Kael frenó la camioneta de Ethan frente a la entrada del hospital. Las luces blancas del edificio cortaron la oscuridad de la madrugada, pero para él solo existía una cosa: Lyra.
Abrió la puerta del conductor con brusquedad y rodeó la camioneta en cuestión de segundos. Cuando abrió la del copiloto, el olor a fiebre, sangre y veneno le golpeó el rostro como un puñal, Lyra había perdido fuerzas por el efecto de la mordida contaminada.
—Lyra —murmuró, su voz ronca, cargada de urgencia.
Ella tenía la cabeza ladeada, los párpados medio cerrados. Su piel estaba demasiado pálida, y la pierna herida tenía un pulso irregular.
Kael la levantó con cuidado, pero también con decisión. Su cuerpo era ligero, frágil, y él sentía cada respiración corta que ella daba como si fuera la suya.
—Ya llegamos —susurró, pegando su frente a la de ella un instante—. Debes aguantar, ¿me escuchas? Quédate conmigo.
Lyra abrió los ojos apenas y balbuceó palabras, su voz tan suave que casi no existía.
—Yo… no…
Las últimas palabras se hundieron en su garganta y se deshicieron.
—Shh, tranquila —respondió Kael, ajustándola mejor entre sus brazos mientras avanzaba hacia la puerta automática—. Estás a salvo. Yo te tengo.
Ella intentó volver a hablar, pero de su boca solo salió un murmullo confuso. Ni siquiera su fino oído lobuno pudo distinguirlo. De pronto su cuerpo se aflojó, Lyra perdió el conocimiento entre sus brazos.
—¡No! ¡Lyra! —rugió, aunque su voz quedó atrapada en un tono humano quebrado.
Apretó su cuerpo contra el suyo mientras entraba al hospital a pasos largos y desesperados. Su respiración se aceleró cuando sintió el pulso de ella volverse errático, como si se apagara y volviera a encenderse.
En cuanto cruzaron la recepción, las enfermeras se giraron sobresaltadas.
—¡Necesito ayuda médica inmediata! —ordenó Kael con voz de Alfa, profunda, dominante, una orden imposible de desobedecer—. Ha sido mordida por una criatura híbrida contaminada.
El personal reaccionó al instante, movilizándose sin cuestionarlo. Una camilla apareció a su lado.
Pero Kael no la soltó todavía. Miró a Lyra, inconsciente, su respiración temblorosa y débil.
—No me dejes —susurró, apenas audible—. No después de encontrarte.
Solo entonces, con un dolor feroz atravesándole el pecho, Kael la colocó sobre la camilla.
Y mientras los médicos se la llevaban, su mano quedó suspendida en el aire, queriendo seguir tocándola.
***
El despacho dónde se encontraba Raven estaba en silencio cuando el comunicador privado vibró sobre el escritorio. Él levantó la mirada, molesto por la interrupción, pero al ver el código del palacio, su expresión se endureció.
Respondió.
—Hable.
La voz del capitán llegó cargada de tensión.
—Señor… tenemos un asunto urgente con la Vientre de Luna.
Raven se incorporó lentamente en su silla.
—Explíquese.
—Unas concubinas vinieron a reportarlo. Aseguran que la señorita Libeyka la está maltratando. Dicen que le asignó oficios de esclava, muy por encima de lo permitido. Y… —hubo una pausa, como si el capitán dudara en continuar— afirman que lo hace por envidia, señor, por el favor que la chica está ganando con el Alfa.
Raven cerró los ojos un instante. Cuando volvió a abrirlos, su mirada era de pura amenaza contenida, exhaló por la nariz, un sonido frío.
—Perfecto.
El capitán al otro lado de la línea se sorprendió.
—¿Desea que detengamos a la señorita Libeyka?
—No. —La voz de Raven descendió a un registro grave, controlado, peligrosamente calmado—. Quiero que también pongan a la Vientre de Luna a lavar los baños de los sirvientes y los baños públicos del palacio.
Hubo un silencio total por varios segundos.
—¿Está seguro señor?
—Sí, usted sólo obedece.
—De inmediato, ministro.
La llamada terminó.
Raven dejó el comunicador sobre el escritorio, despacio. Sus ojos, fríos como acero templado, no mostraban emoción alguna, de repente comentó:
—Libeyka está intentando destruir a la Vientre de Luna. Si supiera que la diosa ya creó el vínculo con Lyra, cuándo lo sepa morirá de celos.
***
Raven fue por el pasillo del hospital con pasos firmes, la bata de los médicos todavía agitándose detrás de él por la rapidez con la que lo habían hecho entrar. Al llegar a la sala donde atendían al Alfa, empujó la puerta sin anunciarse.
Kael estaba sentado en la camilla, con el brazo vendado y la mandíbula aún manchada del rastro metálico de la pelea. Levantó la mirada apenas lo vio.
—Ethan ya está bajo arresto —informó Raven sin rodeos—. Lo detuvieron en la carretera norte. No tenía a dónde escapar.
Kael apretó los puños, pero exhaló lentamente.
—Bien. Ese maldito casi mata a Lyra, le haré pagar.
Raven asintió, comprendiendo más de lo que dijo.
—¿Y ella? ¿Cómo está?
Kael tensó los hombros, la dureza de su mirada apenas logrando ocultar el miedo.
—Le suministraron el tratamiento. La infección no avanzó demasiado, la traje a tiempo, pero está débil.
Raven respiró hondo, como si se preparara para decir algo que no quería decir.
—Alfa, hay algo que me tiene desconcertado con respecto a ella.
Kael levantó la mirada, alerta.
—¿Qué sucede?
Raven se acercó, bajó la voz.
—Son dos cosas que mencionaste sobre Lyra. Una… que era una mujer lobo. Lo dijiste con absoluta certeza.
—Lo es —respondió Kael de inmediato, sin dudar—. La vi intentar transformarse, su pelaje era blanco. Estoy seguro
—Pero en sus registros ella aparece como humana. Sus padres murieron en un accidente, ambos eran humanos, vivían en el distrito humano. No hay nada que sugiera que pertenece a otra especie.
Kael lo miró como si Raven estuviera diciendo algo ridículo.
—Estaba con ella cuando lo intentó. Vi su lobo. No fue una alucinación, era real.
—¿Y si solo fue? —Raven no terminó la frase. El peso de la mirada del Alfa cayó sobre él.
—¿Otra vez vas a dudar de lo que veo o percibo? —gruñó Kael.
—Perdóname, Alfa —Raven bajó la cabeza—. No es duda, solo es preocupación. Porque si lo que dices es cierto, entonces es aún más grave.
Un silencio tenso cayó sobre la sala.
—¿A qué te refieres?
Raven dio un paso más, casi murmurando:
—Y hay otra cosa que dijiste cuando estabas bajo efecto del sedante.
Kael frunció el ceño.
—¿Qué?
Raven lo miró directo a los ojos.
—Dijiste que Lyra… se parecía a la reina de la Manada Luna Azul.
Kael parpadeó, sorprendido.
—¡¿Dije eso?!
—Sí, y es extraño, no le di importancia, pero dices que su lobo apareció frente a ti.
El Alfa se quedó en silencio un largo momento. Intentó recordar. Intentó comparar.
—En el jardín del hotel… sí. Por un segundo pensé que estaba viendo a la reina Elara —admitió, como si le costara aceptar sus propias palabras—. Se parecía bastante.
Raven respiró hondo.
—Alfa ¿y si Lyra es la heredera de la manada Luna Azul de la que todos hablan? quizás ha estado oculta entre los humanos. No hay registros de ella entre los licántropos, nació en una zona humana. Pero si viste a su lobo, eso significa que alguien la ocultó deliberadamente.
Kael frunció el ceño con más fuerza.
—Entonces ¿por qué huyó de mí a pesar del vínculo?
Raven lo miró como si la respuesta fuera obvia y a la vez insoportable.
—Porque ella está huyendo de los lobos.
Hubo silencio.
Un silencio pesado, lleno de implicaciones.
Kael apretó la mandíbula. Algo oscuro y frío se agitó en su interior.
—Nadie va a arrebatármela —dijo finalmente, la voz casi un voto.
Raven tragó, sabiendo que esas palabras cambiarían el destino de todos. Luego comento:
—Mandaré a ocultar el cuadro de la reina de inmediato. Si Lyra se parece a ella, no es conveniente que alguien la compare.
***
Nadie detuvo a Libeyka, ni siquiera el capitán del palacio. Celeste frotaba con un cepillo el borde del inodoro de los baños públicos de palacio. Tenía los dedos entumecidos y los brazos temblorosos, pues tenía desde el día anterior limpiando, sólo descanso algunas horas, se acostó tarde por la noche y se levantó muy demandado, a limpiar sin parar.
El vapor de la limpieza le ardía en los ojos. Sus mejillas estaban encendidas, no solo por el esfuerzo sino por la humillación.
—Miren la gran Vientre de Luna limpiando nuestro baño. —dijo una concubina.
Otra carcajada se sumó.
—Cuidado que no se rompa una uñita —añadió otra con son burlesco.
Celeste apretó los dientes, sintió una punzada en su vientre. Pero siguió fregando.
Su cuerpo ya no podía más.
Le dolía la espalda, los brazos, sus piernas se doblaban con cada movimiento, además de ese dolor en el vientre.
Un mareo súbito la golpeó.
El mundo se inclinó.
Y de pronto, se desplomó.
El cepillo cayó de su mano y chocó contra el piso con un golpe seco. Celeste quedó tendida de lado, respirando de forma entrecortada, una mano sobre su vientre.
Libeyka apareció en ese instante, caminando con la gracia cruel que la caracterizaba.
Al verla en el piso, sonrió con un brillo maligno.
—Vamos, levántate —ordenó con voz aguda.
Celeste intentó incorporarse, pero el dolor en su abdomen la hizo tensarse.
—No puedo —sollozó—. Me duele el vientre. Por favor… necesito un médico.
Libeyka se inclinó, disfrutando del espectáculo.
—Ay pobrecita, olvidaba que eres una frágil humana. ¿Ya no puedes más?
Celeste lloró, hundiendo los dedos en su abdomen.
—No quiero perder a mi bebé, por favor.
Libeyka ladeó la cabeza, dejando que su sonrisa se ensanchara con perversión.
—Si pierdes ese bebé —susurró cerca de su oído— ya no serás la Vientre de Luna, y Kael no tendrá razón alguna para mirarte.
Celeste gimió, un dolor agudo la dobló. De repente vio su falda manchada.
—No… no… —su voz se rompió—. Mi bebé.
El silencio cayó sobre el harén.
Las concubinas, que antes reían, ahora se quedaron heladas.
—¡Ayudenla! —susurró una de ellas, retrocediendo.
Naisha apareció de repente, sintió un vuelco en el estómago. Miró a Celeste, luego a Libeyka y corrió hacia la salida.
—¡Voy por ayuda! —gritó sin mirar atrás.
Libeyka la fulminó con la mirada, pero ya era tarde. Los guardias irrumpieron minutos después, al escuchar los llamados.
Celeste fue levantada con cuidado y llevada a la enfermería del palacio.
Libeyka se quedó sola frente al desastre, su sonrisa desvaneciéndose mientras la realidad comenzaba a escapársele de las manos.
***
Nota:
Lindas lectoras, estos días estoy finalizando el libro que tengo de paga, el fin de semana estaré más libre y les haré una maratón.
A las nuevas lectoras que se andan quejando y se pasan de tono, por favor, respeten, yo no puedo dejar mi responsabilidad con el libro pago, deben entender que tengo que darle prioridad, y como ya respondí a algunas, personas en la plataforma hay libros de hombre lobo completos que pueden comprar y leer sin tener que esperar.
A las que me dan su apoyo, gracias de verdad, el libro cada día se va a poner más interesante.
Editado: 21.12.2025