La metamorfosis de Charlotte Rivera

Cuando la satisfacción es parte de las consecuencias

A la mañana siguiente Charlotte se levantó con un horrible dolor de cabeza, sentía como le retumbaba sus oídos, el estómago lo sentía revuelto y la luz que pasaba por su ventana le molestaba increíblemente las retinas. Con honestidad, ella no recordaba cuánto había tomado, pero al tomar su bolso y sacar su celular para ver la hora, se sorprende al ver demasiadas notificaciones de sus redes sociales, le da click a una publicación donde la habían etiquetado y al ver el vídeo de inmediato quiso que la tierra se la tragara, ahí estaba ella dándole un golpe en la nariz a Madison Parker.

Entonces todos los recuerdos la golpearon como un balde de agua fría.

Al principio estaba avergonzada por sus acciones, triste por su ruptura e intranquila por las consecuencias, pero cuando esas emociones pasaron y se dio cuenta que el dolor es su cuerpo aún persistiría lo que resta del día, Charlotte pudo notar que debajo de todo eso, ella tenía un peso menos en su pecho, y sonrió por un segundo, vaya que le había dado un gran golpe.

Después de que unos minutos transcurrieron, ella se levanta de su cama y opta por cambiarse a una ropa más cómoda. Ahí se dio cuenta que la mayoría de sus prendas eran de un estilo muy reservado y formal para alguien de su edad. Tenía estilo y su ropa era de buena calidad, pero no le sorprendía que tuviera la fachada de ser una santurrona, aunque en parte lo era.

Era raro, pero con su epifanía de anoche ella concordó en que esa ropa no la representaba, la hacía sentir encapsulada en un sistema del que ya no quería ser parte, un sistema donde ya no encajaba. A pesar de ser casi medio día, ella encontró una pijama y se la puso, se cepillo los dientes, recogió su cabello en una trenza, se quitó los lentes de contacto y sacó de un cajón aquellos lentes de grosor que utilizaba en casa cuando tenía mucho que estudiar.

Bajo las escaleras y al hacerlo su hermano iba saliendo de la cocina con un yogurt. Él hizo un asentimiento de cabeza como modo de saludo y le palmeó el hombro cuando ambos estuvieron cercas. Charlotte no entendió aquel gesto, pero cuando vio a sus padres bien vestidos mirando la tableta frente a ellos, ella comprendió que era una manera de darle apoyo. Sin dudar intentó salir de la cocina sin ser vista, pero al retroceder chocó con el frutero que estaba en la isla de la cocina y sus padres se percataron de su presencia.

—Bueno, al menos ya está despierta —dice su padre apagando la tableta, pero su esposa se lo quita de las manos y camina hasta su hija.

—¿Me puedes explicar que esto? —pregunta mientras le muestra uno de los tantos videos que publicaron de ella anoche —Ni tu padre ni yo te hemos enseñado ese comportamiento, de hecho ambos nos hemos esforzado para darte a ti y a tus hermanos la mejor educación, ¿sabes la vergüenza que pasaremos por tus acciones de anoche? Ni siquiera me quiero imaginar la mirada de las chicas hoy en el club, de seguro ya todo el mundo ha visto el video… —su madre se repone al ver que se salió del tema inicial— ¿Sabes lo decepcionados que estamos de ti por esto?, ¿Verdad, Carlos? —las dos miran a su padre y esposo— Anda, díselo.

El hombre que estaba apunto de agarrar una naranja que rodó hacia su lado de la barra, se incorpora y hace un carraspeo.

—Charlotte, tu madre y yo hemos hablado y estamos…

—Muy decepcionados —dice Marissa sin dejar que su esposo termine—, bastante. Definitivamente estás muy castigada, nada de amigos, nada de citas, ni de salir a cualquier lado más que la escuela, tu auto será confiscado, tendrás que irte con tu hermano a la escuela, todo por tiempo indefinido. De hecho hoy tienes prohibido ir al club campestre, porque tú castigo comienza hoy, dame las llaves, tu tarjeta y teléfono.

Su madre hablaba muy rápido como para procesar todo a su ritmo, pero de manera automática Charlotte contestó.

—Están arriba…

—Antes de irnos me los darás —sentencia mientras la señala con el dedo a manera de advertencia—. Ahora tengo que ir por tus hermanos que se está haciendo tarde, tu padre hablara contigo —y así su madre se dirige al piso de arriba, dejando a padre e hija en un incómodo silencio.

—¿Cómo estás cariño? —dice el señor Rivera mientras toma la naranja y se sienta al lado de su hija.

—¿Viste todo el vídeo? —pregunta Charlotte sin poder mirarlo a la cara. Y su padre asiente con la cabeza.

—Lamento lo de tu ruptura con Soren, ustedes ya llevaban tiempo… 

—3 años —agrega ella.

—Los primeros novios nunca duran —Charlotte mira a su padre y este le sonríe—, los mejores son los siguientes… aquellos te enseñan que puedes volver a sentirte así por una persona —ella asiente y él se queda en silencio unos minutos—. Tu madre puede llegar a ser algo dura, pero la verdad es que se preocupa por ti —Charlotte hace una mueca, pero su padre prosigue—. Lo que ella quiere es que ante las adversidades puedas defenderte pero de una manera más sutil… que la de ayer. Por el momento creo que lo mejor es que no tengas tu celular, te podrías sentir agobiada por todo lo que pasó y podría estar pasando, y respecto al auto… creo que será bueno que convivas con tu hermano mayor —Carlos sonríe y se acerca más a su hija para hablar en susurro—. Si tu madre pregunta, tu regaño fue peor, ¿Está bien?

—Si, papá —Charlotte sonríe de manera cómplice y el señor Rivera hace lo mismo.

—Esa es mi chica —le palmea el hombro—, por cierto, no le digas a nadie, sobre todo a tu madre, pero que buen golpe, tan rápido, tan preciso… uff, si que le debió de haber dolido —ambos sonríen.

—Carlos ya están los chicos, ¡apresúrate! —se escucha la voz de su madre por el pasillo y al cruzar por la entrada de la cocina se detiene y la mira— y señorita, ¿dónde está lo que le pedí?

—Ya voy, mamá/Ya voy, cielo —padre e hija hablaron al mismo tiempo.

Desde la sala Charlotte pudo escuchar el auto salir de la entrada, con honestidad a ella no le molestaba no poder ir al club, su cabeza aún le dolía y aunque los mareos habían disminuido ahora solo quería subir a su cuarto a descansar. O al menos permanecer unos minutos más acostada en el sillón.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.