DOS
En una mañana soporífera, acostado sobre mi cama tan dura como una roca, me levanté y preparé un café amargo para darme más energía y me metí a las relajantes aguas de una tina rosa. Tenía un afán de fumar cigarrillos ya que eso me relajaba y algunas cuantas veces escuchar a John Coltrane “a love supreme” vinilo que mi abuelo me había regalado cuando era joven. Estaba preparado y algo entusiasmado porque hoy sería un día distinto e inesperado según yo, el día que tal vez si imploraba al cielo, me haría descubrir algo nuevo e interesante en esta vida y que por algo estoy vivo, salí de mi ducha y leía un periódico mientras llevaba puesto una bata y vi en el inicio de las noticias el siguiente artículo:
“El libro ‘como vencí el amor por la luna’ de Hanna P. Torrens fue un total fracaso”
Cuando leí esto, me dije a mi mismo del cómo puede haber personas llamadas “escritores” sin jamás haber leído un libro en toda su vida, nadie lo entendería a veces con mis 32 años de vida que tengo le agradezco a mí vida a pesar de todo por la doctrina de conocimientos que tengo de este mundo y de lo que suele suceder. Obviamente yo conocía a Hanna porque era mi compañera de trabajo, siempre me había dicho que escribir un libro era una de las cosas más sencillas y simples que se podía hacer y sobre todo ella, una mujer tan preparada en el mundo de las noticias. Recuerdo que cada vez que prendo el televisor veo su nítido rostro en la pantalla. Una de las cosas que más amaba y deseaba era escribir una novela igual que yo, mi jefe después de todo tenía un gran aprecio a ella que decidió publicarle su libro, pero las cosas no sucedieron como ella quiso, talvez la mala suerte la llevo a este destino.
Aparte de aquella mala noticia, leí otro artículo que decía sobre una profesora llamada Jeannette Harbor, la cual había sacado maestría y por lo que veía era igual que yo, una amante a la literatura. También en este artículo hablaba del cómo ha progresado su carrera de maestra en historia de una manera extraordinaria.
A pesar de que no la conocía hasta que leí el periódico, una gran curiosidad despertó en mi sobre aquella mujer cuyos ojos eran tan azules como las lagunas profundas, se veía que era alguien agradable. Era una mujer con un alto coeficiente intelectual y lo sabía por qué tan solo pude detectar su mirada y saber que era una persona admirable. Al terminar de leer el periódico, intentando relajarme mientras el humo del cigarro corría por toda la sala, decidí salir de mi apartamento. Vestía una corbata negra de seda y llevaba unos lentes circulares, mi barba seca y cabello castaño lucían de manera radiantes, usaba unos zapatos de cuero y un traje de gris claro con una camiseta blanca y solía llevar mi caja de cigarrillos, muchos amigos siempre suelen detectarme como un hombre de cincuenta años por mi forma de vestirme, pero la verdad es que tenía treinta y dos años, salía de mí apartamento y en ese momento me saludó mi hermano y solíamos decirnos:
-Buena Suerte Héctor.
-Igual Hugo
Lo más curioso es que yo era el menor y me trataban como el mayor, mientras que mi hermano era el mayor y parecía como si él fuera el menor. Lo único que siempre me llamaba la atención, era su mostacho que solía usar nunca se lo cortaba ya que según él era como si dios le hubiera dado algo que le daba suerte, una especie de superstición de ahí le llamó la atención la religión, solía leer la biblia a solas cuando estaba fuera del trabajo y cada noche, cuando salía del trabajo solía rezar en la iglesia San Roque.
Al salir de mi apartamento decidí revisar en el buzón si había una carta, ya que de vez en cuando solía tener una que otra carta y por lo que veía era mi editorial en la que trabajaba, al abrirla esperaba que no hayan sido noticias nocivas. Por lo que veía trataba acerca de la oportunidad de hacer mi libro, ellos dijeron que estarían a gusto en leerlo con la condición de que fuera algo único y creativo y que harían lo posible por verlo.
En ese momento un sentimiento de felicidad se había apoderado de mí, sabía que ya podía aportar algo al mundo, pero tenía que ser algo creativo y tan perfecto como una obra de Leonardo Da Vinci, la buena noticia es que solo tenía tres meses para culminar mi obra y tenía que pensar desde ya el argumento de mi libro. Al llegar a la editorial “Le Rose Rouge”, miraba el tapete rojo que se encontraba en la entrada y al entrar me encontré a mi jefe con una sonrisa alegre diciendo:
-Sabes Héctor, desde hace mucho tiempo he sabido que has querido escribir un libro y después de aquel fracaso de Hanna decidimos dejar atrás aquello y meterte a ti como escritor, sé que tienes mucho talento y sé que eres la promesa actual, así que también como mi mano derecha, he decidido que tomes la oficina solamente para ti.
-Vaya, señor sus palabras me halagan nunca me había dicho una noticia tan genial, le prometo que será la mejor novela que jamás habrán tenido.
-Ojalá que así sea, todos te daremos nuestra confianza para que sigas aquel sueño que siempre quisiste.
Desde hace mucho tiempo, tenía pensado aquella historia que quería escribir, algo que provocara un sentimiento y emoción, sin embargo, fueron pasando los días, a veces había tormenta y otras veces el calor me daban unas ganas de romper mi escritorio, a veces para matar los nervios decidía morder mi lápiz como un niño de tres años, estaba sentado en mí escritorio y estaba al lado de mí máquina de escribir, pero había una cosa que me impedía seguir como si las ideas fueran tan escasas, estaba tan furioso que no podía controlarme.