La mentira

Sentimientos congelados en el tiempo

Capítulo 15

Sentimientos congelados en el tiempo

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―Dime que te traes entre manos ―se presentó la fiera muchacha cruzada de brazos, por detrás del enorme hombre que estaba bebiendo algo en la cocina.

Hank no se volteó jamás, pero sonrió ante la intervención de Jin Carter. Conocía la reputación de la muchacha.

―No creo que a una mascota de Luke Wilson deba decirle eso, es un asunto personal ¿sabes?, además me tomé el trabajo de hacer lo que ustedes no pudieron hacer: traer al mocoso ése, y además hasta traje un bonus para Skye ―replicó el hombre sin soltar jamás su vaso.

―Pues que considerado…entonces estas consciente que quizá pueda arrestarte en cualquier momento. Eras o eres cómplice del criminal llamado Laarson Refilsson ―apretó Jin con sus ojos verdes relampagueantes.

―Quiero verte intentarlo ―se burló Hank

Jin ya no le replicó, pero le desesperaba que Skaargard no le haya dicho nada con respecto a Hank, es más le había dejado estar dentro de la propiedad vagando libremente. A la joven agente se le apretaban los puños de las ganas de arrestarlo, y llevarlo a la base y ponerlo frente a Luke, que tenía muchas cuentas pendientes con este sujeto. Quizá tendría mucha información.

Pero tampoco podía actuar si Skaargard no le permitía, ya que ese odioso trajo a salvo al niño e incluso a esa extraña mujer que dejaba como tonto a Skaargard.

―Un centavo por tus pensamientos ―la voz burlona de Wyatt acercándose la quitó de sus cavilaciones

―Por lo menos tengo pensamientos, a diferencia de otros ―contestó la joven sin cambiar su rostro serio.

―Pero al menos soy divertido ¿no te parece? ―añadió Wyatt poniéndole una mano en el hombro a la muchacha.

―Quita esa mano de ahí o te la corto ―amenazó la joven

― ¡Por dios que humor tienes! ―sonrió Wyatt bajando su mano

―Es que todavía este asunto me parece raro. Skaargard no me escucha, está completamente bobo por esa mujer extraña. Y ese Hank algo se guarda, lo sé ―soltó finalmente Jin. Después de todo probablemente Wyatt si llegase a entenderla

―Pero yo no puedo hacer nada. Estoy a las órdenes de Skaargard ―respondió serio Wyatt.

―Tengo una idea, pero primero lo hablaré con Viktoria, pero llegado al caso tendré que pedirte tu apoyo para eso ―refirió Jin, sin dejar de imaginar una idea.

― ¿Por qué tengo que obedecer a una muchachita como tú? ―inquirió Wyatt

―Porque soy más inteligente que tú. Por eso ―replicó Jin antes de salir de allí.

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Durante tantos años había vivido y conducido su existencia de una forma diferente a la que hubiera llevado si Freya jamás se hubiere perdido.

Pero sin embargo allí estaba, en el interior de su casa. La mujer por la que en algún momento lo hubiera dado todo. Incluso su vida. Con quien tuvo esa conexión desde el desastre con el barco que los trajo de Escandinavia.

Cuando la perdió, creyó haber enloquecido, y por muchos años rogó por los dioses el poder morir para poder seguirla, y aunque luego creyó haberlo superado, no solo el recuerdo de aquella mujer había regresado, sino el fantasma vivo de ella. Era natural que estuviera confundido, tonto, y no supiera con exactitud qué hacer.

Mihael no lograba pensar en algo que pudiere darle cuerda a saber que hacer o proceder con Freya. Por eso no había querido quedarse dentro de la casa, porque no quería cruzarse con ella, y prefirió quedarse en el enorme jardín trasero.

De algún modo la vista de las hojas rosas volando de los arboles le producía un efecto más tranquilizador. Además, que tenía que esperar que Viktoria le diera el visto bueno para conocer a Björn, el hijo que no sabía que tenía, y que Viktoria ya le adelantó que podía conocer, aunque no le había aclarado si podía involucrarse con ellos. En caso de que Viktoria le dijera que si ¿podría él hacerlo?

Cerró sus ojos y de alguna forma el olor de camelias, ese inolvidable aroma se le metió por las narices, haciendo que las abriera violentamente porque se dio cuenta de que ya no estaba solo.

Volteó atrás y ahí la vió. Caminando lentamente con ese andar pausado, y silencioso, pero con aquel antológico aroma que la delataba.

Hubiera querido poder murmurar su nombre con gusto, pero las palabras no le salían, aun le sorprendía verla, una imagen que creía solo viva en sueños y que había desaparecido de ella hace bastante tiempo. Pero aquí estaba viva, y metiéndosele por los ojos.

― ¿Cuánto tiempo ha pasado? ―dijo ella de repente

―Han pasado quince años, Freya… ―respondió él casi en un murmullo sin dejar de ver las facciones de esa mujer, que a sus ojos era un calco del recuerdo que él tenía en lo profundo de su memoria. Es como si viéndola pareciera que todo lo que vivió hasta ahora era humo frente a la evocación de Freya.

Ella decidió acercarse unos pasos, envalentonada por el hecho de que la única compañía que tenían en ese momento era el viento que ondeaba las hojas. El resto no existía o al menos no lo recordaban.




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