La casualidad o el destino quiso que hace un par de años atrás coincidiera en un lugar con aquel supuesto amigo que me había contado lo de la apuesta de Daniel.
Luego de saludarnos, nos pusimos al día acerca de lo que había sido la historia de nuestras vidas. Él me contó acerca de su familia y yo de la mía.
En un momento me preguntó:-¿Vos no te creíste lo que yo te dije lo de la apuesta de Daniel no?. Mi pregunta inmediata fue ¿Qué me estás diciendo?
Y prosiguió:-Lo que yo te dije fue un chiste, en realidad yo inventé eso a ver cuál era tu reacción. Supe que terminaste con él, pero me supongo que no fue por eso.
Esas palabras fueron un golpe muy fuerte para mí, pues yo había juzgado de forma incorrecta a Daniel; lo había rechazado y lo había dejado ir para estar con su actual esposa.
Simplemente ahora ya era tarde y nada podía hacerse. No le respondí nada a mi supuesto amigo, lo miré y me alejé de aquel lugar. Mi mente y mi corazón estaban conjugados en el error que había cometido hacía más de treinta años y que ya nada tenía solución.
Esa mentira había cambiado nuestras vidas, nuestros destinos para siempre. ¡Cómo una mentira puede cambiar nuestro destino!¡Cómo pude haber creido en un amigo y no haber escuchado lo que Daniel tenía para decirme!¡Qué dolor habré provocado en su corazón!
Estos y otros tantos sentimientos y pensamientos llegaron a mi vida desde el día que supe la verdad. Siempre escuchar a todas las personas, permitirnos un margen de duda para poder saber realmente la verdad.