La mentira

Nieve blanca: Cicatriz en forma de cruz III

Capítulo 6.

Nieve blanca: Cicatriz en forma de cruz III

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En tanto muy lejos de allí y de los recuerdos de Viktoria con Mihael, se hallaba justo aquel hombre que ahora era causante de la desgracia de la desaparición de Björn.

Laarson Refilsson, el sujeto cuya intenciones o filosofía podría resultar un completo misterio. Hombre marcado por la maldad y el odio que llevaba en el cuerpo como muestra de las quemaduras que llevaba desde hace cinco años, cuando terminó calcinado en un incendio provocado por Viktoria Sterling del cual pudo escapar y que ahora buscaba su venganza.

Quizá su cuerpo estaba hecho un chamusco, que ni siquiera las numerosas cirugías pudieron arreglar del todo, pero sus habilidades no habían mermado. Como se lo consideró muerto durante aquel incendio, también lo declararon cesado de sus funciones como agente de la unidad especial al cual estaba asignado. Nadie excepto muy pocos, incluido su esposa y su hermano de armas, Hank, sabían que él vivía retirado en su casa de Seattle, su verdadero bunker y centro de sus operaciones ilícitas, desde donde dirigía todos los movimientos.

Refilsson había hecho eso de manera premeditada, para evitar que se lo reconociera y se saliera el rumor de su muerte, y con ello pudo realizar sus nuevas actividades ilícitas a gusto y a la sombra.

Con sus altos conocimientos contraídos durante su trabajo en la agencia secreta, también contaba con ayuda de su hijo adolescente Colton Benedictis, a quien él mismo había entrenado en ese oscuro mundo, desde muy pequeño. Colton no era hijo de su esposa.

Desde vender información a otros países, narcotráfico y asesinatos de alta gama por encargo. Todo desde la sombra.

Pero ahora mismo estaba muy enfadado, tanto que tuvo que alzar la modulación del aire acondicionado para que traspasara el calor que le había subido al cuerpo.

Hank, su hermano, había venido con malas noticias.

En realidad, no eran hermanos de sangre, pero como aquel hombre, también fue otro discípulo que entrenó con él, cuando se adiestraba con Lee Sato, aquel poderoso monje que le había acogido luego de huir de Takeru Ren, es que tenían esa etiqueta de hermanos de armas.

El problema que trajo Hank, era uno más de los varios que éste ya le estuvo trayendo en los últimos tiempos. No podía negar que "su hermano" se había vuelto un incompetente.

Se le había perdido un cargamento completo de armas que debió haber llegado a Shanghái, el cual ocasionaría problemas que Refilsson tendría que enmendar con su propio dinero. Sin contar el malestar a su buen nombre.

— ¡Eres un inepto, Hank!

El hombre, un gigante de facciones avejentadas y dueño de unos ojos negros que daban miedo. Era mayor que Refilsson y ya rozaba los cuarenta años. Su especialidad eran las artes oscuras y muchas veces sus servicios fueron cruciales para su cruel compañero, luego devenido en jefe que quiso echarlo de su organización en numerosas ocasiones. Pero ante los ruegos de Hank, Refilsson volvió a darle una tarea de transporte, el cual desafortunadamente había salido mal.

Hank le fue de mucha ayuda al inicio, eso no lo negaba, pero con el tiempo se volvió una molestia y Refilsson no era lo que se decía especialmente compasivo, ni siquiera con una persona que era algo así como su "hermano mayor de armas". No olvidaba que ambos habían recibido instrucción con el mismo hombre, pero ni eso era suficiente para hacerle sentir aprecio por Hank.

Refilsson estaba furioso. Hasta tuvo un impulso de matarlo, pero solo una intervención de Colton lo detuvo. Con un arqueo de cejas, le recordó que su mujer aún se hallaba dentro del recinto.

Refilsson tomó aire ante la mirada temblorosa de Hank que estaba arrodillado frente suyo.

—Lárgate de mí vista, Hank.

El viejo hombre tragó saliva.

—Sí, hermano, lo que ordene — y salió raudamente del sitio de la vista de su malvado "hermano" agradeciendo mentalmente la presencia de su cuñada en el recinto, ya que solo porque ella estaba en el lugar, fue que Refilsson no lo había matado por extraviar aquellas armas.

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Cuando se quedaron solos y luego de hablar de los otros negocios que tenían pendiente, pasaron a hablar del tema que Refilsson consideraba crucial.

—He decidido que tú la acompañes. Nuestro informante me avisa que Sterling junto a Skye están a punto de ir a buscarme en la trampa — habló Refilsson en voz ligeramente baja

—Solo ella irá con nosotros. Ya tengo el pretexto correcto. Ese niño, que resultó ser hijo de Skye entonces será traído aquí, ¿no? — preguntó Colton

—Sí, no quiero que mi esposa vea al mocoso. Déjalo con tu madre. Será algo extraño de explicar.

Dicho esto, Colton hizo una corta reverencia y salió del sitio, dejando a Refilsson pensando. Si iba a vengarse, entonces usaría todos los recursos que tenía. Y como los jugadores en la cancha habían aumentado, con el ingreso de Skye al juego, entonces también usaría un recurso que pensaba nunca más tener que usar: su propia esposa.




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