Apreté los labios con fuerza y froté mis manos para darle a entender al policía que la historia había terminado. Pero él parecía estupefacto. Y yo estaba seguro de lo que estaba pensando: ¿Cómo era posible que todo eso le sucediera a una sola persona? Yo también lo pensaba. Pero, así como la vida les da muchas cosas buenas a algunos, les da muchas cosas malas a otros.
—¿Puedo pedirle un favor, oficial?
El hombre me miró con sorpresa.
—Trevor no tiene a nadie, me gustaría enterrarlo en el mausoleo de mi familia. Ahí está su hijo, Daniel.
—¿Era Daniel hijo suyo?
La pregunta solamente sumaba más morbo.
—Eso creo.
El policía golpeó la lapicera contra el block de notas que tenía delante y al cabo de unos segundos, suspiró.
—Bueno, es mejor eso que tirarlo en una fosa común.
Me sorprendía el nivel de frialdad con el que hablaba de un hombre que acababa de perder la vida. Pero la policía puede ser complicada y yo preferí no emitir opinión sobre sus palabras. Asentí en silencio y me puse de pie.
—¿Puedo irme? —pregunté con el rostro serio.
—Si, lo vamos a llamar cuando pueda llevarse el cuerpo.
Volví a asentir. Le agradecí al oficial por su tiempo y abandoné la comisaría. El sol todavía no había salido y la tormenta seguía golpeando Buenos Aires. Pero yo no tenía intención de quedarme en aquella mugrosa comisaría. Comencé a caminar en dirección a Belgrano. Estaba todo mojado, pero no tenía frío.
No podía evitar sonreír. Los policías suelen creerse muy inteligentes, pero muchos son igual de miserables que los malnacidos de los que ellos se jactan proteger a la sociedad. Ese idiota solamente había escuchado mi historia en silencio, sin hacer preguntas, sin cuestionar, sin nada.
¿Mentí sobre la historia de Trevor? No, la historia de Trevor es 100% real. El pobre de Trevor Watson tuvo la peor vida que jamás he oído. Es realmente lamentable que Dios castigue a un hombre con todas las miserias que puede haber en la vida de un ser humano. Aquellos que creen en el karma, seguramente se preguntan qué habrá cometido en su anterior vida para pagar todas las deudas en esta. Si, yo me pregunté eso también.
Pero si cambié algunos detalles… digamos que algunas partes de la historia fueron alteradas por mí.
Paradójicamente, mentí ocho veces. ¡El bendito número ocho haciéndose presente otra vez!
No soy bueno guardando secretos así que es mejor contárselo a la persona correcta. Después de todo ninguno de estos detalles van a traer a Trevor de regreso ¿verdad?
La primera mentira es algo que me afectó demasiado y que preferí evitar durante la conversación con el policía. Yo no me enteré de esto hasta que fui lo suficientemente adulto como para entender la gravedad del asunto. En realidad, me enteré al poco tiempo de que mi madre se fuera de la casa de mi padre. Ella estaba realmente aterrada y enojada con él. Las pocas veces que yo fui a visitarla a Mercedes, fueron solamente para escucharla despotricar contra mi padre. Y fue durante una de esos monólogos que soltó algo que llamó mi atención:
—Él iba a nombrar heredero a Trevor, en lugar de a vos.
Creo que se dio cuenta de lo que había dicho cuando vio mi rostro desfigurarse. Le pregunté por qué él haría eso, si yo era su único hijo y heredero. Fue entonces cuando se sinceró conmigo y dijo algo que le costaría nuestra relación por siempre.
—Siempre creímos que tenía más futuro que vos…
Esa tarde, me puse de pie sin decir nada más y abandoné la casa. Mi madre intentó contactarse conmigo por teléfono. Pero cada vez que Esmeralda me decía que era ella la que llamaba, yo le pedía que pusiera alguna excusa. Intentó enviarme cartas, pero yo ni las abrí. Las arrojé a una pequeña fogata que teníamos en el patio de nuestra casa. Todo el asunto con mis padres tocó mi orgullo y por más que no quería, sentía cierto rencor hacia Trevor. Sin embargo, cuando la situación se complicó tuve que agachar mi cabeza y tragarme todo el orgullo para poder pedirle ayuda a mi padre.
No me malinterpreten, en ese momento mi matrimonio dependía de ese trabajo y en ese momento de mi vida, yo estaba dispuesto a hacer lo que fuera por salvar mi relación con Esmeralda.
La segunda mentira es algo pequeña y en su momento yo no le di mucha importancia. Pero creo que al final fue algo crucial que terminó afectando la vida de Trevor en el largo plazo. Trevor había perdido a cada uno de sus amigos. Algunos por razones estúpidas, otros por razones más serias. Y así mismo, voy a hacer una reflexión y admitir que toda la situación con Ramón fue mi culpa. Yo le dije a Trevor que intentara avanzar con Ana Inés, aun sabiendo que Ramón estaba perdidamente enamorado de ella. Claro que esto ya lo saben. Pero lo que no he dicho antes es que lo hice a propósito… Yo no estaba bajo los efectos del alcohol. Ramón y Ana Inés iban a anunciar su noviazgo demasiado cerca de la fecha de nuestra boda e iban a robar toda la atención. Esmeralda estaba realmente preocupada de que todo saliera bien, se la pasaba hablando de lo grandioso que ese día sería. Y yo estaba tan perdidamente enamorada de ella que tomé la decisión de sabotear el futuro compromiso de mí amigo por el bien de nuestra boda.
No, no estoy orgulloso y sé que Trevor quedó en medio entre mis planes y los de Ramón. Sin embargo, esto no es lo peor que he hecho…
Bueno… la tercera cosa en la que mentí es sobre el dinero, un tema que persiguió a Trevor por muchos años. Y voy a confesar algo que me guardé por mucho tiempo.
Yo fui quien convenció al futuro yerno de Ernesto para que arrojara veneno en los campos de Trevor y cuando los costos fueran imposibles de mantener, los comprara. Claro que no lo hice de manera directa, tampoco soy idiota. Simplemente le pagué a alguien para averiguar todo de la familia Romero, y allí fue cuando me enteré que un joven Sanjuanino estaba perdidamente enamorado de la hermana de María del Valle. ¿Por qué estaba averiguando información de ellos? Había algo raro en esa familia y, de hecho, todo el desenlace con Trevor creo que prueba mis sospechas. El punto es que Trevor estaba acaparando toda la atención. Él tenía el dinero, las mejores oportunidades y se estaba robando la atención de mi hija. Y yo, fracaso empleado de una fábrica de heladera, comencé a entender la razón por la que mi padre quería removerme de la herencia y nombrar a Trevor como el hijo adoptivo prodigio. Estaba tan frustrado con mi vida que lo único que podía pensar era en cómo yo me hundía y él escalaba tan alto que llegaba a un nivel inalcanzable para mí.
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Editado: 12.06.2025