Y así fueron pasando esas cuatro semanas, dónde nuevamente habría otro baile y al cual mi hermana y mi cuñado me invitarian a ir. Pero esa vez, el entusiasmo no era la música que allí habría. Esta vez, sin darme cuenta, estaba ansiosa por ir y ver si estaba Daniel.
Llegó el momento de salir para el baile y mi cuñado me adelantó que había alguien que andaba preguntando si yo iba a ir o no. Yo me hice la tonta de no saber de quién me estaba hablando. Pero mi sonrojo me delató.
Al llegar al gimnasio donde se realizaba el baile e ingresar inmediatamente nos ubicamos en la mesa que teníamos reservada para sentarnos. A los minutos comenzó el baile y rápidamente llegó Daniel a saludarnos a los tres y obviamente me invitó a bailar.
Al llegar a la pista y comenzar a bailar, entablamos un diálogo ameno, diciéndome:
¿Cómo has estado?
-Bien, y tú? Le respondí.
.-Bien, esperando volver a verte me respondió.
Esa respuesta fue contundente. Ahí me di cuenta que lo que yo estaba empezando a sentir por él, era algo distinto, algo que nunca había sentido antes. Nuevamente bailamos toda la noche y al finalizar el baile, me preguntó si quería ser su novia.
Eso fue algo que me descolocó totalmente, porque si bien había química entre los dos no esperaba esa pregunta. Le respondí que no sabía y que tenía que pensarlo, por lo que me respondió que le diera la respuesta el próximo baile.