No sabía cómo actuar después de enterarme que había juzgado a Daniel por más de treinta años en forma equivocada. No sabía si buscarlo para pedirle disculpas o simplemente dejar así.
Lo busqué por facebook y vi que estaba muy bien con su familia. Su señora había estado muy enferma, pero gracias a él le había salvado la vida. Tenían un único hijo con el cuál se los veía muy felices en las fotografías.
Por varias semanas entré a su perfil de facebook y observé su felicidad. Fue ahí cuando tomé la decisión que seguiría marcando nuestro destino, no sé si para siempre o hasta que ese destino delinee nuevos rumbos.
No hablaré con él ni le pediré disculpas; él debe seguir pensando que fue la mejor decisión que tomó en su vida. Él debe seguir pensando que nunca lo quise y que no lo recuerdo. Esa continuará siendo mi meta hasta que la vida así lo quiera.
Si una mentira nos separó, seguiremos en esa mentira para no cambiar el rumbo de las vidas de nadie. Yo seguiré con mi convicción de que hice lo mejor para ellos.