La melodía de un nuevo amor.

Capitulo 7

La decisión de mudarse a Alcalá de Henares se tomó con una rapidez inesperada. En apenas unos días, Nuria y David hicieron las maletas, despidiéndose de Álvaro y Noelia con una mezcla de gratitud y alivio. Antes de emprender el viaje por carretera hacia su nuevo destino, hicieron una breve parada de una semana en Valencia. Para Nuria, regresar —aunque fuera por poco tiempo— a su ciudad natal fue un respiro necesario, un retorno a esa familiaridad que tanto había añorado durante su estancia en la lejana Mallorca.

El reencuentro con su madre fue un abrazo largo y sentido, un instante de conexión profunda en medio de la incertidumbre. La reciente noticia del divorcio de sus padres aún flotaba en el ambiente, creando una atmósfera frágil. Aun así, la entereza de su madre ofrecía a Nuria un apoyo silencioso pero reconfortante. Sus hermanos, Pablo, de dieciocho años, y Javier, de veinte, la recibieron con una mezcla de sorpresa y afecto. Su hermana pequeña, Paula, de apenas seis años, se mostró especialmente feliz de tener a Nuria en casa, aunque fuera solo por unos días.

Durante la estancia en Valencia, David se comportó de manera educada, aunque distante. Saludó cordialmente a la madre de Nuria y mantuvo algunas conversaciones superficiales con Pablo y Javier sobre música y planes de futuro. Sin embargo, su mente parecía ya estar en Alcalá, centrada en esa nueva oportunidad que ambos anhelaban.

La cercanía con su madre, que también vivía en Valencia, seguía marcando profundamente su comportamiento. Aunque convivían juntos los días que estaba con Nuria, su madre también tenía que estar, independientemente de donde fuera. La madre de David se apuntaba, y David parecía necesitar su aprobación para cada paso que daba. Nuria ya estaba acostumbrada a esa dependencia emocional, aunque no dejaba de incomodarla. En más de una ocasión, se había sentido desplazada por esa relación casi simbiótica, una “mamitis” que ella intentaba tomar con humor, pero que cada vez pesaba más en su día a día. Incluso durante esa semana, David desaparecía por horas sin avisar, alegando que había ido a ver a su madre, y cuando regresaba, traía consigo no solo su voz, sino sus opiniones disfrazadas de sugerencias.

Nuria procuraba no decir nada. No era el momento para discutir, pero no podía evitar preguntarse cuánto espacio habría para su propia voz en una vida tan compartida entre dos mujeres.

La semana pasó velozmente entre comidas familiares, paseos por los rincones más queridos de la ciudad y reencuentros con las amigas de Nuria. Todas se mostraron curiosas por su experiencia en Mallorca y entusiasmadas por su nueva vida en Alcalá. Pablo y Javier se unieron a algunas de esas salidas, aportando su particular humor y distintas perspectivas.

Cuando llegó el momento de partir hacia Alcalá de Henares, Pablo sorprendió a Nuria con una propuesta inesperada:

—¿Puedo ir con vosotros? Total, no tengo nada mejor que hacer ahora… y así veo cómo le va a papa.

Su madre, tras meditarlo brevemente, accedió. Vio en ese viaje una oportunidad para que Pablo pasara tiempo con su padre y explorara nuevas posibilidades antes de decidir qué camino tomar.

Así comenzó el viaje hacia Alcalá, con David al volante, Nuria de copiloto y Pablo en el asiento trasero, absorto en sus pensamientos y con los auriculares puestos. El silencio en el coche se rompía de vez en cuando con las indicaciones de David sobre la ruta o alguna pregunta ocasional de Nuria, preocupada por cómo se sentía su hermano. Ella lo observaba por el retrovisor con ternura fraternal, aunque no podía evitar esa punzada de incertidumbre ante la nueva etapa que ahora, inesperadamente, compartirían.

Mientras dejaban atrás la costa valenciana y se adentraban en el paisaje del interior, los pensamientos de Nuria volaban hacia su padre. Esperaba que esta mudanza no solo les brindara nuevas oportunidades laborales y académicas, sino también la posibilidad de reconstruir el vínculo con él. Ahora, con Pablo a su lado y lejos de las tensiones vividas en Mallorca, albergaba la esperanza de un nuevo comienzo… aunque sabía que algunas tensiones, como la presencia constante de su suegra, no se quedarían atrás tan fácilmente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.