La Medicina Del Dolor

3.Tormenta Otoñal

Tres

Después de culminar un día de trabajo cansado y aburrido, decidí caminar nuevamente por el obscuro parque irradiante en el anochecer. De repente una fuerte tormenta vino, la lluvia solo caía y caía, las hojas se humedecían por el agua que caía sobre ellas y tan solo sentía la pequeña agua que se adentraba a mis cálidos pies mientras que se presentaba un fuerte olor ácido de la lluvia. Saqué mi sombrilla y decidí buscar un refugio donde pudiera acampar, sin embargo, mi única salida para volver era el bus de doble piso que venía cada media hora, así que decidí esperarlo en una banca. La lluvia caía encima de mí como si estuviera dándome una ducha fría y en ese momento, una forma con curvas caminaba, era la joven profesora. Ella no tenía un paraguas y se estaba empapando, así que fui hasta donde estaba ella no podía ver muy bien, pero sabía que era ella por su forma, la lluvia hacía que su rostro se viera completamente borroso.

En ese momento pude ver sus dos gélidos ojos como la nieve y su bello cabello corto rizado y rubio, sus labios se congelaban del fuerte frío y tan solo su cara decía claramente de que no quería estar en un lugar como este, en ese momento con mi paraguas me acerqué y dije:

 

-Disculpe ¿necesita ayuda?

Ella respondió:

-Estoy bien, gracias…

 

Sabía que algo le pasaba por su mirada, pero no sabía realmente que y decidí intentar conversar con ella:

 

-Espere usted espera este autobús cierto?

-Así es no soy muy nueva por aquí, soy canadiense pero no he vivido tanto tiempo en Quebec como usted.

- ¿Cómo sabe usted que vivo en Quebec? -Cuestioné con inmensa curiosidad.

Saca un cigarro y con una voz ronca y rasgada como la de una anciana dice:

-Al igual que usted, cuando lo vi, estaba por la cafetería el cual me suele exhalar de vez en cuando y también por el mismo parque donde suele trotar. En realidad, vivía en Montreal, pero decidí mudarme, alguien como yo necesita tomar descansos. Trabajo duro y no me ando esperando en la ciudad una media naranja…

- ¿Ya veo, así que sabe de literatura verdad?

-Así es aparte de mi carrera de literatura he sacado otra en lingüística. También iba a estudiar licenciatura en idiomas, pero no me sentía muy cómoda y era una amante a devorar libros, durante mis años de universitaria también era aristócrata y mi doctrina de conocimientos era elevada, por eso es que no cualquiera hablaría conmigo, algunos dicen que estoy loca que se me asemeja a un droide de la era moderna por mi sabiduría, pero era mentira. Por cierto, ¿quiere un cigarro?

-Tranquila ya tengo los míos.

En ese momento, me pude dar cuenta que no era el único que estaba sintiendo lo mismo en mi vida, al llegar el autobús decidí comportarme como un caballero y darle el paso de subir a ella primero, pero jamás había encontrado a alguien tan perfecta y distinta como ella sentía que no era la mejor modelo, pero era la mejor chica que este mundo por cosas del destino me daría dar a conocer. Solía hablarle de mi vida al igual que ella de la suya si algo teníamos en común y en lo que conectábamos los dos era nuestra forma de pensar, nos contábamos cuentos de hadas sacadas y cada palabra era como versos sacados de un poema, era tan perfecta tan solo verla, en ese momento había llegado a mi destino, cuando bajé de mi autobús, la lluvia había terminado le di su beso de despedida con un <adiós amiga, cuídate> caminaba en Quebec cuando vi los postes iluminados, los arbustos del parque eran tan verdes y luminosos como la víspera de navidad, cuando salí de ese autobús jamás había estado tan feliz, sentía que ella había dominado mi mundo y se quedó con la mitad de ella.

Llegué a mi casa y sólo descansé y vi la televisión, mis ojos estaban borrosos del sueño, de repente aquella noche soñé con ella, con su bella mirada resplandeciente, que hacía darme esa sensación de estar enamorado, soñé que estaba otra vez con ella en la misma parada, tan sólo esperaba encontrármela de nuevo y volver a verla.

Al siguiente día, en aquella mañana de verano, estaba sentado en la misma parada hasta que la volví a encontrar, ella tenía que seguir con su trabajo. Lo que más le fascinaba era ser escritora igual que yo, pero el destino la llevó a sacar su carrera de maestría y decidió hacerlo para empezar en el instituto que se encontraba cerca de aquí, yo mientras tanto solía visitar a un grupo de socios de mi trabajo. Teníamos un evento de tenis, lo peor era que soy demasiado malo y no sabía definitivamente que iba a pasar, pero al menos iba a ver un buen vino el cual me haga olvidarla a ella para no terminar obsesionado.

Mientras llegaba vi la cancha de tenis, con ese color tan verde como los bellos árboles que la rodeaban. Vi a mi socio de trabajo, su nombre era Richard, era joven y por así decirlo era un ambicioso mujeriego, y su mayor pasión era el tenis y a su lado estaba su prometida, su nombre era Kelly. Ella simplemente se enamoró por su simple cuerpo de atleta que tenía y aquellos brazos brazos hipertrofiados que tenía, mientras que yo era un debilucho. Al llegar vi a mis otros compañeros llegar, en ese momento llegó Richard con su prometida y dijo:

 

-Mi querido Héctor Banderas, el nuevo escritor que nos hará famosos ¿Qué tal te va?



#32883 en Novela romántica

En el texto hay: romance, drama

Editado: 23.05.2020

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