Y así fueron pasando los meses hasta que llegó mi cumpleaños número 15. No quise que mis padres me hicieron fiesta porque sabía que ellos gastaban bastante dinero en mis estudios.
El día de mi cumpleaños sólo tuve una torta en mi casa. El fin de semana siguiente había un baile en el mismo lugar al que ya había salido la otra vez.
Mi hermana y mi cuñado me invitaron a ir y acepté, pues ahora no tenía excusas para no salir. Había varias orquestas, entre ellas una que se llamaba Fantasía cuya música era muy linda.
Con gran entusiasmo me preparé para ese baile, era una sensación diferente a mi primer baile. ¿El por qué? No lo sé, o quizás me daría cuenta con el tiempo.
Al llegar al baile e instalar nos en una mesa, enseguida llegó Daniel,el chico amigo de mi cuñado y con el cuál había bailado aquella vez. Nos saludó y me invitó a bailar.
Al llegar a la pista de baile, me dijo que estaba muy contento porque había podido ir. Yo me sonrojé y no le pregunté el por qué. Tampoco pude pronunciar ninguna palabra. El silencio lo estaba diciendo todo.
Así fue como bailamos toda la noche. Pero, sinceramente dialogamos muy poco. Los dos éramos muy tímidos y lo más importante, era que estábamos bailando. La noche transcurrió rápidamente y al finalizar el baile, me acompañó junto con mi hermana y mi cuñado hasta la puerta del ómnibus.
Nos despedimos, con un...¡hasta pronto!