LA MIRADA DE AYLA ADQUIRIÓ UN LIGERO MATIZ DE MIEDO CUANDO EL GIGANTESCO LOBO SE APARTÓ UN POCO DE ELLA Y SE ENCOGIÓ SOBRE SÍ MISMO, transformándose en humano, el lobo resultó ser un chico de la misma edad que todos allí, con casi dos metros de estatura y un descontrolado cabello negro, igual de pálido que Nathaniel y con ojos similares a él.
Ayla soltó un pequeño grito de horror, pero no era tonta, había visto suficiente de la conducta extraña de su prima, y después la transformación del chico, entendía ahora que sus padres la habían enviado a la guarida del lobo de la forma más literal posible. Bajó la mirada hacia el suelo, con los puños apretados a sus lados, tan enfadada como aterrorizada.
Eleonor se acercó con lentitud hacia Ayla, así no debían suceder las cosas, ella vendría, la mantendría a salvo en el interior de su casa lejos de las vistas curiosas y donde ella no pudiera afectar negativamente la vida de nadie, solo los conocería a Nathaniel y ella, y cuando el problema en su hogar se arreglara ella volvería a casa pero así no habían sucedido las cosas, no, Ayla era ahora la mate del alfa y no podían hacer nada para apartarla de sus garras.
Eleonor colocó su mano sobre el hombro de Ayla, con cuidado para no asustarla sin embargo ella permaneció rígida ante su tacto, tanto que preocupó un poco a Eleonor.
—¿Todos aquí son como él? ¿Tú eres como él?
Un nudo se formó en la garganta de Eleonor.
—Sí, todos lo somos, pero te lo voy a explicar.
Sin embargo Ayla no quería ninguna explicación, no en ese momento, se dio la vuelta y abrazó a Eleonor con fuerza, Eleonor podría ser el hombre de las nieves y eso no borraría su unión, si el tiempo no lo había logrado un secreto como ese tampoco lo haría, las lágrimas de felicidad brillaron en los ojos de la mayor mientras que Ayla solo se aferraba a su prima como si temiera que en algún momento esta fuera a desvanecerse.
Ayla ya no tenía tanto miedo, pues confiaba en Eleonor y si ella no creía que alguno de ellos fuera a hacerle daño en ese instante entonces ella tampoco, pues confiaba en Eleonor con su vida y poco más.
—Entonces, ¿también eres un perro? —preguntó a Nathaniel.
Eleonor reprimió una carcajada mientras William esbozaba una media sonrisa. Ayla era completamente impulsiva, solía decir lo que pensaba sin tapujos de ningún tipo en la mayoría de ocasiones, y si ella no fuera la mate del alfa seguro eso le habría traído problemas.
—Lobo, pero sí.
—Estupendo —murmuró, nadie supo si había sido sarcasmo o no.
—Pero no te preocupes, él sí es lindo, no como el otro que parece poseído presagio de la muerte —dijo Eleonor haciendo referencia a las veces que ambas veían Harry Potter, mientras señalaba a William, que instantáneamente frunció el ceño y le gruñó a la mujer.
—Él también es lindo —dijo sin pensar para después enrojecer por completo y que William sonriera arrogante—, sea quien sea, ¿quién se supone que eres?
—William Black, soy el alfa de la manada.
Ayla conocía un par de cosas acerca de los hombres lobo, sin embargo la mayoría de cosas que conocía eran gracias a programas de televisión así que no estaba del todo familiarizada con el concepto.
—Ah, claro... ¿Qué es un alfa?
Nathaniel soltó una carcajada al mismo tiempo que William gruñía enfadado.
—Vamos a casa —anunció William como una orden, mirando a Ayla.
—¿Disculpa? —dijo, sin lograr entender nada.
En ese momento, Eleonor decidió intervenir en defensa de Ayla, siendo inmediatamente respaldada por Nathaniel.
—Por favor, William, un día es todo lo que pedimos para explicarle todo —suplicó, podría tratar de defender a su prima con garras y colmillos pero no podría hacer nada contra el alfa, ni siquiera con el apoyo de Nathaniel, su única opción era que el alfa aceptara por voluntad propia.
—No —gruñó dando un paso hacia adelante, sus ojos brillando ligeramente en color rojo.
Eleonor hizo lo único que pasó por su mente, dio un pequeño tirón al brazo de Ayla que nuevamente había sido refugiada tras ella en contra de su voluntad y la colocó donde William pudiera verla, la mirada del chico se ablandó al instante, como solo sucedería en presencia de su mate, de su alma gemela.
—Por favor, déjame explicarle todo —suplicó nuevamente, pero no fueron las suplicas de la estúpida mate de su hermano menor lo que lo convenció sino la expresión de horror absoluto volviendo al rostro de Ayla.
—Bien —aceptó, su voz grave y amenazante envió un escalofrío directo a la columna vertebral de Ayla—, pero mañana antes del mediodía deberá estar en la casa principal, y no le podrán decir nada acerca de la historia, es sólo eso, una historia.
Eleonor se estremeció ante la orden, no quedaba nada que hacer al respecto aunque quisiera, era incapaz de desobedecer una orden directa del alfa, igual que Nathaniel y el resto de la manada, de hecho, la única persona que podía desobedecer era Ayla, pues al ser humana no tenía ningún tipo de ancla a esa manada ni mucho menos al Alfa.
Ayla realmente no comprendía nada, pero el tono que William había usado era realmente escalofriante, tanto que incluso se sentía más cómoda con el lobo gigante y tenía muchísimas ganas de decirlo, sin embargo ella acostumbraba a utilizar su cerebro de vez en cuando y notaba el temor que Eleonor y Nathaniel parecían profesarle así que más por el bien de ambos que por el suyo propio ella decidió callar sus absurdos comentarios y permanecer en silencio, confiando en que las decisiones que Eleonor estaba tomando eran por su bien y ella lo arruinaría todo si decidía interferir de algún modo.
William tenía las manos apretadas en puños, las apretaba tan fuerte que en cualquier momento seguro comenzaría a salir sangre, decir que estaba molesto era poco, estaba iracundo, él no solo era el alfa de la manada sino también el mate de la chica y era ofensivo para su autoridad que ellos creyeran tener más derecho sobre ella, pero podía ver el pánico en ella, además de que él no podía perder su tiempo explicando banalidades, ni siquiera a su alma gemela, así que antes de que su hermano comenzara a deshacerse en agradecimientos se dio la vuelta y abandonó la casa.