La mansión sin retorno

Capítulo 3. Los galardonados


Megan se dio la vuelta, lista para decirle «¿Quién te invitó?» sin embargo al darse la vuelta vio a una chica casi de su misma altura. Al momento que la otra chica vio el estupefacto rostro de Megan, su sonrisa arrogante se desvaneció y sólo quedó una cara de asombro.

—¡¿Megan?!

—¡¿Wendy?! ¿Qué pedo?

Ambas se miraron por unos segundos con bastante asombro, provocando un silencio incómodo entre los demás del equipo que no entendían nada de lo que pasaba entre ambas chicas.

—Perdón por interrumpir su... —Devon señaló a ambas— Lo que sea que suceda, pero ¿La conoces, Megan?

—Sí, es mi mejor amiga desde la primaria.

—Así que se conocen ya de hace tiempo... —subió sus lentes con lentitud.

—Así es, pero no te sientas mal April, tú también eres mi mejor amiga —Megan volteó a ver a la chica con curiosidad— ¿Cómo llegaste acá?

—Me secuestraron mientras compraba un atole, ¿Y ustedes?

—Nosotros tres —April señaló a los dos amigos—, fuimos secuestrados mientras regresábamos de la tienda.

—Yo fui secuestrada mientras compraba una bolsa Channel —se cruzó de brazos con un suspiro amargo—. Esa bolsa era única en su clase y ni siquiera me dejaron traerla conmigo para presumirla entre todos los pobres que hay aquí.

—Es una chica mimada y millonaria —le susurró Megan a April—. A de ser hija de papi.

April soltó una risa, cubriendola con su mano y agachando ligeramente el rostro.

—Bueno —Wendy juntó ambas manos, atrayendo la atención del equipo— aún nos falta una persona, ¿No es así?

—Cierto, observen a todos lados —ordenó Megan.

Todos comenzaron a ver para todos lados, pero a dónde sea que voltearan ya todos tenían equipo.

Un chico pelinegro se puso detrás de April, sin hacer un sólo sonido.

—Creo que alguien te quiere hablar, April —dijo Devon, señalando al chico de atrás.

April se dio la vuelta y miró al chico. Sonrió con alegría y se acercó a él, mientras Megan se dio la vuelta para verlo.

—¡Hola! —puso su mano muy cerca del rostro del chico, agitándola con entusiasmo.

El chico retrocedió unos pasos con timidez.

—Tarada, lo asustas —Megan le dio un pequeño y suave golpe en la cabeza a April. Volteó a ver al chico y le dirigió una sonrisa amable— ¿Cómo te llamas, amigo?

El chico se quedó callado unos segundos y luego tomó una gran bocanada de aire y lo soltó con un suspiro que, parecía, era para relajarse.

—E-Edward —tartamudeó torpemente, con el rostro agachado.

—¿Quieres ser parte de nuestro equipo? —sonrió Megan.

El chico asintió sin verla a los ojos y Megan le dio una palmadita suave en la espalda. La rubia lo vio con una cara de curiosidad, ella nunca había conocido a alguien así de tímido y por eso se le hacía rara la personalidad del pelinegro.

—Excelente, ya tenemos el equipo completo —sonrió Megan con entusiasmo.

—Tú te ves muy feliz en esta casucha mugrosa —soltó con burla la rubia.

—Eso a ti no te importa... —Megan se detuvo unos segundos y volvió a abrir la boca— Nunca nos dijiste tu nombre.

—Es cierto, que descuido de mi parte —sonrió y se llevó un mechón de pelo rubio detrás de la oreja—. Me llamo Christine Sorní Garza.

—¿Garza? —la miró Wendy, con curiosidad.

—Exacto, mi apellido te sonó por mi mami —le mandó un beso y guiñó el ojo.

—Sí... —Wendy la miró raro y suspiró, levantando las cejas— Es una diseñadora muy famosa.

—Obviamente, cariño —sonrió con arrogancia.

—Pues yo no la conozco —añadió, por primera vez, Devon a la conversación.

—Tú no sabes de moda, Devon, siempre usas la misma sudadera y el mismo pantalón.

—Eso me ofende, Megan —volteó el rostro y lo regresó de inmediato—. El pantalón no es el mismo.

—Imbécil...

Una de las personas con máscara se subió a un lugar alto y tomó un megáfono para hablar, captando la atención de la mayoría de los adolescentes.

—¡Escuchen, esta chica no tiene equipo, que alguien la tome para que podamos empezar!

Megan miró a la chica, la cual era un poco más alta que ella, su cabello pelirrojo y ondulado le cubría los hombros, sus ojos verdes miraban a todos con vergüenza y sus mejillas pecosas tomaron un rubor ligero.

—Podría ser de nuestro equipo —añadió Megan, sin quitarle los ojos de encima a la pelirroja.

—Ciertamente, me gusta su vibra —sonrió April.

La chica caminó por todos los equipos pero no se acercaba a nadie, al llegar al último equipo, Megan le extendió la mano con una sonrisa.
La pelirroja la miró a los ojos y le dio la mano, aceptando estar en aquel equipo.

—Genial, ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Elaine Pierce.

—Un placer, me alegra que puedas estar con nosotros —sonrió April.

—Me gusta tu ropa —añadió Christine con una sonrisa.

—Gracias —dijo Elaine con una sonrisa forzada, a lado de Megan.

—¿Por qué no tenías equipo? —preguntó Devon, acercándose un poco a la chica y sonriendo.

—Que discreto, Devon... —susurró Megan.

—Digamos que no suelo convivir con gente de mi edad y no soy muy buena socializando, entonces todos me apartaban y así quedé excluida.

—Que mal, pero ahora eres parte del club... —April miró a Megan— ¿Qué club?

—Deberíamos de ponernos un nombre —Megan sonrió—, para hacer menos pesado este lugar de mierda.

—¡Las mariposas extravagantes! —aplaudió Christine con una sonrisa.

Todos la miraron y negaron con la cabeza.

—Eso suena muy cursi y no es cool —dijo Devon—. Mejor hay que llamarnos «los suicidas».

—¿Por qué los suicidas? Creo que quedaría mejor si nos llamamos «los cazadores» —dijo April.

—La verdad esos nombres no van con nosotros, ¿Ineptos? ¿Raros? ¿Perdedores? Esos irían mejor con el equipo que tenemos —añadió Wendy.

—Habla por ti, cielo, yo no me identifico con tus nombres nacos —dijo Christine dándole la espalda a Wendy.

—Los fracasados —sonrió Megan.



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En el texto hay: suspenso, sangre y muerte, adolescetes

Editado: 27.01.2024

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