Y llegó aquel día, aquel episodio que me hizo llegar a cometer el primer error de mi vida, el que estaría delineando mi destino para siempre.
Charlando con un amigo me preguntó cómo estaba mi relación con Daniel. Le conté que nuestra relación no estaba bien pues él había ido a un baile y había bailado con aquella chica.
Luego de unos minutos de silencio, seriamente me dijo: -Bueno, yo te voy a contar algo pero me tienes que prometer que no le vas a decir a nadie que yo te lo dije. Y esa fue siempre una de mis virtudes, no contar a nadie lo que me piden que no cuente.
Me contó que en realidad él sabía que Daniel había hecho una apuesta con sus amigos de que yo lo iba a perdonar. Que él había estado saliendo en otras oportunidades con esa chica y que todos sabían, hasta su familia.
Yo disimulé la desilusión, tristeza y amargura que tenía. No dudé en lo que me estaba diciendo mi supuesto amigo. Muchos días me llevó tomar la decisión más difícil de mi corta vida, pero no estaba dispuesta a que me siguiera mintiendo.
Cuando llegó el domingo, había partido de fútbol y como siempre acompañé a mi padre. Al poco rato de estar cobrando entradas en el partido, llegó Daniel y luego de estacionar su moto se dirigió hasta dónde estaba yo.
Al saludarme, respondí su saludo con pocas ganas. Me preguntó si me pasaba algo y ahí no pude frenar mis ganas de decirle lo que estaba pasando. En realidad no le dije la verdad, simplemente le dije que no quería continuar la relación con él porque no lo quería. Aguantando mis lágrimas, él me preguntó por qué había jugado así con él y le respondí que no me gustaba que me engañaran. Esa fue mi simple respuesta, a la que él no respondió.
Quizás si hubiera buscado otra respuesta, acabaría por decirle la verdad. Pero el destino quiso que ahí terminara todo. Lentamente, se fue alejando de allí, subiéndose a su moto y retirándose en forma brusca de la cancha.
Vi cómo se alejaba, y al hacerlo, pude llorar. Le pedí a mi padre que pusiera a otra persona a cobrar las entradas porque yo me quería ir a mi casa.
Al llegar a mi casa me tiré en mi cama y lloré libremente. El fin de la relación con Daniel marcaría mi vida para siempre. No sabía que todo sería una mentira de mi supuesto amigo.