LOS GRITOS DE WILLIAM RESONABAN POR CADA RINCÓN PERO NO LLEGABAN NUNCA AL EXTERIOR, parecían rebotar una y otra vez en los gruesos muros pero jamás encontrar una salida, parecía que el clima había llegado a un mutuo acuerdo con los sentimientos de William y Ayla y una tormenta caía afuera, la lluvia golpeaba las ventanas estruendosamente y las fuertes corrientes de aire agitaban las hojas de los arboles desprendiendo aquellas que ya estaban sueltas.
Mientras el desconsuelo de Ayla era representado por la irrefrenable y arrasadora lluvia, el enfado de William era nada más y nada menos que la luz de los rayos iluminando el cielo además del destructor viento que por nada más que buena suerte no había arrasado con el territorio de la manada, ellos mejor que nadie sabían que era mejor hacer una casa de ladrillos que de paja o madera.
La tormenta era amenazante, fluía de un extraño modo que parecía querer decir que en cualquier momento se volvería un devastador huracán del mismo modo que la ira de William amenazaba con acabar con Nathaniel y Eleonor. Era iracunda la expresión de él, una irrefrenable furia para la cual no existía un solo refugio sobre la tierra, Nathan y Eleonor solo podían encogerse de hombros y abrazarse a sí mismos deseando desvanecerse, deseando dejar de sentir el enojo de William en el aire.
Eleonor había esperado furia, enojo, cuando él descubriera aquella información que ella había decidido callar pero igual estaba aterrorizada como nunca antes, en siglos el alfa jamás había estado tan enfadado, parecía haber perdido la razón encerrado en su furioso despotricar que a su vez estaba envuelto en tensión.
Esa información que Eleonor egoístamente había decidido callar había puesto en alto nivel de riesgo al alma gemela de su alfa, si ella seguía con vida era únicamente por dos motivos: que Ayla no le perdonaría que la matara y que si ella moría el hermano de William también.
Había secretos que podían guardarse, había secretos que las personas podían llevarse a la tumba sin problema alguno, pero el secreto que Eleonor había decidido ocultar a William y Ayla cruzaba ese límite implícito, pero la pregunta del millón era el motivo, ¿por qué no contar la verdad oculta tras la llegada de Ayla a la manada Black Moon? ¿Por qué ocultar la verdad de la llagada de Ayla a la vida de William?
Si bien en un principio Eleonor había hecho bien al no contarle nada a William pues este no le habría permitido traer a Ayla, cuando William descubrió su alma gemela en Ayla, todo lo que le sucediera a ella, cualquier minúsculo riesgo a la que pudiera ser expuesta, cualquier cosa que a ella le importara, todo lo que ella conocía y podía ponerla en riesgo le concernía a William también, Eleonor lo sabía mejor que nadie y aun así decidió ignorarlo.
Eleonor no tenía un verdadero motivo, simplemente un día comenzó a decir "lo haré mañana" una y otra vez sin importar el pasar de los días, como si fuera solo una tarea que tenía que hacer, lo dijo una y otra vez y al final el mañana se convirtió en nunca, hasta que Ayla lo descubrió por sí misma y decidió que William podía saberlo, o al menos eso es lo que ella creyó que había sucedido.
Eleonor estaba allí, escuchando a William gritarle sin una mísera pizca de autocontrol a punto de transformarse en cualquier instante para poder despedazarla tanto a ella como a su esposo, pero lo único que ella quería era poder irse a encerrar en su casa a rendir luto a los padres de Ayla que a su vez habían sido como padres para ella y cuya muerte también le había resultado un duro golpe. Para Eleonor la muerte de los padres de Ayla había sido como la de alguien con una enfermedad terminal, sabías que iban a morir y hablabas de ellos en tiempo pasado, pero cuando el momento llegaba de igual forma te derribaba por completo.
Eleonor necesitaba llorar por esa pareja, dos excelentes personas cuya vida alguien había querido arrebatar y ella lo había permitido solo por las suplicas de esa mujer que había sido como su madre, la sangre entre ellas no era la misma pero había crecido en esa casa con ellos como los únicos padres que había tenido.
Eleonor y Ayla sufrían el mismo tipo de agonía en diferente medida, mientras que William y Nathaniel experimentaban el dolor de las mujeres que amaban en carne propia, sin entender del todo porque se sentían profundamente miserables, simplemente sufriendo sin hacer preguntas ni comprender el dolor, pero después de todo, ¿qué era el dolor realmente?
El dolor era una tortura, era el conocimiento de una miserable existencia, era un castigo por algo que podías o no haber hecho. El dolor era el único que no juzgaba, mientras la Luna juzgaba la sangre y la muerte juzgaba las fatídicas condiciones, el dolor no tenía prejuicios, obligaba a todos sobre la tierra a sufrirlo hasta dar su último respiro, y cuando dejabas de sentir dolor significaba que dejabas de vivir. Vivir dolía, vivir ardía en el corazón de las personas como una llama inapagable que quemaba su interior, vivir dolía como caminar en el flameante infierno que esperaba al pecador.
No sabía lo que era para otras personas, pero como una silenciosa coincidencia no dicha en voz alta, William y Ayla estaban de acuerdo en que el dolor era parte de la vida, pero no por eso ardía menos, no por eso sufrían menos.
—Pudo haberse hecho daño —dijo, su voz resonaba en el gran salón terminando como un infinito eco en la cabeza de Eleonor—. Pudo haber muerto y no hubiéramos hecho nada porque no sabíamos que debíamos protegerla.
Ya no se trataba de un furioso grito que se confundía con un aullido de enojo, ni de exclamaciones incomprensibles pero molestas sino de un temple tranquilo pero cargado de rencor y decepción, tanto Eleonor como Nathaniel se estremecieron de pánico al escuchar el cambio, para cualquier otra persona los gritos eran peores, su expresión enloquecida era aterradora, sí, pero Nathan era nada más y nada menos que su hermano así que ese gesto... Esa necesidad de tranquilizarse para no hacerles daño y no lastimar a Ayla le hacía ver lo fuerte que era el vínculo entre ellos, lo fuerte que era la magia de la Luna, y lo fuerte que había sido su traición tomando eso en consideración.