La luz de tu recuerdo

Capítulo VI

Estamos sentadas en el parque. El ruido del motor de los autos se acerca y aleja con un sonido melancólico que me da ganas de llorar. No se como se ve la tarde pero la imagino con el sol poniéndose en el horizonte y las nubes manchadas de un color naranja dando una sensación de añoranza. En mi mano traigo un helado. Lo pruebo y de inmediato el sabor a chocolate me transporta a aquella tarde de verano en la que conocí a Daniel. Aún hay recuerdos que aparecen como estrellas fugaces a mi mente.

Era una tarde nublada. En el ambiente se podía percibir el olor de la tormenta. El aire batía contra los árboles y las personas caminaban apresuradas por llegar a su destino antes de ser abrazados por la lluvia. Yo caminaba despacio. Poco me importaba mojarme o lo que sea que me fuera a suceder si me mojaba. Sólo quería alejarme de aquel lugar y llegar a mi casa para encerrarme en mi cuarto y llorar hasta que aquel dolor que me angustiaba pasara. 

 Al parecer el destino no tenía esos planes para mí. De pronto comenzó a llover. Yo seguía caminando sin inmutarme a nada. Me abracé a mi misma, ya estaba sintiendo frío y como si la lluvia fuera la justificación perfecta las lágrimas se empezaron a deslizar por mi rostro. Se que me debía de ver muy patética con el maquillaje corrido por todo mi rostro mientras las lágrimas se camuflaban con las gotas de agua.

En aquel entonces sólo era una adolescente dramática que creía que la amistad era todo en la vida. Estaba tan frágil y vulnerable después de haber presenciado aquella escena que no era capas de pensar bien lo que estaba haciendo.

De pronto las gotas dejaron de caerme encima. Estaba tan ensimismada en todo lo que acababa de vivir que no me había dado cuenta de que no estaba sola. 

—¿Estás bien?. —Escuché una voz grabe. Me volteé de golpe y fue la primera vez que lo vi.  Nunca olvidaré ese momento, se estaba mojando y me tendía su paraguas para protegerme de la lluvia, todo eso lo estaba haciendo sin siquiera conocerme. En ese instante mi vida acababa de cambiar para siempre. De estar llorando a mares por una desilusión amorosa pasé a estar sentada tomando un helado de chocolate con aquel chico que tiempo después se convertiría en el amor de mi vida. 

—¿Fueron por un helado?. ¿No tenías frío después de mojarte con la lluvia? —Me pregunta Mía después de contarle aquella historia.

Sonrío recordando todo. —Yo le dije lo mismo y él me dijo riendo que siempre era momento para tomar un helado y más si estaba triste ya que el helado endulzaba el alma. Desde el primer momento fue tan especial. Sabía que ese día estaba sufriendo pero no hizo pregunta alguna. Sólo trató de distraerme y lo logró. Logró en unos segundos aliviar el dolor que estaba sintiendo.

—¿Después del accidente no hablaste con ellos dos?.

—No, —hago una mueca —ni quiero, aunque a estas alturas no les guardo rencor pero lo que me hicieron ellos dos no tiene perdón. Sufrí mucho en aquel entonces. Daniel fue lo que me impulsó a seguir adelante. Si no llega a ser por él no se que hubiera sido de mí ese día.

Nos quedamos en silencio y cuando no puedo más hago esa pregunta que llevo horas evitando.

—¿Crees que él se pondrá bien?.

Mía continúa  sin hablar por unos segundos. Se que está pensando en lo que me va a responder. 

—Eso no lo sabemos. Escuchaste lo que dijeron en el hospital. Hay altas probabilidades de que mejore pero hay que esperar. ¿Sabes una cosa?, entiendo perfectamente como te sientes. Es muy triste ver como una persona que quieres con toda el alma se debate entre la vida y la muerte sin poder hacer nada. Se que te sientes frustrada y hasta debes de creer que todo fue tu culpa pero no es así. Esas cosas ocurren muy seguido aunque no lo creas. Al menos ustedes aún están vivos. El destino les dio otra oportunidad. Pueden comenzar de cero, construir otra historia, aún lo pueden hacer. Peor es cuando ocurre lo que le sucedió a mi madre. Un cáncer me la arrebató. Yo si no puedo construir otra historia a su lado. Me toca seguir adelante sin ella pero lo tengo que hacer. Esta vez tengo que seguir por mis dos hermanos. Por ellos dos todo vuelve a tener sentido y si no lo tiene me toca crearlo.

Por un momento me duele el pecho y me entran ganas de llorar. No entiendo por qué la vida tiene que ser tan complicada. ¿Por qué a personas tan buenas les suceden estas cosas?. Suspiro y empiezo a hablar con un nudo en la garganta. 
—Lo se, tienes razón pero es difícil. Es muy difícil y complicado cuando estas cosas nos ocurren a nosotros mismos. —De mis ojos brotan dos lágrimas pero las logro controlar.  —Lo único que te digo —Estiro la mano hasta que al parecer la ve y la toma. La aprieto para darle ánimos —No puedes devolver a tu madre a la vida, pero si la puedes tener siempre en tus recuerdos. Ahí siempre va a estar y te va a acompañar a donde quiera que vayas. Las personas pueden ser borradas del mundo pues la muerte es inevitable pero si así lo queremos jamás serán borradas de nuestros corazones.

Mía no añade nada más, las dos sabemos lo mucho que duele hablar de estos temas. 

Camino a casa el silencio vuelve a reinar entre ambas y me vuelvo a sumergir en ese mar de pensamientos. Vuelvo a sentir que ese chico que tanto quiero está a mi lado. Que lo abrazo y lo recuerdo. Recuerdo cada detalle de su rostro. Su sonrisa de lado y sus bromas sin sentido. Recuerdo todo lo que vivimos porque recordar en gran medida es volver a vivir.  




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