AYLA ESTABA INTRANQUILA, HABÍA ARGUMENTADO CON EL FIN DE TRANQUILIZAR A SU PRIMA, pero ella no se sentía mucho mejor de lo que estaba antes, jamás había estado verdaderamente alterada pero la cruda realidad era que a pesar de no tener miedo ella también sentía que estaba siendo vendida al mejor postor, y lo peor de todo, estaba siendo entregada a domicilio.
Apenas estuvieron afuera de la casa principal, Ayla no tardó en procesar las similitudes con todas las otras casas en el lugar, era básicamente como vivir en un condominio pero sin la fantástica casa club que tiene piscina, todas las casas eran sorprendentemente similares sin variaciones exteriores y con una fachada tan moderna que destruyo sus creencias de que los hombres lobo vivían en el pasado en cuestión de segundos.
Era todo allí tan moderno que Ayla se vio incapaz de referirse al lugar como una aldea pues eso significaría que ella estaba más atrapada en el pasado de lo que ellos estaban, pero no sabía que era ese lugar entonces, no era una aldea, pero tampoco encajaba bien en la descripción de un pueblo o ciudad, así que, ¿qué era en realidad?
La casa principal se veía similar al resto por fuera, cumpliendo con la misma estética, pero cuando la puerta crujió y ellas se encontraron en el vestíbulo pudo ver que era completamente diferente.
El interior de la casa parecía ser más rústico que moderno, el suelo cubierto de madera oscura, las paredes de un suave color hueso, la entrada tenía ciertas similitudes con el vestíbulo de un hotel siendo tan amplio, en esa zona el techo tenía la altura de la casa, al frente y al fondo había una escalera a una segunda planta y había algunos muebles que indicaban que esa era la sala.
La casa era gigantesca, como ninguna en la que hubiera estado antes, se preguntó a sí misma como harían para que funcionara la electricidad allí si no tenían postes ni cables ni nada que aparentara funcionar con energía, pero aun así había lámparas y enchufes que funcionaban, sin embargo, permaneció en silencio sin hacer ninguna pregunta que le hiciera parecer más tonta de lo que era.
Una joven mujer salió de una puerta al fondo del salón, tenía una extraña apariencia, su cabello estaba corto hasta sus hombros y parecía teñido para que las puntas fueran rubio cenizo mientras el resto de cabello era castaño oscuro, su piel estaba ligeramente bronceada y sus ojos eran ligeramente saltones, denotaban sorpresa, pero no se veía sorprendida de verlas allí, así que Ayla se imaginó que esa era su expresión facial habitual, era pequeña y delgada, tanto que los pómulos de su rostro se notaban a metros y le hacían parecer huesuda cuando si te acercabas en realidad era una complexión bastante normal para su estatura.
—Buenas tardes, ¿puedo ayudarles en algo?— pregunto con educación hacia ambas mujeres.
Ayla, astutamente, permaneció en silencio.
—Sí. Ella es la mate de William.
La expresión de la mujer adquirió emoción, una pequeña sonrisa de entusiasmo que trató intensamente de reprimir se observó en su rostro.
—Encantada de conocerla, mi nombre es Vera y trabajo aquí, si necesita algo puede acudir a mí sin ningún problema.
—Gracias —musitó Ayla.
Pareció notar repentinamente las maletas que Eleonor y Ayla cargaban, una cada una, y su expresión pareció escandalizada.
—Primero la llevaré a su habitación para que pueda dejar allí sus cosas, debe estar agotada por cargarlas.
En realidad, las maletas habían sido arrastradas sin mucho problema pues tenían llantas, sin embargo, Vera parecía verdaderamente segura de que ellas estaban agotadas y necesitaban un lugar para dejarlas, además de parecer emocionada por ello así que ninguna se atrevió a objetar nada y siguieron a la mujer escaleras arriba.
Si su habitación en la casa de Eleonor le había parecido grande, esa tenía el doble de tamaño sino que el triple.
Tenía una gigantesca cama king size cubierta en sabanas grises con una base de madera color chocolate, unas mesitas para café, una mesa de cristal con un par de sillas, un escritorio de la misma madera que la base de la cama, y Ayla podía seguir observando su alrededor pero no era necesario, eso que ya había visto era definitivamente suficiente para ella.
—Deje sus cosas en el sitio que quiera, señorita —dijo Vera—, si se siente con ánimos puedo llevarla a recorrer la casa, de lo contrario puede quedarse aquí con la señorita Eleonor hasta que el señor William llegue, tuvo que irse de improvisto a solucionar una situación con otra manada hace varias horas. No debe tardar mucho en volver.
Ayla estaba profundamente desconcertada pero no tanto como Eleonor, que mejor que nadie conocía el anhelo que un lobo sentía por estar con su mate recién descubierta, Eleonor más que desconcertada estaba verdaderamente preocupada por lo que podría haber sucedido para que William dejase el territorio de la manada y a su mate sin previo aviso, y lo que era peor, que Nathan se hubiera ido con él.
—Vera —el tono de Eleonor era afectuoso y lisonjero—, pero si tú y las demás chicas en la cocina saben todo lo que sucede por acá, debes saber a dónde se han ido William y Nathaniel ¿cierto?
Eleonor había acertado con Vera, pues como toda mujer joven sentía cierta debilidad hacia el chismorreo, así que tras darles una mirada dubitativa como si tratara de determinar si eran dignas de su confianza o no, se encogió de hombros y miró a su alrededor con precaución, temiendo que alguien más estuviera cerca para escuchar su íntima conversación, con un último vistazo hacia su alrededor, final mente habló.
—No sabemos mucho al respecto —dijo, Ayla notó que contenía la respiración—, pero escuchamos que una de las manadas un poco más al sur estuvieron teniendo quejas acerca de personas desaparecidas, están furiosos porque se supone que nosotros debemos protegerlos, ya conoce usted señorita Eleonor las políticas del alfa. Lucy escuchó al alfa y al beta conversando, dicen que los desaparecidos son solo humanos y ellos están tergiversando todo para hacer una protesta.