Se acercaba la época más festiva del año todo en la ciudad estaba hermoso. Filas de globos rojos y hermosas flores de coloridos colores cruzaban la calle principal, guirnaldas de corazones y festones adornaban cada poste de teléfono por el camino. En la plaza de la ciudad, había árboles de pinos pequeños por todo el lugar adornados con lindos detalles de san Valentín. Y a lo largo de la acera estaban también adornados con todas clases de bambalinas alegóricas del día de amor y la amistad. Y arriba, rumbo al este en la Calle Principal, las tiendas ya estaban adornadas sobre el día de san Valentín, abierta a la visita de las personas. Un conjunto de cuatro árboles ya tenían sus copas adornadas hermosamente, solamente faltaba pocos días para que llegara 14 de febrero.
Amy contempló todo a su alrededor del mismo modo que las parejas mirarían por una ventana de una tienda que podrían comprar. La mano de ella fue a la cicatriz fina que tenía en un lado de la mejilla, que se ocultaba con sus cabellos, Amy era perfecta, pero sus manos temblaron al recordar tiempo atrás. Cuando era pequeña, recordó su última familia de acogida. Era horrible, y traumático vivir con personas violentas como lo era Marco. El hombre que intento abusar de ella y quien la hirió en el rostro. Intentando escapar de él, y quien llevó la peor parte, fue ella que tuvo que volver al orfanato.
Con una cicatriz en la cara, tan solo tenía 10 años. Siguió caminando hasta la esquina de la calle. Ella la pobre Amy que no podía ser feliz en una época como esa. Ella era una chica madura con un temperamento aguerrido y una voluntad férrea. Recordó los momentos de su niñez, por eso a veces no le gustaban aquellos días festivos del año. Y lo que hacía era trabajar para no pensar en su pasado y menos en el por venir de un futuro próximo. Había terminado su último trabajo, y su amigo Stuart tenía otro para ella. Él era su mejor amigo y siempre estaba pendiente de ella, tal vez él estaba enamorado de ella. En cambio, ella no quería ninguna relación con nadie.
Amy era una chica de cabellos rojizos como el fuego del atardecer del sol, y los tenía largos, a la altura de las caderas, mientras caían en abundantes ondas naturales. La apariencia de ella era delicada y delgada, y tenía unos ojosos azules como los campos de lavanda hermosos, Stuart su amigo era muy guapo al contrario de sus otros hermanos. Por qué tenía cinco hermanos por lo menos eso le alegraba a Amy. Era lo que las personas decían una familia grande que se reunía cualquier día especial del año. Stuart extrañaba a dos de sus hermanos, que se habían ido fuera del país. Y en esos momentos tenía el corazón muy triste. Porque sus hermanos no podría estar junto a la familia. Su amigo sabía todo sobre ella, ya que la conocía desde hace más de tres años. Mientras se acercaba a la plaza para esperar que llegara Stuart recordó la conversación que tuvo con su amiga antes de salir del apartamento.
— No sé por qué cuando te va mal regresas al orfanato, deberías cambiar tu manera de ver las cosas. —le expresaba Tara su amiga con quién compartía el apartamento donde vivía.
— No puedo dejar de hacer eso, siempre lo he hecho, además allí crecí. —le dijo ella levantándose de su sillón preferido.
— Sí... Ya lo sé siempre me lo has manifestado desde que te conozco hace cinco años, pero debería hacer cosas diferentes. —le enumeraba las cosas que hacía Amy.
— Tara tú tienes una familia, compartimos el apartamento porque tienes una carrera que terminar, en cambio, yo solo trabajo, porque eso es lo que me gusta hacer, además yo no estudie como tu solo lo esencial. —dijo Amy dirigiéndose a la cocina a buscar un vaso con agua. —Además, no soy como tu Tara. —recostándose en el resquicio de la puerta de la cocina.
— Lo puedes hacer amiga, haz algo diferente, siempre te lo he expresado, diviértete más. No te encierres en ti misma. Hazlo amiga, lo mereces. —tomando el vaso de su mano y bebiéndolo ella. — Si y ayudar a todo el mundo hasta ese gato, que te trajiste a casa.
— ¿Claro?. Tu siempre lo has dicho, desde que nos conocemos, sin embargo, me gusta lo que hago, me gusta mi trabajo. Y ahora deja de molestar tanto. —volviendo a sentarse en su sillón al leer una revistas. — Y no te metas con bigote.
Las dos se echaron a reír.
— Además, te quería decir algo, conseguí un nuevo trabajo, gracias a Stuart ¿Sabes mi amigo?, el de la familia grande, te acuerdas de él, aunque dos de sus hermanos se fueron del país, y me ha recomendado con una familia nueva. —dejando la revista a un lado de la mesita.
— Vaya Stuart es grandioso, tu último trabajo te lo consiguió él. ¿Verdad?. —le dijo a su amiga sentándose en el mueble.
— Sí... él siempre me está ayudando en estas cuestiones, tienes más relaciones, así puedo pagar el apartamento y algunas cosas personales. —le dijo Amy a Tara disfrutaba de la comodidad de aquel lugar por lo cerca de donde estudiaba y trabajaba como recepcionista.
— Por cierto este fin de semana Max me ha invitado a su casa del campo de su familia y te quería expresar que estás invitada. —le dijo su amiga esperando que Amy le diera una respuesta buena.
— Gracias… Pero lo siento… No puedo, voy a quedar con Stuart y luego iré al orfanato y hablaré sobre este nuevo empleo con la madre Catalina. —le contesto Amy mirando sus gestos.
— Me saludas a todas esas bellas monjas, bueno te deseo lo mejor amiga si te contratan chévere por ti. —Tara se levanta del mueble para ir al cuarto a atender su llamada.