Fueron pasando los meses donde la relación entre Daniel y yo era perfecta. Nos veíamos los sábados (si había baile). domingos (si había fútbol) ó los lunes cuando él me esperaba para acompañarme para ir al liceo.
Un día en el liceo no me gustó el comentario de una de mis compañeras de clase. Estábamos haciendo una actividad en grupo propuesta por el profesor y me preguntó si seguía saliendo con Daniel. Mi respuesta fue rápida:- Si, por supuesto. ¿Por? Le pregunté.
-Porque él antes andaba atrás de mi hermana, siempre bailaba con ella. Y mi hermana lo invitó a su cumpleaños de 15.
Ese comentario me dolió muchísimo porque Daniel no me había dicho nada que tenía un cumpleaños de 15 y tampoco me había comentado que había estado interesado en otra chica. Me quedé callada y no emití ningún comentario.
Al llegar a casa le comenté a mi hermana y tampoco sabía nada. Y lo peor de todo era que iba a estar con esa duda hasta el fin de semana.
Cuando llegó el fin de semana, Daniel fue a casa a decirme que ese sábado tenía un cumpleaños de 15 y que por eso no se iba a poder quedar. Me díjo que toda su familia estába invitada y que lamentaba no llevarme, pero no estaba invitada.
Realmente eso me dolió mucho, porque yo era su novia desde hacía unos meses y no costaba mucho invitarme. Pero era evidente que la quinceañera no quería que fuera.
Esa noche lloré mucho. Estaba muy desconsolada porque me sentía menospreciado. Y debía esperar al próximo fin de semana para vernos nuevamente.