En cambio cuando solo tenemos las palabras a nuestro alcance para percibir las emociones todo cambia. Es entonces cuando ellas nos pueden herir o hacer felices de un momento a otro. Justo eso fue lo que me cambió la vida de pronto. Una palabra llena de vida, llena de esperanza, una palabra llena de amor. Más que una palabra era mi nombre que acababa de salir de los labios de Daniel, cosa que creía que jamás iba a suceder.
—Leg...na..
El mundo volvió a brillar y me demostró que aún hay esperanza de que pueda ser feliz. Sentir su voz es lo mejor que me ha pasado en los últimos tiempos.
Tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii...
Un sonido sórdido llega a mis oídos. No comprendo muy bien que ocurre. Varias personas me apartan y pasan por mi lado. Todo se torna confuso.
—Tienen que salir de aquí. —Escucho la voz ronca de una señora y alguien me toma de la mano. Se que es Mía porque siento el sonido de sus pulseras.
—Espera..¿qué pasa?. ¿Qué pasa con Daniel?.
Me sostengo de la puerta con fuerza. No me quiero ir sin tomar su mano. No me quiero marchar sin saber que está bien.
—Legna debemos esperar a que los médicos hagan su trabajo. —Su voz refleja miedo. Algo malo está sucediendo.
Camino hacia afuera y ahora más que nunca siento que necesito ver. Esta oscuridad es agobiante. Necesito sentir su calor en mis manos de nuevo, necesito verlo y asegurarme de que todo está bien.
Aprieto los ojos con fuerza y me recuesto de la pared. Me empieza a faltar el aire. Necesito gritar. No me pueden arrebatar lo único que me mantiene viva.
Me deslizo lentamente hasta el suelo.
—Todo va a estar bien. Te lo prometo... —Siento los brazos de Mía. Ella me abraza y continúo llorando pero por alguna razón sus palabras me calman un poco. Ella es una de las mejores personas que he conocido y se que no me mentiría.
Pasan minutos de incertidumbre. Siento el sonido de la puerta de su habitación mientras se abre y cierra varias veces. Escucho pasos de un lado a otro. La madre de Daniel está aquí también, reconozco su voz a pesar de que llevamos mucho tiempo sin hablar. Su llanto es de temor y desesperación. Se que en estos momentos me debe de estar odiando. Si no hubiera sido por mí su hijo no se estuviera debatiendo entre la vida y la muerte en estos momentos.
Todo fue demasiado rápido. De una felicidad inmensa al escuchar su voz pasé a sentir mucho miedo de perderlo para siempre. Al parecer entró en paro. En estos momentos me siento más inservible que nunca, tengo las manos atadas, me siento presa en medio de la oscuridad. Presa de mi propio cuerpo que me impide correr y ver al amor de mi vida.
Siento el sonido de la puerta al abrirse.
—Doctor, ¿cómo está mi hijo?. — Es la madre de Daniel la que habla y la respiración se me detiene mientras espero la respuesta a esa pregunta.