Esa noche fue especial desde principio a fin, la noche fue ideal donde Daniel y yo comenzamos la noche bailando. Yo estaba muy nerviosa porque debía responderle a Daniel una pregunta: ser o no su novia.
Cuando bailamos las primeras canciones, fuimos conversando acerca de las rutinas de las cosas que nos habían pasado durante ese mes. Antes de finalizar la primera entrada de la música, me preguntó si ya tenía respuesta para la propuesta que me había realizado.
Fue entonces cuando lo miré fijamente a sus ojos y le dije: no me gustan las mentiras, me gusta que siempre la verdad debía primar antes que la mentira. Su respuesta fue:. Yo nunca te mentiría, si te pedí para que fueras mi novia es porque me gustas y me gusta tu forma de ser.
Con esa respuesta tan firme, entendí que estaba siendo sincero por lo que acepté ser su novia desde ese día. Seguimos bailando toda la noche y al finalizar el baile me acompañó junto con mi hermana y mi cuñada al ómnibus que nos llevaría a casa.
Mientras caminábamos me preguntó a qué hora llegaba a la ciudad para ir al liceo todos los días y si entraba enseguida. Le respondí que tenía media hora de tiempo antes de ingresar a clases. Me dijo que los lunes iba a la ciudad, por lo que si no tenía que irse antes me esperaría para acompañarme al liceo.
Me dió un beso, ese primer beso que estremece a todo enamorado . Sentí unas cosquillas en el estómago y me subí al bus para irme a mi casa. Durante el viaje de regreso no dejé un instante en pensar en él, en ese primer beso, en esa noche mágica.