La magia de leer ©

Prólogo

Mi nombre es Katie, estudio en una escuela privada, donde tengo beca, por lo cual debo mantener un promedio alto, y ser la más inteligente del salón no le trae buena fama a nadie, este en pública o privada, claro, se demuestra de diferente forma y con distintos límites, pero sigue sin traerte buena fama.

Por lo menos a mi no me va muy bien, para colmo, soy jefa de grupo y arta, no se porque rayos se me ocurrió postularme, no creí que fuera un salón así de horrible, además nunca había sido o tenido jefes de grupo. 

Eso es en el ámbito escolar-educativo, pero el ámbito escolar-social, las cosas no mejorar, mis amigas viven peleadas, yo quedo en medio, pero un poco más inclinada de un lado que del otro, ¿por qué?, porque siempre me hablé más con las otras, los niños son un desastre, siempre nos meten en problemas, cada vez el deseo de desaparecer se vuelve mayor y nisiquiera he entrado al ámbito familiar, pero, ¿para que contar toda mi vida?, ¿eso de que les sirve?, de nada, pero a mi si me sirve.

Desde que estaba en cuarto me ha llamado la atención leer, es tan sorprendente lo hermoso que puede llegar a ser la lectura, pero, desde que estaba en primero de primaria he sufrido, mis papas se peleaban mucho, un año después se divorsiaron, fue horrible, mi mamá empezó a ir a la iglesia, y cuando estaba en quinto, se vovieron a casar, pero aún así, en toda relación hay peleas, y yo no he podido madurar en ese ámbito, pues se divorsiaron cuando estaba aún muy pequeña, y a mi me devastó, a mi hermana también, pero de una forma diferente, a ella la amargo a mi me hizo muy sentimental.

Desde entonces mi hermana no es la misma niña con esa dulce sonrisa que estaba siempre alado mío jugando, yo entiendo que no tengo seis años, pero sigo teniendo inocencia en mi alma, desde que sucedio ese suceso del divorcio, mi hermana y yo empezamos a pelear mucho, llegó tal punto que una vez quise matarme, porque conforme ella hiba creciendo se vovía más grosera y en una pelea me dijo-muerete- y al nunca haber escuchado esa palabra salir de su boca entré en pánico, y me encerré en el cuarto, tome una nabaja, pero no me pude cortar, solo se puso rojo y luego se quito, no lo logré y después me fue a pedir perdón.  




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