Siete
Cuando el sol bajaba la mirada para que el anochecer despertase, estaba arrecostado al lado de Jeannette, viendo un pequeño lago el cual se veía transparente e iluminado por la luz. Entonces Jeannette me preguntó:
-Sabes, quiero agradecerte lo que estás haciendo por mí, aunque solo debo decirte que no te debes preocuparte tanto por este trabajo para salvarme.
- ¿A qué te refieres con eso? Exclamé
-No sé cómo decírtelo, pero sabes cuando estoy cerca de ti es como si la muerte no existiera, que lo de mi alrededor es tan solo fantasía imaginada por mi visión. ¿Aunque por otro lado siento que estoy muerta, debe ser raro experimentar estar muerto no crees?
-Supongo que sí…
Esa noche parecía estar tranquilo, respirábamos el fresco aire y mirábamos hacia arriba los astros y estrellas que hacían brillar el cielo. Entonces de repente llegó la lluvia y decidimos correr y relampagueaba tan fuerte como si una roca callera sobre un techo de zinc.
Fuimos tan rápidamente hasta casa para no mojarnos, de pronto un rostro familiar llegó hasta nosotros con una barba desaliñada y tenía ese perentorio a esos viejos borrachines de cantina y estaba pidiendo ayuda asustados porque desconocíamos ante el individuo que estaba presente a nosotros y nos dijo:
-Vosotros, necesito vuestra ayuda señores.
- ¿Le pasa algo señor?
-Sí, verá estoy encontrando un lugar dónde esconderme de la policía, ellos me quieren llevar a la cárcel.
-Señor, disculpe, pero no lo conocemos y segundo no nos vamos a meter en su problema, debemos llegar a nuestro apartamento.
-Por favor, tan sólo pido vuestra ayuda llevo días sin comer, necesito un hogar, un lugar donde esconderme.
-Está bien, pero sólo por esta noche ¿de acuerdo?
-Está bien, se lo agradezco mucho señor.
-Con gusto.
Tan sólo había recordado la palabra de mi madre una joven persona tiene que ayudar a sus mayores, y este hombre era de tener la pinta de que nos iba a hacer algo malo, pero después de todo, teníamos una pequeña confianza la cual nos hizo acordar de ese viejo dicho que decía “las apariencias engañan”.
Al llegar, mojados por la fuerte lluvia, fuimos a tomar una ducha caliente y empezaba a abrir mis poros. Mientras que el viejo individuo estaba sentado en un sofá algo nervioso y Jeannette empezó a interrogarle algunas cosas, empezaba a tartamudear y mostraba un aspecto de miedo y rencor, pero esos ojos y esos ojos me recordaban a mi compañero de trabajo, talvez estaba equivocado o talvez no y solamente cuando salí de la ducha escuchaba sobre la pared lo que decía, sus palabras se asemejaban como si estuviera disculpándose con nosotros pero la pregunta era por qué y de repente él se me acercó y dijo:
-Disculpe señor, sería tan amable de prestarme su baño
-Claro
Caminaba y dejaba un olor repulsivo el cuál daba hasta arcadas, sentía como si me iba a desmayar una mezcla entre olor a basura. Al bañarse decidí revisar la puerta ya que estaba abierta, todavía sentía un poco de desconfianza y de repente mientras cortaba su barba desliñada me pude dar cuenta quién era y porque su rostro me parecía recordar a alguien y entonces fui a la cocina con Jeannette estaba probando la deliciosa Lasaña que su madre le había enseñado y le dije:
-Oye amor, necesito que me dejes a solas con este hombre
- ¿Pasa algo Héctor?
-Tranquila es algo en lo que no deberías interferirte, sería algo malo ver a una delicada y bella mujer estar a solas con un hombre que tal vez te lleve al infortunio destino, así que sólo ve y duerme de acuerdo.
-Como digas cariño.
Y entonces al bajar estaba el hombre el cual dio un gran cambio por su rostro, se encontraba destruido y desliñado y tan sólo los vi a los ojos de una manera seria y decidí darle un trago de un vino era del 46’ y también un pedazo de la lasaña que había preparado Jeannette y dije:
-Valla que coincidencia, pues miren a quién tenemos aquí. ¿Llegaste para traer el deseo de maldición a nuestro hogar o tan sólo vienes a decir sobre lo orgulloso que te sentías al lado de tu amada y maravillosa esposa que es Kelly?
-Lo sé, sólo os pido que tengáis rencor ante mi presencia y que no me hagáis daño se los suplico.
-No te haré daño, y tampoco te romperé la maldita cara de imbécil que tienes, sólo vengo a decirte que ojalá hayas aprendido la lección.
-Pensé que olvidarías los problemas que ocurrieron, por eso sólo pido que tengas compasión ante mi presencia.
-Lo malo siempre quedará, como una mosca que mancha la ventana de un automóvil y lo sabes muy bien, ahora sólo eres la rata sucia de las alcantarillas que rodea la ciudad. ¿Y no sé qué fue lo que hiciste para terminar en esto, pero más te vale que no traigas la maldad a mi hogar, porque si ese es el caso lo primero que haré es golpear tu cara que perderás esa sonrisa que expresa lo miserable que es tu vida ¿entendiste?
-Está bien sólo te lo diré, los policías saben que fui el que ocasionó la manifestación la cual hace que casi toda Canadá estuvieran perdidos, pero que podría hacer yo que estar escondido durmiendo en una caja de cartón, he probado cosas tan repugnantes que ni tú sabes que significa sufrir fuera de tu hogar y ahora soy un ladrón y lo admito amo robar porque eso me ayuda a tener dinero, anoche decidí ir a la joyería más cercana y robé pero una niña la cual tenía un rostro tan inocente con rasgos a la de una adolescente. Estaba aterrada tenía un anillo, yo no la quería matar, pero dentro de mi yo psicópata rondaba el deseo de asesinarla y así lo hice le disparé, la dejé inválida y sabes ahora me siento bien, pero al mismo tiempo mal y por eso los policías me buscan. Ustedes los sabios no lo entenderán, dirán que estoy loco que necesito a un psiquiatra que me revise, pero saben me encanta hacerlo ¿ves este anillo? Pues esa niña me lo dio y ahora los encontré a ustedes y al inicio pensé matarlos, pero de repente mi mente me dijo que no lo hiciera que ellos me salvarían.