La Mujer Del Patrón

PRÓLOGO

LA MUJER DEL PATRÓN

PRÓLOGO

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La extensión del terreno llegaba más allá de lo que alcanzaba a la vista. Eran días de mucho trabajo, tiempos fecundos y prósperos en la hacienda Luna Creciente. El sol calentaba con furia y hacía que el paisaje se distorsionara a la distancia.

Mauricio se sentó a descansar sobre una vieja banqueta. El sudor le resbalaba por las sienes y del cabello le escurría sudor.

—Mañana llegan los señores —le anunció a Sebastián, su mejor amigo y compañero de labores, tan pobre como él, pero con muchas más aspiraciones.

Sebastián estaba de regreso de llevar a alimentar el ganado. Se bajó de Talismán, su caballo preferido, y lo ató a la verja para que comiera y tomara agua. Traía la camisa empapada de sudor y las botas cubiertas de fango. Se quitó el sombrero y pasó su mano por la frente para limpiar el sudor.

—Ya me había enterado, Mauricio…—soltó un suspiro —mañana llegan…—respondió con un aire de melancolía que no alcanzó a disimular. El rostro se le transfiguró en un gesto triste.

Su amigo no pasó por alto la reacción. Se puso de pie y comenzó a enroscar la soga que traía en su mano.

—Tienes que olvidarla, Sebastián…esa mujer ahora es intocable —le recordó una vez más. Se lo había dicho muchas veces, le había dado tantas vueltas al asunto como a la soga misma.

El joven Mauricio conocía bien la historia que por mucho tiempo Sebastián intentaba dejar atrás sin lograrlo nunca.

El patrón llegaría al siguiente día. Esa era la noticia que corría por todo el pueblo con tal rapidez que se enteraron antes de que el capataz -el viejo Eusebio- pudiera avisarles.

Don Esteban de Arzuaga - hombre de algunos 45 años, recio por el trabajo y severo por convicción - era el patrón y dueño de aquellas tierras. Lo era por herencia y por esfuerzo. Las tierras le pertenecían a su familia desde tiempos inmemorables, algunos alegaban que desde los tiempos de la corona española. Administraba con mano férrea, aunque nunca se excedía. Podría considerarse un buen patrón, tomando en cuenta que el resto de su clase tenían fama de déspotas y crueles.

Mucho tiempo atrás, cuando el patrón enviudó recogió sus cosas y se marchó. Dijo que volvería a la hacienda solo cuando encontrara mujer para casarse. En aquel entonces, cuando Don Esteban se quedó solo con su hija, se vio sin destrezas paternales para atenderla y sin una mujer que asumiera el rol de madre. La niña Luna, hermosa como una flor y de entonces diez años, fue enviada a un internado. Nunca más regresó. Don Esteban delegó todo en manos del capataz Eusebio y él solo administraba a distancia. Fiel como un perro, el capataz cuidaba la hacienda con el mismo esmero que si fuera propia. Nunca hizo falta la presencia del jefe. Ahora – diez años después - encontró la mujer de sus sueños y regresó a casarse tal como había predicho.

Tuvo muchas mujeres en el ínterin, pero ninguna logró atraerlo lo suficiente como para proponerle matrimonio. Entonces conoció a Bárbara Olmillo, hija de Magdalena Olmillo, la costurera del pueblo que un día se marchó a la ciudad. Ella lo cautivó como ninguna otra.

Ahora el patrón regresaba con su prometida. La boda sería en pocos días.

—Es bueno que el patrón se case…mira que antes corrían rumores de que andaba en la ciudad tras las faldas de cuanta mujer linda se le atravesaba. Ya era hora que sentara cabeza —expresaba Mauricio aun sabiendo que lo que agobiaba a Sebastián era algo más que saber que el patrón venía a casarse.

—¡Sí! ¡Pero no con ella! No con Bárbara… ¡Maldita sea! —objetó con la mandíbula apretada al mismo tiempo que azotaba el fuete contra una pared.

Los caballos relincharon asustados.

—Tienes que tomarlo con calma. Recuerda que es decisión de ella, nadie la obliga. Además, ¿Qué tal si es otra Bárbara Olmillo? La ciudad es grande y habrá varias mujeres con el mismo nombre.

—Quizás…pero que se diga en el pueblo que es la hija de doña Magdalena Olmillo, la antigua costurera del pueblo, es demasiada coincidencia.

Mauricio tuvo que admitir que era un buen punto.

—En eso tienes razón, pero, caramba…sea como sea, hay que aceptarlo.

Sebastián Luque no estaba dispuesto. Si se trataba de la misma Barbara, la mujer que tanto amaba, algo tendría que hacer.

Nota de autor:

¡Queridos lectores! Comenzamos esta nueva historia con mucha ilusión de que les guste y poniendo el corazón en cada palabra.

***Las actualizaciones no tienen días específicos, pero sí haré el mayor esfuerzo porque sean de 3 a 4 veces por semana.

***Soy escritora comercial y mis novelas siempre podrían pasar a suscripción. No hay garantías de nada, los factores son múltiples y variados, y no siempre están en manos del autor.

***Les agradezco enormemente su participación y apoyo. Entiéndase, sus Me Gusta, votos y comentarios. Eso hace maravillas en mi ánimo para escribir.

***No se olviden de añadirla a sus bibliotecas, así siempre estarán al tanto de cuando hay capitulo nuevo para leer.

***Cada uno de ustedes es importante para mí. ¡Gracias por estar!




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