Así fue transcurriendo rápidamente la semana entre estudio, viaje y descanso. Al llegar el finde, el sábado a la noche me puse a escuchar el programa de radio de mi ídolo y a hacer los deberes de la semana.
Mientras hacía los deberes, venían a mi mente algunos flash de momentos del baile. Pero eran sólo flashes o al menos eso era lo que creía creer.
Llegó el domingo y nuevamente había partido de fútbol. Pero está vez teníamos que ir a otra cancha . Cómo estaba tan frío le dije a mis padres que no tenía ganas de ir, que prefería quedarme en casa al abrigo de la estufa a leña.
Cómo sabían que estaba cansada de andar para arriba y para abajo toda la semana, mis padres aceptaron que me quedara sola en casa. Aproveché la tarde para descansar y escuchar música.
Al volver del fútbol, mi hermana llegó con su novio. Luego de saludarme me dijo:- Anduvieron preguntando por vos toda la semana.
-¿Si? ¿Quién? Le pregunté. Me contestó: -Mi vecino. Quiere saber cuándo vas a volver a salir a otro baile. Mi respuesta fue contundente:- Cuando cumpla los 15 años voy a volver a salir.
Y agregué: Faltan tres meses aún. Y ahí quedó terminado el tema de conversación. En esa época no existían los celulares, era la época de las cartas o las conversaciones personales. Lo que si estoy segura es que ese mensaje al otro día le llegó al destinatario.