La Medicina Del Dolor

1.Inicio de una aventura

UNO

Mientras caminaba por las aceras de un pintoresco parque, me encontraba dentro del espectacular atardecer de Quebec, mirando al viento llevar las hojas de otoño hacia un lugar inhóspito y desconocido. Mi nombre es Héctor y soy escritor, he estado tan obsesionado con el mundo de la literatura que hasta podría devorar libros a diario. Supongo que esto es lo único que me ha llevado a ser feliz sobre mi miserable e insignificante vida. Dentro de los distintos libros donde he logrado acabar mis historias, intenté descubrir el significado de la tristeza y felicidad. Pero realmente nunca en mi vida he logrado sentir que significa estar enamorado de alguien y descifrar estos mundos en los que suele vivir el ser humano diariamente.

Decidí mudarme a Quebec por distintas razones, algo despertó mi atención cuando decidí explorar el mundo y vivir nuevas experiencias, cosas que me motiven e intentar superar este pasado del que me he encontrado atado todo este tiempo. He estado tan aburrido de mi país y los ciudadanos que pasaban por las ciudades a diario que me solía ser tan monótono y estresante.

Otra razón fue por aquel fallecimiento de mi padre, que simplemente me trae terribles y pésimos recuerdos. Cada vez que lo tengo en mi mente, provoca una sensación de tristeza y depresión que no puedo olvidar, como si estuviera en estos momentos a mi lado, simplemente sentía un inmenso cariño a él por todas las cosas que compartimos.

Él y yo habíamos creado un vínculo de amistad juntos, dos sueños que ambos queríamos tener, por un lado, él quería ser un sofisticado pintor y yo un simple escritor español embarcado a expresar este sentimiento que invadía en mi desde que tenía nueve años. Mi mente dejaba fluir su imaginación sobre un cuento de hadas que era más barato que alquilar revistas en un quiosco. Sin embargo, una de las cosas que mi padre solía decirme a diario, era de que nunca usara el arte como un trabajo, porque eso sería el camino al fracaso. Mi padre trabajaba en una fábrica de licor, recuerdo que en sus tiempos de soledad solía embriagarse con el ardiente vino tinto del mes. Era su manera de matar la estúpida depresión que lo invadía por no poder dedicarse a lo que quería y darse cuenta de que los caminos no siempre te llevan a los lugares que quieres ir, sin embargo, cuando se encontraba a solas con mi madre, solía delirar y decir a diario estas frases:

-Estoy harto de este desastre del que me encuentro, cuando se dará cuenta la vida que no estoy destinado para el trabajo, sino para la pasión y el arte.

-Sé que esto es difícil para mí y para los niños, pero debéis entender que esta es la realidad que vivimos los pobres a diario, a veces me encantaría decirte que lo que haces te ayuda en algo, pero nuestra vida no tiene misericordia sobre nosotros.

-Pero por qué a nosotros, los que solemos luchar a diario por este malvado mundo, que siempre nos da la espalda, donde lo único que nos interesa es la codicia.

-Sabes, tal vez para nosotros la vida no es como nosotros queremos, pero algún día te darás cuenta que nuestros hijos lograrán proponerse lo que ellos quieren sobre todo nuestro apreciado hijo Héctor.

Mi padre, solía trabajar a diario para poder superarse. Botaba hasta la última gota de sudor y todas sus fuerzas fueron gastadas con el paso del tiempo.

Sin embargo, aquel pasado, no sería olvidado ni para mis padres ni para mí, para mi padre lo único que le quedaba en esta vida era vivir con el ocio. El pobre ya botaba hasta su último aliento para seguir con vida, pero como el solía decirme <no todo es para siempre hijo>.

Pasó el tiempo y cuando me había mudado a Quebec, abandonando España con todo este dolor de sufrimiento y depresión descubrí que mi padre había muerto a causa de un supuesto ataque de neumonía. Aquel día las lágrimas se convirtieron en estrechos arroyos sentimentales de tristeza porque aquel hombre que era parte de la familia se encontraba en otro mundo lejos del dolor.

El único que no sintió pésame por aquella muerte, fue mi hermano Hugo ya que él nunca reconoció el rostro de mi padre y él se fue a mudar con mi tía a Quebec, éramos pobres y lo que ganaban nuestros padres era para nosotros, para seguir adelante con nuestras vidas. Por eso es que ahora he sentido este vacío, donde lo único que me hace falta es amor y la presencia de alguien que me de este cariño que solía recordar. Pero que podría hacer yo, sino dedicarme a trabajar en lo que no me gustaba como hacía mi padre hace tiempo después de todo, esa es la única salida para sobrevivir en este despiadado mundo.

De vez en cuando, con las únicas personas que solía hablar era con McCarthy mi primo, un policía que como todos defiende la seguridad de este pueblo diariamente y con mi hermano Hugo que como dije lo conocí por primera vez gracias a mi tía cuando trabaja en un albergue.

Solía trabajar en una editorial llamada “Le Rose rouge” en aquel lugar, solía escribir en el periódico, mi jefe era un descarado y mezquino. Cada vez que solía pedirle algo, él solía molestarse conmigo y las veces que decidí ir a España el solía decirme que no podía porque tenía que estar metido en sus “asuntos”.

Solía caminar por las aceras desoladas, donde sólo el espacio remoto y vacío se encontraba en las noches mientras deliraba por todo lo que me sucedía.

De ahí un inmenso vacío, me hizo desconocer que se siente ser apreciado por alguien que verdaderamente amas, a veces es difícil superar a alguien cuando está muerto. Mi vida ahora era tan desastrosa e insulsa como una gaseosa puesta al sol. Cada noche estaba sentado en una banca desolada esperando a los autobuses llegar a mi parada. Mientras esperaba el bus solía escribir en un diario nuevas ideas que tendría para mis nuevos proyectos ya que, he perdido la motivación de volver a escribir, como si algo me faltara a parte de un lapicero, un cuaderno o un borrador para tomar notas de lo que se me llegaba a la mente. Era casi las once de la noche, la luna y las estrellas radiantes iluminaban las obscuras aceras de Quebec.



#32676 en Novela romántica

En el texto hay: romance, drama

Editado: 23.05.2020

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