El sonido seco de las hojas arrastradas por el viento se mezclaba con el murmullo apagado de los estudiantes que comenzaban a llenar los pasillos. Era un día más en la academia, pero para Yuuto, todo a su alrededor estaba teñido de silencio y distancia.
Caminaba con paso firme, pero lento, como si intentara no dejar huella. Su cuerpo desaparecía bajo una capucha que caía como una sombra densa sobre su rostro, ocultando cualquier rasgo. La mascarilla cubría su boca y nariz, dejando solo ver unos ojos apagados, casi esquivos. La ropa, holgada y oscura, parecía diseñada para borrar su presencia.
Nadie lo miraba directamente. No era sólo indiferencia, sino miedo disfrazado de curiosidad. Porque Yuuto no era un alumno cualquiera. En los pasillos corrían rumores que crecían con cada día, tan espesos y venenosos como la niebla matutina.
"Tiene cicatrices por peleas con pandillas."
"Dicen que atacó a una profesora en su escuela anterior."
"Es feo, horrible, nadie quiere acercarse a él."
Ninguna palabra era cierta. Ni una. Pero eso poco importaba. La verdad, en este lugar, era un lujo que Yuuto no podía permitirse.
Cada vez que alguien se cruzaba con él, apartaba la mirada rápido, como si temiera contagiarse de su presencia. Algunos se atrevieron a murmurar que era un monstruo, un demonio disfrazado de estudiante.
En realidad, Yuuto solo quería pasar desapercibido, sobrevivir a cada día sin llamar la atención.
En clase, ni siquiera hablaba. Cuando el profesor le hacía una pregunta, él sacaba un cuaderno negro, gastado por el uso, y escribía su respuesta con una letra clara, aunque pequeña. No le gustaba la voz humana, ni las palabras que a menudo lastimaban más que cualquier golpe.
El aula estaba dividida. Algunos lo miraban con desprecio, otros con lástima, y unos pocos, con una sombra de intriga que nadie se atrevía a reconocer en voz alta.
Pero Yuuto no era un misterio para todos.
Desde una esquina, una figura observaba, con ojos que mezclaban curiosidad y preocupación. No hablaba, no intervenía, solo veía.
Porque detrás de esa capucha y esa mascarilla, había mucho más que rumores y cicatrices.
Había un silencio que hablaba.
Y una historia que nadie había escuchado.