Viendo llover por la ventana de mi living que da hacia el frente de mi casa, veo pasar lentamente los vehículos. De repente, ha llegado a mi mente el recuerdo de aquel día de lluvia.
Fue en la época en que estábamos bien, recién comenzábamos a salir y comenzó a llover en las primeras horas de la mañana. Era lunes y él andaba por la ciudad dónde yo iba al liceo.
Yo sabía que al llegar a la ciudad y bajarme del ómnibus me iba a mojar para poder llegar al liceo. Pero, ya estaba acostumbrada a esas cosas y no me preocupaba tanto.
Pero al llegar a la agencia del bus, hermosa sorpresa me llevé. Allí estaba él con un paraguas y con su camioneta, esperándome para llevarme al liceo para que no me mojara.
Un gran abrazo le di cuando me bajé porque sabía que para eso, había esperado unas dos horas, lo que atrasaba el trabajo que debía hacer en su casa.
Me llevó hasta el liceo y se despidió rápidamente. Esa tarde fue hermosa porque mientras escuchaba a los profesores dar las clases, yo recordaba la linda acción realizada por él.
A pesar de todo, yo creí en la mentira que me dijeron y no tuve en cuenta sus acciones. El enojo y la desilusión provocaron en mi el creer en aquella mentira y no tener en cuenta todo lo que habíamos vivido juntos.